Desayunamos muy temprano. A las 07:15 se une a nosotros Luís Barrio. Bajamos
a la Estación de Autobuses
de Vigo en dos taxis. El autobús para A Guarda saldría a las 08:00 y tardaría
entre una hora y hora y media. El trayecto resulta cómodo y entretenido por
la belleza del paisaje.
En la Estación de Autobuses de Vigo
Nada más descender del autobús nos dirigimos caminando al Ayuntamiento de A Guarda con
intención de informarnos de estos tramos del camino y de sellar nuestras
credenciales.
Plaza del Reló de A Guarda
Nos recibe, muy amable, Rosalía, funcionaria del Ayuntamiento. Nos comenta que
somos de los primeros peregrinos que pasamos por allí porque este tramo lo han
inaugurado oficialmente este mismo año.
Ayuntamiento de A Guarda: Rosalía
A la salida del Ayuntamiento nos saluda Antonio, concejal de cultura, quien nos
comenta que cada fin de semana, con el fin de promocionar este Camino, realizan
excursiones de peregrinos de la zona. Les acercan en autobús al punto de partida,
realizan caminando la etapa, y les recoge de nuevo el autobús en el punto de
llegada para llevarlos a su lugar de origen. Encontraremos al grupo, de entre
100 a 150 peregrinos, más adelante.
Plaza y Torre del Reló: Antonio, concejal de cultura
Abandonamos A Guarda para, siguiendo las indicaciones del Camino, dirigirnos hacia la costa. La
ruta está perfectamente indicada y avanzamos rápido en una mañana espléndida para
caminar. Según ya imaginábamos, no se ven peregrinos por la zona.
Preciosos paisajes
El terreno es llano y pronto alcanzamos el Atlántico. El agua está bastante
fría aunque el buen tiempo invita a meter los pies. Los paisajes son preciosos.
En algunas zonas la vegetación es espesa con todo tipo de flora donde
abundan los verdes helechos.
Hermosas flores
Continuamos sin detenernos siguiendo la recortada costa. Dejamos atrás O Rosal y
nos dirigimos hacia la población de Oia.
Cartel anunciador del Camiño Portugués Da Costa
Pronto divisamos, a lo lejos, la silueta inconfundible del Monasterio de
Santa María de Oia.
Monasterio de Santa María de Oia
Ya en la entrada de Oia, encontramos una cafetería estanco donde decidimos efectuar
un descanso. Tomamos unas cañas con patatas fritas en el Cafe Bar Puerto, situado en una
posición privilegiada frente al mar. Tendemos las mojadas camisetas al sol para su
secado.
Unas vecinas, asomadas a la ventana del primer piso del bar, nos informan de
que no se puede visitar el Monasterio de Santa María de Oia porque hay que
pedir hora para ello. Hoy está cerrado.
Descanso e I.T.V.
Después de un prolongado descanso, recogemos nuestras cosas para continuar el
camino. Dejamos atrás el Monasterio y la población de Oia para adentrarnos en
una carretera que, paralela a la costa, nos acerca poco a poco a Baiona.
Ángel
Ángel y Luís se adelantan mientras Paco, Primi y yo, que nos vamos retrasando,
paramos a comer algo en el Restaurante
'Aguncheiro' que encontramos al lado de la carretera. Después de la comida,
tomamos el correspondiente 'elixir del Santo', mientras charlamos en la
sobremesa con la responsable del establecimiento.
Restaurante Aguncheiro
Continuamos el Camino hasta detenernos de nuevo en el Restaurante 'O Peñasco'
donde se habían detenido a comer Ángel y Luís y nos estaban esperando. Les acompañamos tomando un nuevo elixir hasta
que decidimos continuiar el camino.
Primi en el O Peñasco
El camino continúa por la carretera paralela a la costa. El tiempo es
espléndido y, poco a poco, nos vamos acercando a Baiona. Primi y yo nos hemos
quedado rezagados de nuevo. Vamos parando haciendo fotos. A nuestra izquierda
se nos presentan hermosas vistas del Atlántico. A la derecha, en las laderas
de la montaña, aún se divisan restos de las trincheras de la guerra española.
Restos de trincheras
La larga marcha que llevamos acumulada va haciendo mella en nuestras fuerzas.
Caminamos con lentitud, sin prisas, aprovechando cualquier excusa para parar.
Aunque sabemos que estamos llegando al final de la etapa nos cuesta caminar.
Saltamonte peregrino
Desde la carretera puede observarse la belleza del hermoso Faro de Cabo
Silleiro que funciona desde 1.924, año en que sustituyó el anterior de 1.862
del que aún se conserva la estructura de su antiguo edificio.
Faro de Cabo Silleiro
Por fin divisamos las primeras construcciones de Baiona. Animados por la cercanía
caminamos más decididos. Entramos en la preciosa población decididos a parar a
tomar algunas cañas y descansar. Por el móvil sabemos que Ángel, Luís y Paco
han llegado al hotel Bahía Bayona que tenemos contratado. Primi y yo tomamos un par de
jarras de cerveza sentados cómodamente en una terraza frente al mar.
Por fin, en Baiona
Puerto de Baiona
Poco después nos acercamos al Hotel Bahía Bayona que, por cierto, se encuentra en la otra
punta del pueblo. Nos atienden amablemente Olivia y Bea pues, advertidas por
nuestros compañeros, nos están esperando.
Después de ducharnos salimos, ahora todos juntos, en busca
de un lugar donde cenar conocido por Luís y en el que degustamos buenas
gambas a la plancha y merluza.
Cena en Baiona
Finalizada la cena salimos a dar una vuelta por el paseo marítimo y
nos vamos al Hotel a dormir.