A las ocho de la mañana, listos para comenzar la larga caminata de aquel
día, mientras buscaban un lugar donde desayunar, se toparon con Pilar y
Poly que, a un ritmo endiablado, caminaban ya con intención de llegar al
Monte do Gozo. Habían salido muy temprano desde Ribadiso pues,si querían
llegar, deberían caminar aquel día cerca de 38 kilómetros. Después de
saludarse, continuaron el Camino.
Arzua ... km 39
Cansados pero muy contentos pues sería la última etapa larga del Camino,
comenzaron la marcha. Como casi todas a lo largo de aquellos días, la
mañana se presentaba clara y soleada. Nuevamente el camino se interna
entre verdes prados, robles y eucaliptos que rodean pequeñas aldeas. El
largo sendero paralelo en muchos de sus tramos a la carretera parecía
interminable.
Durante varios kilómetros caminaron agrupados charlando animadamente. El
terreno era llano y no requería demasiado esfuerzo. Al igual que en
otras ocasiones durante aquellos días, un grupo de sonrientes ancianos
alemanes les sorprendió adelantándoles avanzando a un ritmo rapidísimo.
Marino, decidido a no dejarse adelantar por personas tan mayores apretó
el paso y se marchó con ellos hasta que repentinamente pararon para
esperar a su furgoneta.
Poco después se le unió Jesús. Juntos fueron adelantándose seguidos de
cerca por Angel Rodríguez. Michel, avanzando con lentitud, poco a poco
se fué rezagando seguido de lejos por Angel Herrero, quien dudaba si
podría continuar o bien tendría que quedarse en algún hotel debido a la
gran herida de su dedo.
En Salceda, Michel, muy cansado, decidió parar para comer algo ya que
por delante no veía a nadie y por detrás, que debería venir Angel
Herrero, tampoco. Tomando una cerveza, poco después de entrar en el bar
llegaron los tres amigos alemanes a los que invitó a un poco de queso.
Luego ellos correponderían invitándole a él. En un momento se bebieron
entre los tres una botella de vino tinto acompañada de unas raciones de
queso que les debió saber a gloria. Poco después llegó "Anelka" el
francés. Luego Angel Herrero, dos de las canadienses, y, por último, las
dos Jenny's.
Mientras Angel Herrero y Michel daban cuenta de otras cervezas y queso
poco a poco todos fueron desfilando. Angel Herrero, ya repuesto, decidió
continuar despacio el camino mientras Michel llamaba a María Victoria
con el fín de que le diera el teléfono de Angel Rodríguez para avisarle
de la situación y de que no se preocupara y que siguieran adelante.
Después de indicar a las Jenny's el camino,pues dudaban si debían ir por
la carretera o bien por la montaña, y acompañarlas durante unos minutos,
poco a poco se fue rezagando. Ellas íban mucho más rápido. Selló su
"papela" en el Alto de Santa Irene y continuó su camino en solitario.
Ya en O Pedrouzo (Arca)le esperaban Angel Herrero y Angel Rodríguez, que
llevaba allí un buen rato, pues había comido en el Hotel O Pino donde se
había acercado a llevar una de las llaves de las habitaciones que Miguel
Angel Marqués se había traído consigo la semana anterior. Jesús y Marino
habían continuado. Otra vez en marcha, Angel Rodríguez de nuevo se
adelantó, quedándose rezagado Michel seguido por Angel Herrero.
"Corredoiras"
Entre Arca y Labacolla
Ya en Labacolla, donde se inicia la suave subida al Monte do Gozo, Angel
Rodríguez y Michel pararon a tomar algunas cervezas y comer algo. Los
alemanes, que habían llegado a aquel pueblo muchos antes, habían buscado
un hotel donde dormir. Uno de ellos se les unió en la mesa. Empeñado en
invitarles tomaron juntos algunos "elixires". Bromearon con el famoso
"gutten bergen", o algo así,que debía significar "buenos días" o "buenas
tardes". Poco después llegaba Angel Herrero que, con su pie destrozado,
poco a poco, cojeando, había continuado hasta llegar, sorprendentemente,
hasta allí.
Angel Herrero, después de descansar, continuó el camino, que ahora se
inclinaba en una suave pero larga pendiente de subida hasta el famoso
Monte. Poco después, Angel Rodríguez y Michel se despidieron del alemán
y continuaron tras de Angel Herrero.
