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FORTINES DEL CERRO DEL PUERCO - 12,5 KMS

Colaboración especial de Michel, macardiel@outlook.es

Miércoles, 16 de Diciembre de 2020

LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO - FORTINES DEL CERRO DEL PUERCO - LA CUEVA DEL MONJE - VALSAIN - LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO - 12,5 kilómetros.

Asistentes: Primi, Paco y Michel.

10:45 Hemos quedado en encontrarnos con Primi en la verja de la Puerta de La Granja de San Ildefonso. Como Luís finalmente no puede venir, recojo a Paco en la parada del autobús frente al INSS y nos vamos a La Granja donde, nada más llegar, encontramos a Primi, que nos está esperando. Sin tardanza, aparcamos el coche y comenzamos el ascenso hacia el cerro.

Itinerario aproximado

Nuestra intención es visitar las ruinas de las trincheras del frente de la guerra civil española de 1936 y, de paso, visitar la Cueva del Monje, volviendo después al punto de partida.


UN POCO DE HISTORIA

Ver Folleto CENEAM PAISAJES DE GUERRA

El cerro de Cabeza Grande, junto con su vecino de Cabeza Gatos, y, poco más al Este, el collado de la Cruz de la Gallega y el cerro Matabueyes, formaban parte de la línea de alturas que, desde Revenga a Valsaín y La Granja, constituían el frente de guerra en esta zona, frente que se prolongaba más allá de La Granja por el cerro del Puerco y, aún más al norte, por la Atalaya.

Este frente de guerra tuvo escasa actividad en los primeros días de la guerra, ya que las batallas más importantes se dieron por conseguir el dominio de los principales pasos de la sierra en la red principal de comunicaciones, el Alto del León, el puerto de Navacerrada, el puerto de Somosierra y otros puertos de menor relevancia a lo largo del cordal montañoso principal.

Tras una serie de cruentas batallas, con ataques y retrocesos por ambas partes, sin que las tropas rebeldes consiguieran alcanzar Madrid, el frente de guerra a lo largo de la sierra de Guadarrama quedaría estabilizado y casi inactivo, manteniéndose las posiciones en la sierra de ambos bandos prácticamente hasta el final de la guerra.

Pero cuando la mencionada línea de Revenga a Cabeza Grande, Cruz de la Gallega, Valsaín, La Granja adquirió verdadera importancia, pasando a ser durante unos pocos días escenario de importantes operaciones ofensivo defensivas, fue a finales de mayo de 1937, cuando este frente volvería a tener cierta actividad.

Interesado el gobierno de la República en tomar alguna ciudad importante próxima a Madrid, con objeto de detraer fuerzas enemigas del frente del norte, deciden llevar a cabo una operación militar sobre la ciudad de Segovia. La acción principal tendría lugar desde los puertos de la Fuenfría y de Navacerrada hacia Revenga y La Granja, con objeto de llegar directamente a Segovia. Como acción secundaria, o demostrativa, se organizó una maniobra de distracción sobre las posiciones rebeldes del Alto del León y de la Sevillana, destinada a distraer fuerzas enemigas de la acción principal.

Durante los días 30 de mayo al 2 de junio de 1937 tuvo lugar la llamada “batalla de La Granja”, resultando finalmente fallida la operación del gobierno republicano, cuyas tropas, perdida la batalla, tuvieron que replegarse a las posiciones iniciales, En esta dura batalla, el cerro de Cabeza Grande tuvo un papel destacado en el sector izquierdo, oeste, similar al que tendría el cerro del Puerco en el sector derecho.

Las fortificaciones se construyeron en 1937 y 1938, durante la Guerra Civil Española, y pertenecen al bando sublevado. El Cerro del Puerco aún no se había fortificado cuando el 30 de mayo de 1937 se desarrolló en él parte de la batalla de La Granja, en la que participaron por parte republicana la 14ª Brigada Internacional y por parte franquista una centuria de Falange y una compañía de fusiles, además de otras tropas en la zona de Valsaín y de La Granja.

