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Jueves, 11 de Mayo de 2.000
Desde Arzua hasta Monte do Gozo - 34,5 Kms.



A las ocho de la mañana, listos para comenzar la larga caminata de aquel día, mientras buscaban un lugar donde desayunar, se toparon con Pilar y Poly que, a un ritmo endiablado, caminaban ya con intención de llegar al Monte do Gozo. Habían salido muy temprano desde Ribadiso pues,si querían llegar, deberían caminar aquel día cerca de 38 kilómetros. Después de saludarse, continuaron el Camino.


Arzua ... km 39

Cansados pero muy contentos pues sería la última etapa larga del Camino, comenzaron la marcha. Como casi todas a lo largo de aquellos días, la mañana se presentaba clara y soleada. Nuevamente el camino se interna entre verdes prados, robles y eucaliptos que rodean pequeñas aldeas. El largo sendero paralelo en muchos de sus tramos a la carretera parecía interminable.

Durante varios kilómetros caminaron agrupados charlando animadamente. El terreno era llano y no requería demasiado esfuerzo. Al igual que en otras ocasiones durante aquellos días, un grupo de sonrientes ancianos alemanes les sorprendió adelantándoles avanzando a un ritmo rapidísimo. Marino, decidido a no dejarse adelantar por personas tan mayores apretó el paso y se marchó con ellos hasta que repentinamente pararon para esperar a su furgoneta.

Poco después se le unió Jesús. Juntos fueron adelantándose seguidos de cerca por Angel Rodríguez. Michel, avanzando con lentitud, poco a poco se fué rezagando seguido de lejos por Angel Herrero, quien dudaba si podría continuar o bien tendría que quedarse en algún hotel debido a la gran herida de su dedo.

En Salceda, Michel, muy cansado, decidió parar para comer algo ya que por delante no veía a nadie y por detrás, que debería venir Angel Herrero, tampoco. Tomando una cerveza, poco después de entrar en el bar llegaron los tres amigos alemanes a los que invitó a un poco de queso. Luego ellos correponderían invitándole a él. En un momento se bebieron entre los tres una botella de vino tinto acompañada de unas raciones de queso que les debió saber a gloria. Poco después llegó "Anelka" el francés. Luego Angel Herrero, dos de las canadienses, y, por último, las dos Jenny's.

Mientras Angel Herrero y Michel daban cuenta de otras cervezas y queso poco a poco todos fueron desfilando. Angel Herrero, ya repuesto, decidió continuar despacio el camino mientras Michel llamaba a María Victoria con el fín de que le diera el teléfono de Angel Rodríguez para avisarle de la situación y de que no se preocupara y que siguieran adelante.

Después de indicar a las Jenny's el camino,pues dudaban si debían ir por la carretera o bien por la montaña, y acompañarlas durante unos minutos, poco a poco se fue rezagando. Ellas íban mucho más rápido. Selló su "papela" en el Alto de Santa Irene y continuó su camino en solitario.

Ya en O Pedrouzo (Arca)le esperaban Angel Herrero y Angel Rodríguez, que llevaba allí un buen rato, pues había comido en el Hotel O Pino donde se había acercado a llevar una de las llaves de las habitaciones que Miguel Angel Marqués se había traído consigo la semana anterior. Jesús y Marino habían continuado. Otra vez en marcha, Angel Rodríguez de nuevo se adelantó, quedándose rezagado Michel seguido por Angel Herrero.


"Corredoiras"


Entre Arca y Labacolla

Ya en Labacolla, donde se inicia la suave subida al Monte do Gozo, Angel Rodríguez y Michel pararon a tomar algunas cervezas y comer algo. Los alemanes, que habían llegado a aquel pueblo muchos antes, habían buscado un hotel donde dormir. Uno de ellos se les unió en la mesa. Empeñado en invitarles tomaron juntos algunos "elixires". Bromearon con el famoso "gutten bergen", o algo así,que debía significar "buenos días" o "buenas tardes". Poco después llegaba Angel Herrero que, con su pie destrozado, poco a poco, cojeando, había continuado hasta llegar, sorprendentemente, hasta allí.

