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Jueves, 13 de Mayo de 2004
Etapa 8: DE PALAS DE REI A ARZUA


A las 07:30 de la mañana la tranquilidad del albergue se rompe con la actividad de los peregrinos. La mañana es, como ya es habitual, muy soleada. Aunque tenían planificada la etapa de 27,5 kilómetros, los 4 kilómetros adelantados el día anterior la hacían más asequible para las ya desgastadas fuerzas de algunos de los peregrinos. Después de enviar en taxi las mochilas de Yoly y Luís, comienzan la andadura.


Hórreo en el Albergue Domingo

El camino hasta la Casa de los Somoza es un agradable paseo bajo bosques sombríos de carballos que protegen a los peregrinos de los rayos del sol. Poco antes de llegar se entra en tierras de A Coruña quedando atrás la provincia de Lugo.


Provincia de A Coruña

Yoly, Luís el Negro, Ángel y Michel se han adelantado mientras Reyes acompaña a Primi y a Luís Martín, que camina muy despacio. Primi, quizás debido a la queimada, quizás debido al acumulado cansancio, no se encuentra muy "católico". Camina despacio y ensimismado, sin su habitual alegría. Poco a poco se van agrupando en Casa de los Somoza, donde su amiga Puri y Jesús les preparan el desayuno. Antes de continuar el camino, Puri les invita a unos "elixires" que, aunque les parecen excelentes, sólo lo prueban, debido a la hora tan temprana. Muchos peregrinos desfilan por la carretera y les saludan a su paso desde lejos.


Casa de los Somoza

Poco después, recogidas las camisetas del tendedero, ya secas, parten bajo un calor sofocante hacia Melide. Luís Martín se había adelantado hacía tiempo.


Hacia Melide

En las fuentes del polígono de Melide, Ángel remolonea intentando mojar a algún despistado. Yoly, sorprendida, procura retirarse recriminando a Michel que no intenta avisar. Michel sonríe lejos también de la fuente.


Michel

Poco a poco se van acercando a Furelos. Mientras tanto, muy adelantados, Primi y Reyes llegan a Melide y junto a Luís Martín buscan el Restaurante Exequiel, parada obligatoria de peregrinos. Mientras esperan a los suyos llegan Pepe y Tony, de "los sabandeños". Primi les pregunta si van a comer allí y si van a tocar. Como no saben si se lo van a permitir, Primi se ofrece para hacer las gestiones oportunas.


Luís, llegando a Furelos

En Furelos, algunos visitan el Cristo de la mano tendida mientras otros continúan hacia Melide. Ángel, de acuerdo con Michel, espera escondido en una fuente a Luís el Negro y Yoly que se habían detenido visitando al Cristo. Michel con su cámara preparada y Ángel con un vaso de plástico repleto de agua.



Ángel, en la fuente

Cuando se acercan Yoly y Luís, algo intuyen, pues salen disparados. El remojón se ha quedado en el intento.

Ángel y Michel se han quedado atrás. Ya en la subida hacia Melide les adelantan el grupo de caballistas. Ana, preciosa catalana, hace galopar a su imponente caballo ante ellos por la pradera creando una bella estampa.


Los jinetes

Mientras Ángel se dirige directamente al Exequiel, Michel se desvía hacia la carretera que cruza el pueblo en busca de una tienda donde poder comprar una toalla. Aún andaba sin ella. Al no encontrar lo que buscaba camina despacio también hacia el Exequiel donde ya estaban sus amigos reunidos.

Nada más entrar saluda a Jorge, el hijo de la dueña, quien le toma del brazo y, sin decirle el motivo, le cruza hasta el fondo del local y le hace salir por una puerta trasera. Caminan por la calle y cincuenta metros más allá abre la puerta de otro local y le muestra una gran sala que están acondicionando para restaurante. Sería el nuevo "Exequiel". Le comenta que van a inaugurarlo al día siguiente y que el otro restaurante lo cerrarán. Michel le agradece el detalle, toma algunas fotos y regresan juntos al viejo restaurante.


Michel, en el nuevo Exequiel


Jorge, en su nuevo restaurante

Mientras tanto continuaban llegando peregrinos llenando poco a poco las largas mesas del Exequiel.


Luís se dirige al Exequiel


Preparando el famoso pulpo

Cuando Michel regresa con Jorge se sorprende al ver a Primi portando dos guitarras, una en cada mano, dirigiéndose al fondo del local. Había hablado con Jorge sobre la posibilidad de tocar allí y, aunque al principio se mostró remiso, después no se arrepentiría. Primi ayudaba a Chencho a transportar los instrumentos. Allí estaban "los sabandeños" dispuestos para comer y amenizar después la sobremesa.


"Los sabandeños"

Poco a poco se fueron llenando las mesas de peregrinos dispuestos a dar buena cuenta del pulpo, las patatas y el fresco ribeiro que, tomado en taza, hacía las delicias de los agotados caminantes.


"grupo mixto"


"los jinetes"


"otro grupo mixto"

Cuando el grupo de peregrinos canarios finalizan la comida preparan los instrumentos y comienzan a interpretar preciosas canciones, muy conocidas.