Esta cruenta batalla no modificó casi nada las posiciones de los dos bandos y el cerro continuó en manos de los nacionales. Después de estos combates el cerro se configuró como el punto principal del sistema de fortificaciones nacional en esta parte de la sierra.

Este conjunto de fortificaciones tiene una extensión notable y muestra muy buenos ejemplos de arquitectura bélica del siglo XX.

Fortines

Robustos fortines para ametralladora de planta rectangular o cuadrada, con cubierta plana, en general horizontal y en algún caso inclinada en el sentido del eje mayor; paredes muy gruesas de hormigón armado, o de mampostería cementada; la cubierta, de grosor variado, a veces camuflada con piedras del terreno, suele estar formada por una placa de hormigón, destruida en la mayor parte de los casos.

Puestos de tirador

En el contorno de todo el cerro hay abundantes pozos o puestos de tirador, algunos de ellos muy bien construidos y conservados, con sus cortos ramales de unión a la línea de trincheras o parapetos. Suelen ser para uno o varios combatientes, separados de la línea principal de fortificación y comunicados con ella por ramales de trinchera, con el objeto de buscar el mayor y mejor campo de tiro posible. En ocasiones son el recurso fundamental para cubrir grandes extensiones de terreno. Los hay de tipología muy variada, aunque en general se aprovechaban los materiales del terreno para su construcción.

Trincheras

Las trincheras son los restos más comunes y sirven tanto de elemento de tránsito como defensivo. Suelen tener una profundidad entre 1,70 – 1,80 metros y una anchura de 50 a 60 cm, reforzadas en su zona alta por parapetos de piedra, sacos terreros, etc. Lo habitual es que tengan un trazado quebrado o sinuoso, para evitar el efecto de proyectiles y metralla. A menudo se protegían mediante líneas de alambradas sencillas o dobles, situadas delante, de las que actualmente no queda resto alguno. Por delante de la línea de trincheras y fortines se excavaban a veces zanjas antitanque. Y para evitar inundaciones se hacían zanjas de desague.

Durante las ofensivas, los propios soldados eran los encargados de cavar trincheras y construir parapetos para protegerse. Cuando el frente se calmaba, estos trabajos eran desarrollados por compañías de fortificación, que estaban compuestas por hombres mayores, no aptos para el combate, por especialistas en oficios relacionados con la construcción (albañiles, canteros, carpinteros…), que resultaban más útiles con el pico que con el fusil y, en muchas ocasiones, por prisioneros de guerra y presos políticos. Observando el terreno, donde aflora continuamente la roca, podemos imaginar la dureza de estos trabajos.

Parapetos

Un parapeto es una barrera hecha con piedras, sacos de arena u otros materiales, que sirve para protegerse detrás de ella en un combate. Al contrario que las trincheras, que son excavadas, los parapetos se levantan sobre el nivel del suelo. En ocasiones se hacían también construcciones mixtas de trincheras rematadas con un pequeño parapeto. Aquí se aprovecharon las rocas como defensa natural y se levantaron paredes sólidas con este mismo material, la piedra de la zona. Los huecos que se dejan para poder disparar se llaman aspilleras o troneras, dependiendo del tamaño. Suelen estar realizados en piedra seca, aunque hay ejemplos reforzados con cemento.

Refugios

Las compañías de zapadores se encargaron de construir refugios hasta llegar a los abrigos enterrados con cubierta protectora de hormigón armado. Al final de la guerra se construyó un tipo de abrigo denominado “de doble curvatura” o “de estructura de cáscara”, que se levantaba con ladrillos. Soluciones técnicas de última hora. Se trata de estructuras con forma de media bóveda y construidas con ladrillo. Este tipo de construcciones presentaban bastantes ventajas: economía de transporte y acarreo de materiales, rapidez de la construcción, sencillez de ejecución, impermeabilidad e incombustibilidad y al ser curvas, facilidad de enmascaramiento frente a la aviación enemiga. Una vez construida la bóveda, era muy fácil reforzar con nuevas capas de blindaje.

