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Viernes, 7 de Mayo de 2004
Etapa 2: DE RABANAL DEL CAMINO A PONFERRADA


A las 08:30, despu�s de asearse y preparar sus mochilas, suben a desayunar. Les sorprende la presencia de Ute en una mesa desayunando pues sab�an que se hab�a quedado el d�a anterior en el albergue de Rabanal del Camino. Hab�a salido a las 07:15 de la ma�ana y despu�s de recorrer los 6 kil�metros, hab�a parado all� a desayunar.


Desayunando con Ute, "The Fast Woman"

Una vez finalizado el desayuno se despiden de Ute y de los hospitaleros y comienzan su marcha. Ella, �The Fast Woman�, despu�s les alcanzar�a.

Gracias a haber continuado el d�a anterior hasta Foncebad�n ahora la etapa hab�a quedado reducida a 27 kil�metros. La niebla continuaba y el fr�o era intenso. Aunque en un principio pensaron continuar el camino por la carretera, al final se decidieron por el propio camino, pues, seg�n algunos peregrinos, aparte de la nieve, la senda no se encontraba en mal estado. Toda la ladera del Monte Irago se ve�a cubierta por un manto blanco.


Niebla, nieve y fr�o

A buen ritmo, tapados hasta las orejas, van adelantando a otros grupos de peregrinos. Poco a poco, a trav�s de la niebla, se van acercando a La Cruz de Ferro. La ascensi�n, quiz�s debido al fr�o, no se les hace tan dura como les hab�an comentado.


Hacia la Cruz de Ferro

Ya en La Cruz de Ferro, subiendo cuidadosamente al mont�culo formado por miles de piedras depositadas por otros peregrinos siguiendo la antigua tradici�n y, ahora, cubierto de nieve congelada, se hacen algunas fotos. Grupos de ciclistas y otros peregrinos de a pie van llegando a La Cruz. La carretera est� realmente peligrosa para los ciclistas oblig�ndoles a descender el monte con sumo cuidado.


La Cruz de Ferro


Piedras depositadas por peregrinos

Decididos a continuar, �ngel con las manos en los bolsillos y los otros con ellas congeladas de fr�o sin saber d�nde meterlas a pesar de los guantes de Primi, empe�ados en no desprenderse de las famosas ca�as que les serv�an como bastones, se cruzan con un coche patrulla de la Polic�a Nacional que se encuentra parado junto a la carretera seguramente en previsi�n de que alg�n peregrino necesite su ayuda. Ante la pregunta a Primi por un polic�a de si no lleva fr�o �ste, sonriente, les contesta que, si quieren que les diga la verdad, pues s�.


Contin�a la nuebla y el fr�o

La niebla se hace m�s espesa por momentos. A ritmo r�pido, descienden el Monte Irago acerc�ndose a Manjar�n. Primi lleva arrastrando su ca�a haciendo un ru�do que, de tan reiterado, acaba por ser molesto. Las ramas de los arbustos se encuentran cargadas de nieve congelada, as� como el pelo de Primi y el de �ngel. No as� el de Michel pues lleva su sombrero en la cabeza resguard�ndose como puede del fr�o. Primi ha hecho un recuento de sus pasos y comenta que le salen 1.057 en un kil�metro, cosa evidentemente imposible, por lo que deber� efectuarlo de nuevo. Michel le comenta que, el pasado a�o, �l hizo tres recuentos de pasos con los siguientes resultados: 642, 640 y 643 pasos cada 500 metros. Efectuando la media saldr�an 1.283 pasos cada kil�metro aproximadamente.


Hermita cerca de Manjar�n


Primi con el pelo blanco congelado


Ramas con nieve congelada

Mientras el largo descenso dejando atr�s Manjar�n, el sol va tomando fuerza y la niebla desaparece. La ma�ana es ahora soleada y agradable. Ya no hace tanto fr�o. El ritmo, seg�n los controles que a menudo realiza Michel, es de seis kil�metros a la hora, lo que no est� nada mal. A veces miraban hacia atr�s sabiendo que Ute vendr�a comi�ndoles terreno. Alcanzaron a verla, siguiendo sus pasos, a lo lejos, antes de llegar a El Acebo. Sonrientes, apretaron la marcha. No quer�an que "The Fast Woman" les alcanzara.


Hacia El Acebo


The Fast Woman viene pis�ndoles los talones

Ya en El Acebo, sentados en una mesa que les hab�a cedido el grupo de peregrinos jubilados de Bancaja tomando unas refrescantes cervezas acompa�adas por enormes empanadillas, comprueban el ritmo que han desarrollado en las �ltimas dos horas. Once kil�metros en 2 horas y 15 minutos. No est� nada mal. El mes�n se encuentra repleto de peregrinos. Primi se cambia all� mismo de camiseta recibiendo la correpondiente llamada de atenci�n de Michel por mal educado. Mientras bromean con un numeroso grupo de ciclistas malague�os, les reparten tarjetas para que visiten su p�gina web y se hacen algunas fotos, llegan Poly y Sophie, a quienes Primi reparte sus tarjetas y toma sus correos electr�nicos, adem�s de Ute, sonriente. No les ha adelantado por muy poco. Primi, �ltimamente muy coqueto con su peine, que ahora lleva en el bolsillo, copiando la costumbre de su amigo Michel, se va a peinar al servicio, donde se encuentra con Ute, con quien charla amigablemente.


El Acebo, precioso pueblo


Emilio y Pepe, peregrinos ciclistas malague�os


Peregrinos ciclistas malague�os

Emilio, peregrino ciclista malague�o, les relat�, muy agradecido, c�mo hab�an tenido que llevar a uno de sus compa�eros al ambulatorio donde les hab�an tratado de forma espl�ndida, fenomenal, d�ndole preferencia sobre el resto de pacientes que se encontraban esperando.