"Los sabandeños" en acción

El ambiente festivo que se forma en unos segundos es indescriptible. Los peregrinos acompañan las alegres canciones y se toman de las manos con los brazos en alto acompañando el ritmo de la música con el movimiento.


Todos cantando ...

Muchos salen al pasillo y bailan sin hacer caso de su agotamiento y sus lesiones. El dolor queda olvidado sustituido por una alegría contagiosa. Todos bailan con todos sin distinciones, como si se conocieran de toda la vida. La amistad y el compañerismo se hacen patentes. Incluso los más afectados por ampollas o lesiones cantan y bailan al ritmo de una música que jamás olvidarán.


y bailando


Luís


Canción dedicada a María, la segoviana


Ana, de Toledo


"algunos jinetes"


"la americana"


"los músicos"


"la última"

Aproximadamente a las 15:00 horas los peregrinos, exhaustos pero felices, comienzan a desfilar. Ana, del grupo de los jinetes, le comenta a Michel que más adelante, en Castañeda, efectuarán una parada para dar cuenta de un jamón y buen vino. Están todos invitados.

Antes de abandonar Melide aún se hacen algunas fotos.


Grupo de peregrinos

Ya en ruta, mientras Michel toma una foto, Ángel "refresca" a algunos de los amigos canarios en una fuente. Hace calor y ellos ni se inmutan. Continúan juntos el Camino.


Ni se inmutan

Luís, Reyes y Primi se han adelantado, seguramente debido al olor del jamón. Pasan Castañeda sin encontrar ratro de los jinetes. Poco después se les une el grupo de Ángel y los canarios. Tampoco han visto a los jinetes así que continúan con la esperanza de encontrarlos. Luís Martín se va retrasando de nuevo y es el único que disfrutaría del jamón.


El famoso jamón

Sin otra cosa que hacer, ascienden sudorosos el monte cuyo descenso les llevaría hasta Ribadiso. Los canarios se han ido retrasando mientras esperaban al coche escoba que transportaba los instrumentos y que les llevaría hasta Arzúa.

Juntos ya en el "Bar Manuel", bar que regenta su amiga Carmen y su marido, Manuel, cercano al Albergue de Ribadiso, a excepción de Luís Martín que continuaba rezagado, lo que le valió probar el vino y el jamón de los caballistas, después de saludar a Carmen y tomar una cerveza, se han dirigido al albergue con intención de acoplarse en sus literas. La hospitalera que les recibe en el albergue no es muy simpática. Asigna las literas por riguroso orden de llegada de los peregrinos sin tener en cuenta, en ningún momento, si alguno viene rezagado por lesiones o cualquier otra causa. Aunque Ángel y Michel habían cargado con la mochila de Luís desde el bar de Carmen donde las había dejado el taxista, no ha querido darles una litera para él. Han dejado allí, junto al mostrador donde habían montado la recepción, la mochila, y les han acoplado en varias literas en un ala del piso superior.

Una vez acoplados el saco y la mochila en su litera, Michel se dirige a la escalinata que se introduce en el río a descansar y disfrutar del remanso de agua fresca en el que tantas veces ha metido los pies. Muchos peregrinos disfrutaban del sol descansando tumbados en la hierba. Primi ya estaba allí charlando con Ana mientras se refrescaban los pies en el agua. Cuando Ángel se ha acercado envuelto en su toalla después de ducharse Michel hace intención de tirar de ella. Él ha salido corriendo. La gente aplaudía divertida. Después, con la misma toalla de Ángel, Michel se ha ido a duchar. Cuando ha regresado a la litera para cambiarse, Yolanda se estaba quedando dormida. Parecía tremendamente cansada.

Una vez cambiado de ropa, acicalado con su famosa "aqua velva", ha dejado el botellín en el suelo por si alguien quería perfumarse un poco y se ha acercado de nuevo al remanso. Allí ha charlado agradablemente con Ana que aún se encontraba allí. Los saltos de alguna trucha les ha llevado al tema de la época del desove. Ellas, Katy y Ana, están en el paro, de momento, por lo que han aprovechado para efectuar el Camino.


Ana y Katy

Pronto ha llegado Katy y acto seguido Luís, al que Michel acompaña al mostrador para apuntarse y recoger la mochila y después a las literas del albergue. Después de dejar a Luís organizándose y a Yoly medio dormida se han acercado a la terraza del bar de Carmen. La tarde es soleada aunque hace algo de fresco. Sentados en la terraza charlan de las incidencias de la jornada. Michel llama por el móvil a Luís para que, cuando suba al bar, le acerque su chaleco pues se está quedando frío.

Poco a poco han ido llegando otros peregrinos que se han unido a la animada charla. David, María, la pelirroja segoviana, Ana, la americana, el irlandés, las austriacas, las dos Beni's ... mientras otros grupos ya cenaban dentro, en el bar. Michel invita a una mujer suiza que se había sentado en el suelo a hacerlo en una de las sillas cerca de Primi, quien aprovecha para practicar con ella su inglés y entregarle una de sus famosas tarjetas de la página web. Después resultaría que conocía el pueblecito de Verbiere, localidad suiza donde Ángel y Michel, junto a otros amigos, habían pasado doce días de vacaciones en la montaña, hacía ya algunos años. Hacía el Camino con intención de llegar a Finisterre.

