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Mi Primer Camino


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S�bado, 8 de Mayo de 2004
Etapa 3: DE PONFERRADA A VILLAFRANCA DEL BIERZO


Por la ma�ana, un peregrino del grupo de ciclistas, compa�eros de habitaci�n, le hizo alg�n comentario a Primi sobre la noche anterior. Sin darlo mayor importancia, comentando el mono por andar que padec�a en aquellos momentos Lu�s Mart�n (pronto se le pasar�a), salieron a desayunar. Mariluz, como es costumbre en aquellos mesones, les atendi� con simpat�a. Eran las 09:10 de una ma�ana soleada y espl�ndida.


Desayunando en Ponferrada

La etapa promete ser c�moda por lo que, sin prisas, comienzan el Camino. Algunos se quedan rezagados tomando algunas fotos en Columbrianos mientras Primi y Michel se adelantan poco a poco hasta que, sin fijarse demasiado en las indicaciones, se desv�an del Camino sin darse cuenta.


Columbrianos


Los "Lu�ses"

Quinientos metros m�s adelante, Michel, preocupado por la ausencia de se�ales, pregunta a un labrador si van bien por all�. Entretenidos con el desgaste de las ca�as, sobre todo la de Primi, se hab�an desviado del camino. Despu�s de desandar lo andado salen de nuevo a la senda correcta bastante rezagados ahora del resto de amigos.

Poco tiempo despu�s, a�n retrasados, paran en un mes�n al comienzo de Fuentes Nuevas y toman una cerveza. Un peregrino de edad avanzada que viene desde Roncesvalles se sorprende por el peso y volumen de sus mochilas. Les explica que �l ha procurado llevar lo extrictamente imprescindible, que es muy importante vigilar el peso y que por eso no lleva ni reloj, ni peine, ni casi nada de nada. Realmente su mochila es rid�cula comparada con la de los dos amigos.

A las 10:20, ya en Camponaraya conectan con el resto del grupo a quienes se ha unido Jose Ernesto. Est�n sentados en la Plaza en el CyberCaf� Scorpio, donde Merce les atiende con las cervezas. Primi busca su "ladr�n" que ha llevado expresamente para cargar m�viles y se lleva el de Michel para efectuar su carga junto al suyo.


Con Merce y Jose Ernesto

Michel, por su parte, aprovecha para, con la ayuda de �ngel, volcar el contenido de su botella de "aqua velva" en un botell�n de pl�stico de agua. Tira la pesada botella de cristal pensando en los consejos que el peregrino les acababa de dar. Satisfechos, aprovechan para refrecarse un poco con el l�quido azul.


Transvase del "aqua velva"

Despu�s de un largo descanso, no ten�an ninguna prisa, recogen sus m�viles y contin�an hacia Cacabelos, donde pensaban comer.


Hacia Cacabelos


Vi�as del Bierzo

Ser�an seis kil�metros muy agradables y relajados. La calurosa ma�ana invitaba a ir despacio. Grandes extensiones de vi�edos, perfectamente alineados, promet�an una buena cosecha. Una hora despu�s divisaban el precioso pueblo y se dirig�an hacia el famoso mes�n Prada a Tope donde Natalia les dar�a la bienvenida con algunos vasos de buen vino tinto.


Natalia en Prada a Tope

La comida, como ya conoc�an de otras ocasiones, excelente. Mientras saboreaban las exquisitas truchas recomendadas por Laura y un buen vino, conversaron sobre pasadas an�cdotas del Camino y bromearon con la ca�a de pescar de Lu�s. Que si "te la voy a sacar", que si "te la voy a ense�ar", que si plegada puede leerse "reCopla", que si estirada esto se convierte en "recuerdo de Constantinopla"...


Comida en Prada a Tope


Partida desde Cacabelos

Dispuestos a completar los siete kil�metros restantes, se ponen en marcha sin demasiado �mpetu. La tarde es soleada y calurosa y el caminar se hace pesado y lento.

A la salida de Cacabelos, Michel recoge un capullo de hermosa rosa roja y lo lleva distra�do en la mano. Huele bien. Pronto Primi y Michel se van quedando rezagados. No se ven demasiados peregrinos seguramente debido a la hora. La mayor�a habr�a ya llegado a su destino. Ante la pregunta curiosa de Primi sobre la rosa, Michel le contesta sonriente que se la piensa regalar a Ute cuando la vean de nuevo. Primi sonr�e a su vez, aunque no dice nada.