Una vez despedidos del grupo de ciclistas de M�laga, con quienes ya no volver�an a encontrarse, del resto de peregrinos, de Silvia, la simp�tica camarera, y de otro grupo que se dirig�a en coche a Ponferrada y a quienes Primi les hab�a preguntado bromeando si podr�an llevarle en el coche, mientras contin�an llegando otros grupos de peregrinos a quienes tambi�n Primi reparte sus tarjetas, los amigos se disponen a reemprender su marcha.


Carmen y Rosa, peregrinas malague�as

La ma�ana es ahora espl�ndida. La senda contin�a descendiendo rodeando la falda de la monta�a a trav�s de verdes praderas repletas de bonitas flores blancas y amarillas. Michel se va retrasando entretenido en juntar un ramo de margaritas mezclado con otras blancas.

Cerca de Molinaseca saludan a una simp�tica pareja de peregrinos que comen junto a un arroyo y que poco tiempo despu�s sabr�an que eran procedentes de Ponferrada.


Hacia Molinaseca

Mientras �ngel y Primi buscan un mes�n para comer, Michel, algo retrasado, llega al precioso pueblo. Las casas, de piedra, son imponentes y el puente, tambi�n de piedra, que atraviesa el r�o, impresionante.


Molinaseca


Iglesia


�ngel


Puente de piedra

Son las 15:10 cuando deciden comer en el Mes�n El Yantar de Muriel donde una simp�tica castellano-leonesa, Esperanza, les atiende amablemente. Mientras comen, comentan diferentes momentos de la etapa. Nieve, niebla y fr�o, primero. Sol y calor, despu�s. �ngel no olvida comentar a Esperanza que tenga preparada en el congelador alguna botella de "Elixir del Santo" para finalizar la comida. Michel bromea con las aceitunas de su ensalada.


Mes�n el Yantar de Muriel


Esperanza en el Mes�n el Yantar de Muriel

Ya finalizando la comida, Esperanza les trae tres botellitas de diferentes tipos de "Elixir". Blanco, de hierbas y de caf�. Mientras los tres amigos dan buena cuenta de ellos, llega la pareja de peregrinos de Ponferrada. Hab�an cre�do que se trataba de un matrimonio pero pronto les sacaron de su error. Genoveva y Jos� Lu�s eran amigos y hac�an el Camino juntos. Despu�s de hacer las presentaciones conversaron agradablemente sobre la procedencia de cada uno y sobre algunas an�cdotas del Camino. Esa noche dormir�an en Ponferrada, en casa. Genoveva, "Bebi" para los amigos, coment� que intentar�a entrar desde su casa en la famosa p�gina en Internet.


Bebi y Jose Lu�s, de Ponferrada

La tarde es agradable y no hay prisa por lo que han bajado el ritmo y van despacio. Ya teniendo las famosas chimeneas de Ponferrada a la vista, Michel vuelve a retrasarse. En un cruce pregunta por la direcci�n que debe tomar para llegar al albergue. El simp�tico anciano, con suma amabilidad, se dispone a acompa�arle. Se llama Antonio Magallanes y lleva ya un tiempo jubilado. Ven�a de buscar esp�rragos trigueros de campo. Tra�a un buen pu�ado. En el trayecto le cont� la forma de buscarlos, recogerlos y despu�s cocinarlos. Poco despu�s, llegados a la puerta del refugio, se despiden. Michel estaba encantado.


Llegando a Ponferrada

Ya en el albergue, junto a sus amigos y Jose Ernesto, a quien ahora acompa�aba Manolo y que no hab�an vuelto a ver desde El Ganso, se hacen algunas fotos. Encuentran tambi�n a David con quien bromean sobre si uno es m�s fantasma que otro y sobre si hay o no muchos fantasmas en el mundo. Despu�s de una buena ducha, preparados para dar una vuelta por la ciudad, reciben una llamada de Lu�s Mart�n indic�ndoles que estaban llegando al albergue procedentes de Segovia. Lu�s Mart�n y Lu�s Barrio, se incorporar�an al grupo esa misma tarde para efectuar el Camino ya juntos hasta Santiago.


Con Jose Ernesto

Mientras esperaban a los Lu�ses, despu�s de ponerse de acuerdo sobre la hora de regreso con el hospitalero, joven con una mano vendada, aprovecharon para dar una vuelta por la ciudad y tomar algunas cervezas.


En el Castillo de Ponferrada


Tomando unas cervezas en el local de Encina, simp�tica leonesa

Una vez reunidos los cinco amigos buscan un lugar donde cenar. Finalizada la cena, despu�s de comentar an�cdotas de las etapas pasadas y del viaje de los dos incorporados al grupo, regresan al refugio con intenci�n de descansar, no sin antes hacerse con una botellita de "elixir" y un par de botellas de agua.


La cena

Ya en el refugio, mientras el resto se acopla en sus literas, Primi y Michel buscan un lugar donde echarse un cigarrillo, con buen cuidado de que el hospitalero no les viera, ya que les hab�a prohibido fumar en el recinto. Poco despu�s regresan a sus literas. Primi no encuentra su m�vil y prepara una escandalera mientras pide ayuda a Michel para buscarlo. Michel, apoyado por algunos peregrinos ciclistas, le aconsejan callar y dejarlo para la ma�ana siguiente, pero �l no se conforma. Por fin lo encuentra

El d�a hab�a sido largo y los kil�metros acumulados comenzaban a hacer su efecto por lo que ya en sus literas no tardaron en caer profundamente dormidos.