Mientras disfrutaban del sol charlando animadamente, ha llegado el grupo de peregrinos caballistas que se dirigen hasta Arzúa. Traían a lomos de los caballos a las dos mujeres de Marbella y a Yolanda, de Madrid. El responsable del grupo de jinetes les ha entregado una tarjeta por si, en alguna ocasión, les diera por hacer el Camino a caballo. Siemplemente es un tema económico.


Precioso peregrino blanco

Después de hacer entrega oficial a Carmen del libro de recuerdos del Camino del año anterior que han llevado para ella durante todo el viaje y que tantas veces lo han mostrado a diferentes peregrinos, han entrado dentro con intención de cenar.



Entrega del libro. Al fondo, María



Carmen revisa el libro. Al fondo, las sevillanas


Se les unen las encantadoras Beni's que, aunque en principio pensaban llegar hasta Arzúa, han decidido quedarse a dormir en Ribadiso.

La cena es muy animada y agradable entre numerosos chistes de Carmen, Primi y el del famoso "camello" de Ángel. Carmen, muy amable, les ha sorprendido regalándoles nueve camisetas de su Bar. Ellos prometen, y así lo harían, entrar en Santiago con ellas puestas. Después de un par de "elixires del Santo", algunos peregrinos se han ido retirando hacia el albergue. Ángel y Luís Martín también se van acompañados por Reyes y las Beni's.



Ángel y "su chiste del camello"


Primi, Luís el Negro, Yolanda y Michel deciden tomar con Carmen un último cubata. Mientras Michel poco después baja tras Luís al remanso, completamente a oscuras, con mucho cuidado para no desviarse al atravesar el puente sobre el río Iso, Yoly y Primi aún se quedan en el bar charlando animadamente con Carmen y Manuel y otros amigos de Carmen que reconocieron a Primi de su visita del año pasado y recordaron a Michel preguntándole sonrientes: ¿Dónde está el de las botas?. ¿Las encontró ya?.

Cuando Michel llega al albergue se encuentra en la puerta con Pedro y su amigo que, sujetos al cuello de una botella de whisky, le ofrecen sonrientes un trago. Michel divertido acepta y se retira al remanso a echar un cigarrillo. Ellos habían cenado conejos y pollo en el albergue junto a otros muchos peregrinos, preparados por ellos mismos, además de algunas botellas de vino, y ahora disfrutaban de la noche y del ardiente contenido de la botella.

La noche es ahora estrellada y cálida. La luna, ahora descubierta, se refleja posada en las aguas que discurren en su incansable "caminar" hacia otras tierras, hacia el mar.

Los dos amigos de nuevo se aproximan al remanso cantando, agarrados por los hombros y, siempre con la botella, le ofrecen otro trago que Michel ahora rechaza sonriente. Muerto de risa, en un intento de alejarlos de allí pues había ya mucha gente durmiendo, les indica que podrían tomarse un café en el bar de Carmen, que aún está abierto y que les ayudaría a despejarse. Siguiendo sus indicaciones, con paso vacilante, atraviesan abrazados y cantando la oscuridad del puente y se dirigen hacia el bar donde aún están Yoly y Primi.

"Cara al ssssol con la camissssa nueeeeva ... hip ...
que tú... hip ... bordasssste rojo ayer ... "

La paz ha vuelto al lugar. Mientras fumaba un cigarrillo en la escalera del río escuchando, muy divertido, las canciones cada vez más alejadas de los dos amigos, han llegado Yolanda y Primi (quejándose éste de que nunca tiene la linterna a mano cuando le hace falta), y le comentan el gracioso encuentro con Pedro y su amigo. Poco después Michel se ha retirado al albergue mientras ellos aún se quedaban en el remanso charlando y aconsejando a Pedro que tuvieran cuidado no fueran a caerse al río.

La subida al primer piso del albergue le ha resultado difícil debido a la oscuridad reinante. Ayudado por el mechero ha logrado subir sin incidentes y, cansado, se ha acostado con el mechero en la mano pensando en alumbrar a Yoly y a Primi cuando llegaran. María y David, los "okupas" según Primi, habían tendido sus sacos en el suelo pues no habían encontrado literas libres y no se les veía con la oscuridad reinante. Adormecido les ha oído subir y ha encendido el mechero. Después de escuchar a Primi y a David, con quien ha tropezado, bajar de nuevo para comprobar si Pedro y su amigo estaban bien, ya en sus literas, se ha quedado profundamente dormido.

Durante la noche, ha tenido que despertar varias veces a Luís el Negro, que dormía en la litera encima de él, ante la mirada insomne y divertida de Reyes. Sus tremendos ronquidos eran espectaculares. Retumbaban, potentes, rítmicos e insistentes, en todo el albergue.

Por la mañana ha encontrado la botella de "aqua velva" tumbada en el suelo en lugar diferente de donde la había dejado. Alguien ha debido dar un chupito pensando que era agua.