�ngel, a trav�s del m�vil, les pregunta que cu�nto les falta. Ellos ya han llegado a Villafranca y han guardado literas en el Albergue Municipal. Parece que el de Jato, donde les esperar�an, se encuentra completo.


Villafranca del Bierzo

Ya en Villafranca los dos amigos se dirigen al Albergue de Jato en busca de sus compa�eros. Michel, unos metros antes de llegar, cansado de llevar la rosa en la mano, la deposita en una piedra y se olvida de ella. Acto seguido se encuentran con sus amigos sentados en una mesa junto a David, Alfonso, Ute, Poly y Sophie, el propio Jato y otros peregrinos a�n desconocidos. Primi, raudo y veloz, saluda y regala la rosa a Ute, quien se lo agradece con una amplia sonrisa. Michel, sorprendido y sonriente, no puede por menos que exclamar ... ��� Qu� cabr�n !!!...


En el albergue de Jato

( Primi... " seguimos hasta Villafranca y, aunque en la gu�a el camino parece recto se nos hace muy largo, a m� por lo menos. Iba con Michel que llevaba un capullo en la mano (d�nde lo habr�a cogido) con intenci�n, seg�n me explic�, de entreg�rselo a Ute y, a tres metros de Jato, cansado del enorme peso, decide tirarlo, momento en que aprovecho para recogerlo y ... f�jate t� quien habia en Jato, efectivamente la misma ... no me extra�a la cara de sorpresa de Michel " ...)


Con Ute y la rosa


Ute y Michel


Arriba: Primi, Sophie, Ute, Lu�s, Alfonso y Manolo
Abajo: Jato y Lu�s


Arriba: Primi, Sophie, Michel, Ute, Lu�s, Alfonso y Manolo
Abajo: Jato y Lu�s


Viene �ngel


Poly, Primi y Sophie

Mientras se tomaban algunas cervezas y degustaban el vino de Jato, �ngel ense�aba el GPS a un grupo de peregrinos, entre ellos dos sevillanas, Yoly y Reyes, que a partir de aqu� se convertir�an en compa�eras de viaje, y David, el peregrino ya conocido de Plasencia, quienes ante la invitaci�n de Primi, pronto se unieron al grupo.


Reyes, Yoly y David

Despu�s de pasar por el Albergue Municipal para dejar sus mochilas donde �ngel les hab�a indicado y de darse una buena ducha, Michel y Primi volvieron al Jato con intenci�n de cenar con sus amigos. Cuando llegaron s�lo quedaba un poquito de sopa y algunos huevos fritos.


Tania, la hospitalera


La cena

Nada m�s cenar Jato les prepar� una de sus famosas "queimadas" en la que parte del conjuro le formul� su hija. Mientras formulaba la otra parte, por dos veces Jato pidi� que formularan un deseo y por dos veces Michel, sonriendo, brome� en voz alta: "Que desaparezca mi mochila".


La queimada


El conjuro


Grupo de peregrinos


Tomando la queimada


Peregrino austriaco junto a una amiga catalana

Poco a poco, una vez finalizada la queimada, los peregrinos se retiran a dormir. Algunos en el propio albergue de Jato, otros, al Municipal. Michel, sin tabaco, decide bajar al pueblo a buscarlo. Le acompa�an Lu�s y Primi. Mientras compran el tabaco toman un cubata y hacen algunas fotograf�as. Les hace gracia el escrito en un azulejo del mes�n.


Cosas del rabo


Tomando una copa

Michel se adelanta hacia el albergue mientras Primi y Lu�s contin�an la conversaci�n pidiendo otro cubata. Cuando llega el albergue est� a oscuras y su mochila no aparece. Recordando el conjuro piensa que es una broma de sus amigos pero no se decide a despertarlos. Baja los tres pisos busc�ndola y vuelve a subir sin encontrarla. Un poco mosca sobre todo por el golpe que se ha dado en la cabeza en el bajo techo del tercer piso y que le ha hecho ver las estrellas decide meterse en la litera y cubrirse con una vieja manta que encuentra en la litera de arriba.

Rendido por el largo d�a, pronto se queda profundamente dormido.

(Primi ... " ... en un momento de despiste, cuando Michel formul� su deseo, me dijo David que si hac�amos que se cumpliera ... fu�mos al albergue Municipal, le dije cu�l era su mochila y, din dudarlo, la baj� al comedor ... despu�s regresamos a la queimada ...").