Cerca del Monte do Gozo
Ya falta poco ...
El cielo había abierto y la tarde se había quedado espléndida. Angel
animaba a Michel diciéndole que llegando a las antenas de Televisión
habrían finalizado casi el camino. Michel, con sus ojos clavados en los
talones de Angel le seguía como un autómata con gran esfuerzo. Por fín
pasaron las famosas antenas pero aún quedaba un largo trecho, que a
Michel se le hizo interminable, hasta el refugio. Antes de llegar al
mismo se hicieron varias fotos en la escultura que conmemora la visita
del Papa juan Pablo II a Santiago, situada en lo más alto del Monte.
Monte do Gozo
Angel
Michel
Por fín ...
Por fín, ya muy cercano, llegaron hasta el famoso albergue de peregrinos.
El recinto es inmenso. Repleto de cuartos con tres o cuatro literas cada
uno, en pocos minutos estaban instalados en sus literas. El encargado les
comentó que dormiría con ellos un alemán. Michel nunca llegó a conocerle
aunque sí habló algunas palabras durante la noche con él por supuesto sin
entenderse en absoluto. Debió aburrirse por los ronquidos, aunque también
él roncó lo suyo, y marcharse de madrugada.
Albergue de peregrinos
Poly, con sus ampollas en los pies, y Pilar, hacía tiempo que habían
llegado. Se habían dado una paliza tremenda aquel día. Jesús, Marino y
Angel Herrero, mientras Michel y Angel Rodríguez se acoplaban en la
habitación, se habían ido a tomar unas cervezas a una cafetería del
refugio. Allí se encontraron con ellas. Cuando salían hacia la cafetería
Michel y Angel, Pilar y Poly regresaban al refugio, y las comentaron su
intención de bajar a cenar a la ciudad de Santiago a un Mesón llamado
"O Tangueiro", por lo que ellas decidieron cenar también allí. Michel y
Angel Rodríguez se unieron en la cafetería con sus amigos y, después de
unas bien merecidas jarras de cerveza se dirigieron los cinco hacia el
"O Tangueiro".
Cuando llegaron ya Poly y Pilar estaban cenando pulpo y queso con un vino
de ribeiro blanco excelente. Los amigos se sentaron con ellas y pidieron
su cena. La animada conversación se centró en el baloncesto y en los
avatares de aquellas dos excelentes jugadoras. Habían ganado la liga y
ahora tendrían que buscar equipo de nuevo. Quizás se quedaran en el mismo
de Vigo o bien, según las condiciones, deberían abandonarlo y buscar otro.
Pilar sabía que en unos años tendría que buscar trabajo y eso la tenía un
poco preocupada. Las lesiones no respetan y, en el deporte, tampoco la
edad. Poly tenía ofertas en equipos de Eslovenia como entrenadora.
Michel, bromeando cuando supo que ellas dormirían solas en una habitación
y que quedaba una litera libre, las propuso que le dejaran dormir con
ellas evitándose así los ronquidos de sus compañeros, a lo que ambas, muy
asustadas ante la perspectiva de tener que soportar los ronquidos de
Michel, se opusieron rotundamente. Entre risas, muy divertidos, después
de una agradable y animada velada, donde cayeron los correspondientes
"elixires", regresaron todos hasta el refugio. Volver a subir la empinada
cuesta a algunos les costó un tremendo esfuerzo.
Michel, sentado en la puerta del refugio fumando uno de sus, pensaba él,
últimos cigarrillos, se quedó solo admirando la hermosa noche estrellada
mientras el resto se retiraba a sus literas. Poco tiempo después vió cómo
Poly, con un móvil en la mano, salía de la nave para hacer alguna llamada.
Después de hablar por teléfono durante algunos minutos, y saludarse,
regresó al interior. Michel lo hizo poco tiempo después.
Con grandes esfuerzos debidos al cansancio y a sus tobillos hinchados, a
oscuras, subió como pudo a su litera mientras escuchaba sin entender nada
algún comentario del alemán que dormía en la de abajo, y, pensando en que
lo peor ya había pasado, pues sólo les faltaban unos 5 kms para llegar a
Santiago de Compostela, se quedó profundamente dormido.
|