Angel Herrero, después de descansar, continuó el camino, que ahora se inclinaba en una suave pero larga pendiente de subida hasta el famoso Monte. Poco después, Angel Rodríguez y Michel se despidieron del alemán y continuaron tras de Angel Herrero.


Cerca del Monte do Gozo


Ya falta poco ...

El cielo había abierto y la tarde se había quedado espléndida. Angel animaba a Michel diciéndole que llegando a las antenas de Televisión habrían finalizado casi el camino. Michel, con sus ojos clavados en los talones de Angel le seguía como un autómata con gran esfuerzo. Por fín pasaron las famosas antenas pero aún quedaba un largo trecho, que a Michel se le hizo interminable, hasta el refugio. Antes de llegar al mismo se hicieron varias fotos en la escultura que conmemora la visita del Papa juan Pablo II a Santiago, situada en lo más alto del Monte.


Monte do Gozo


Angel


Michel


Por fín ...

Por fín, ya muy cercano, llegaron hasta el famoso albergue de peregrinos.

El recinto es inmenso. Repleto de cuartos con tres o cuatro literas cada uno, en pocos minutos estaban instalados en sus literas. El encargado les comentó que dormiría con ellos un alemán. Michel nunca llegó a conocerle aunque sí habló algunas palabras durante la noche con él por supuesto sin entenderse en absoluto. Debió aburrirse por los ronquidos, aunque también él roncó lo suyo, y marcharse de madrugada.


Albergue de peregrinos

Poly, con sus ampollas en los pies, y Pilar, hacía tiempo que habían llegado. Se habían dado una paliza tremenda aquel día. Jesús, Marino y Angel Herrero, mientras Michel y Angel Rodríguez se acoplaban en la habitación, se habían ido a tomar unas cervezas a una cafetería del refugio. Allí se encontraron con ellas. Cuando salían hacia la cafetería Michel y Angel, Pilar y Poly regresaban al refugio, y las comentaron su intención de bajar a cenar a la ciudad de Santiago a un Mesón llamado "O Tangueiro", por lo que ellas decidieron cenar también allí. Michel y Angel Rodríguez se unieron en la cafetería con sus amigos y, después de unas bien merecidas jarras de cerveza se dirigieron los cinco hacia el "O Tangueiro".

Cuando llegaron ya Poly y Pilar estaban cenando pulpo y queso con un vino de ribeiro blanco excelente. Los amigos se sentaron con ellas y pidieron su cena. La animada conversación se centró en el baloncesto y en los avatares de aquellas dos excelentes jugadoras. Habían ganado la liga y ahora tendrían que buscar equipo de nuevo. Quizás se quedaran en el mismo de Vigo o bien, según las condiciones, deberían abandonarlo y buscar otro. Pilar sabía que en unos años tendría que buscar trabajo y eso la tenía un poco preocupada. Las lesiones no respetan y, en el deporte, tampoco la edad. Poly tenía ofertas en equipos de Eslovenia como entrenadora.

Michel, bromeando cuando supo que ellas dormirían solas en una habitación y que quedaba una litera libre, las propuso que le dejaran dormir con ellas evitándose así los ronquidos de sus compañeros, a lo que ambas, muy asustadas ante la perspectiva de tener que soportar los ronquidos de Michel, se opusieron rotundamente. Entre risas, muy divertidos, después de una agradable y animada velada, donde cayeron los correspondientes "elixires", regresaron todos hasta el refugio. Volver a subir la empinada cuesta a algunos les costó un tremendo esfuerzo.

Michel, sentado en la puerta del refugio fumando uno de sus, pensaba él, últimos cigarrillos, se quedó solo admirando la hermosa noche estrellada mientras el resto se retiraba a sus literas. Poco tiempo después vió cómo Poly, con un móvil en la mano, salía de la nave para hacer alguna llamada. Después de hablar por teléfono durante algunos minutos, y saludarse, regresó al interior. Michel lo hizo poco tiempo después.

Con grandes esfuerzos debidos al cansancio y a sus tobillos hinchados, a oscuras, subió como pudo a su litera mientras escuchaba sin entender nada algún comentario del alemán que dormía en la de abajo, y, pensando en que lo peor ya había pasado, pues sólo les faltaban unos 5 kms para llegar a Santiago de Compostela, se quedó profundamente dormido.