El puesto de mando

El puesto de mando, normalmente camuflado y a cubierto, se usaba para mandar a los soldados que servían como enlaces, para transmitir órdenes, partes, o lo que fuera necesario, hacia los diferentes puntos de esta posición y a las posiciones cercanas. El puesto solía tener dos entradas que comunicaban con dos ramales de trinchera, con un trazado en zigzag y su adaptación al terreno permitiendo una circulación segura y una defensa fácil ante una ocupación de la posición por el enemigo durante una ofensiva.

Ver Folleto CENEAM PAISAJES DE GUERRA


Iniciamos la ruta desde La Granja de San Ildefonso, siguiendo el margen izquierdo de la carretera que pronto se interna en el bosque de pinos de Valsaín, comenzando a ascender poco a poco a contracorriente del Arroyo de la Chorranca, que con las lluvias y la nieve caida durante los últimos días baja bastante crecido.

La niebla es intensa hasta el punto de hacernos abrir los paraguas en algunos momentos. Después saldría de nuevo el sol junto con el Arco Iris.

Arroyo de la Chorranca

Después de algunas fuertes subidas abandonamos a nuestra izquierda el curso del río y retomamos una pista asfaltada que, después de un pequeño desvío, nos llevará a las trincheras del Cerro del Puerco.

Subida al Cerro del Puerco

Este sitio fue el escenario de la Batalla de la Granja durante la Guerra Civil española. Merece la pena detenerse en este lugar lleno de historia, donde parece no haber pasado el tiempo.

Cerro del Puerco: Arco Iris

Damos una pequeña vuelta por las deterioradas construcciones de trincheras, parapetos, refugios y puestos de mando y, después de una exhaustiva inspección del lugar y de un merecido descanso, retomamos bajo una tenue lluvia el camino hacia la Cueva del Monje, muy cercana ya.

Construcciones defensivas de la guerra civil

Construcciones defensivas de la guerra civil

Construcciones defensivas de la guerra civil

Construcciones defensivas de la guerra civil

Regresamos bajo la lluvia hacia la pequeña carretera asfaltada y unos quince minutos después nos resguardamos bajo las grandes piedras de la Cueva del Monje. Inmediatamente deja de llover.

La Cueva del Monje: escalera

La Cueva del Monje: Primi

La Cueva del Monje: Primi

La Cueva del Monje: Michel

La Cueva del Monje: Paco y Michel

Comenzamos el descenso hacia Valsaín, ahora a pleno sol, dirigiéndonos hacia el Centro de Interpretación, después de preguntar a un par de caminantes que nos encontramos si esa vereda era la correcta.

En una breve parada, tomamos unas fotos en la Fuente de Marcos. Continuamos el cómodo descenso llegando rápidamente al Centro de Interpretación y de allí a Valsaín.

La Fuente de Marcos

La Fuente de Marcos

Cerca de las 13:15 llegamos a Valsaín.

Camino del descenso

Valsaín

Paco viene algo rezagado haciendo un extraño ruido al caminar. Se le ha desprendido parte de la suela de la bota y la viene arrastrando en cada paso que da. Nos pregunta si no tenemos una cuerda para atarse la suela a la bota. Justo a nuestros piés vemos un cordón medio enterrado en la arena del que tiramos animados pues sale con bastante facilidad. Paco se ata la suela y continuamos hacia La Granja.

I.T.V. en las botas de Paco

Siguiendo el margen, ahora derecho, de la carretera hacia La Granja, nos acercamos rápidamente a la población con intención de tomarnos unas bien merecidas cañas. Buscamos una cafetería y nos las tomamos mientras descansamos.

Paco y las botas

Paco y la cuerda

La suela de la bota de Paco

Poco después nos acercamos hasta los coches y regresamos a Segovia dando por concluida la andadura. Definitivamente, Paco se ha despegado totalmente la suela de la bota y la ha dejado en el coche para tirarla.

14:30 Resumen de la etapa

En total hemos invertido unas 04 horas. Aunque la jornada ha sido agotadora, todos pensamos que ha merecido la pena.

Michel, en Segovia, a 23 de Diciembre de 2020