Otra vez amanece nublado. En la televisión han anunciado lluvias para hoy.
Vigo desde Chapela de Arriba
Después de desayunar comenzamos la etapa bajo la lluvia.
En el desayuno
Ángel y Luís se adelantan, tras ellos vamos Primi y yo, y muy atrás, viene
Paco. Caminando, pronto entramos en calor, pues, a pesar de la lluvia, no hace
frío. Se ven peregrinos en bicicleta.
Impresionantes obras de ingeniería
Mientras caminamos hacia Redondela hemos adelantado a un grupo numeroso de peregrinos
que resultan ser los que nos habían anunciado en A Guarda y que venían sólo a
hacer la etapa de hoy, sábado.
Detalles del Camino
La fuerte lluvia nos obliga a detenernos en una cafetería a la entrada de
Redondela. Esperamos a Paco que parece que tarda. Debe haberse también
detenido para resguardarse de la lluvia.
Paco, descansando
Mientras tanto, Ángel y Luís, ya en Redondela, se encuentran con Antonio, el
concejal de cultura, que camina con parte de la excursión de
peregrinos de A Guarda.
Arcade, famosa villa por sus exquisitas ostras
En vistas de que Paco no llega, Primi y yo decidimos continuar el Camino.
Cruzamos Redondela sin detenernos. Ahora se ven algunos peregrinos, exceptuando
los del numeroso grupo de la excursión. Ha dejado de llover y ha salido un tímido sol
que nos alegra la mañana.
Nos detenemos de nuevo en un bar en las proximidades de Arcade. Mientras
descargamos nuestras mochilas un hombre se me acerca y me dice que me falta
algo, que me espere. Se va hacia su coche, allí aparcado, y saca una preciosa
calabaza que, sonriente, me regala.
La calabaza
Entramos en la cafetería y, mientras tomamos unas cervezas, llegan Ángel y Luís, que
se han entretenido en Redondela. Invito
al café del hombre que me ha regalado la calabaza, que acepta encantado.
En la cafetería
Charlamos sobre las incidencias de la etapa esperando ver aparecer a Paco, que
viene ya cerca. Ocasionalmente por la ventana se ven pasar peregrinos.
Luís
He guardado la calabaza en una bolsa de plástico pensando en si llevármela o no.
Al final llegaría hasta Santiago, después hasta Segovia, y luego al huerto de
Primi que, una vez abierta, sembraría las pepitas, produciendo gran cantidad
de calabazas pequeñitas.
Cuando llega Paco, finalizadas las consumiciones, nos ponemos de nuevo en marcha
hacia Ponte Sampaio.
Ponte Sampaio
Ponte Sampaio, histórico puente sobre el río Verdugo, donde los franceses
se vieron fuertemente vapuleados en una cruenta batalla que se libró en este
lugar durante la Guerra de la Independencia.
Ponte Sampaio
Subiendo lentamente empinadas cuestas atravesamos la población y continuamos la marcha
hacia Pontevedra.
Empinadas cuestas
La incómoda lluvia vuelve a aparecer y nos obliga a sacar de nuevo los
paraguas y a recogernos los pantalones.
Llueve otra vez
Varios kilómetros más adelante decidimos resguardarnos de la lluvia, cada vez
más intensa, en una cafetería que encontramos a nuestro paso. En el bar, saludo a una
simpática aldeana viejecita que, al ver que la voy a fotografiar, se esconde para
evitarlo, aunque no lo consigue del todo.
Típica aldeana gallega
Finalizadas las cervezas reemprendemos la marcha, siempre bajo la lluvia, que
se ha moderado un poco. Faltando cuatro o cinco kilómetros hasta Pontevedra
Primi y yo nos paramos en un restaurante a comer algo. Poco después llegaríamos
al albergue de Pontevedra donde ya están acoplados nuestros amigos.
Albergue en Pontevedra
El albergue es nuevo y acogedor y, aunque hay algunos peregrinos alojados,
sobran las literas. Una vez acoplados y a pesar de la lluvia salimos a dar una
vuelta por la ciudad.
Llueve en Pontevedra
El albergue se cierra a las diez y nosotros queremos ver el partido de
futbol en televisión por lo que Primi, que no se encuentra muy católico,
se ofrece a quedarse para abrirnos la puerta a nuestro regreso.
Partido de futbol: gran expectación
Después de tomar algunos pinchos mientras vemos el partido regresamos al
albergue. Primi, que nos está esperando, nos abre la puerta.