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Sábado, 15 de de Mayo de 2004
Etapa 10: DE MONTE DO GOZO A SANTIAGO DE COMPOSTELA


A las 07:15 de la mañana ha sonado el móvil despertador de Michel. Tumbado en una de las literas de arriba ha intentado detectar la procedencia del inoportuno, aunque agradable, sonido. Cuando al fin se ha dado cuenta, el móvil estaba en algún lugar inaccesible de su forro polar. Le ha pedido a Ángel, tumbado frente a él en una litera baja, que lo apagara, pero Ángel no tenía ni idéa de dónde se encontraba el aparato. Al fín, tras varios esfuerzos, Michel ha logrado apagarlo.

Inevitablemente despejado y después de un buen trago de agua, ha bajado de la incómoda litera con tremenda dificultad al suelo. El agudo dolor al apoyar sus pies en los estrechos peldaños de madera le ha despejado del todo. Luís Barrio dormía plácidamente entre ronquidos bajo su litera. Primi también roncaba inquieto. Exceptuando a Ángel que ya se había levantado, los demás dormían sin hacer ruido. Cuando Luís Barrio y Michel han despertado a Primi éste se ha llevado un gran susto. Al despertar, alucinado, no comprendía dónde se encontraba.

Michel, desanimado por la “parva” de su mochila, ha salido al servicio y, poco después, a la puerta del albergue. El tiempo, aunque fresco, era agradable, soleado. Desde allí ha podido divisar la ya cercana ciudad de Santiago. Un frondoso bosque de árboles de eucalipto le impide ver la imponente Catedral.

El albergue es un conjunto de barracones alineados en la ladera Norte del denominado Monte do Gozo, con unas 20 habitaciones cada uno que, a su vez, pueden albergar a 8 o 10 personas. La capacidad total se eleva a unas 3.000.

De regreso a la habitación ha saludado a su amigo venezolano Jose Ernesto, contento ya de encontrarse tan cerca de su objetivo.

Organizadas las mochilas, ha salido a desayunar. Ángel ya les esperaba en el Self Server. Poco a poco se han incorporado el resto de compañeros. Después del desayuno, han salido en pequeños grupos hacia Santiago. Sería su última etapa. Seguramente debido a lo temprano de la hora no se ven muchos peregrinos. Ángel y Michel se han adelantado dispuestos a intentar arreglar el tema de la interpretación de una canción del grupo canario en la Catedral.

Ya cerca del centro de la ciudad han saludado a su amiga Elizabet que, en dirección contraria a la suya, les ha explicado que se disponía a facturar las mochilas hacia Italia. Después se encontrarían con ella en la misa de peregrinos o en la Plaza del Obradoiro.

La ciudad, aún con sus comercios cerrados, se veía muy animada. Las calles se mostraban como un hervidero de peregrinos y turistas sin, al parecer, direcciones predeterminadas.

A buen paso, detenidos a veces por los semáforos, han llegado a la Oficina del Peregrino, donde obtendrían su “Compostelana”. Ya en la puerta de cristal de la Oficina, Luís Barrio comenta que deben esperar turno. En la Oficina se encontraban algunos peregrinos esperando. Sin hacer caso, algunos intentan entrar. Antes de conseguirlo una de las oficinistas les ruega salir y esperar turno de forma algo desconsiderada. Luís se parte de risa mostrándoles el cartel donde lo pone. No parece que vea tan mal sin gafas como les ha hecho creer a lo largo de estos días.

La oficinista que atiende a Michel le explica que se han de sellar al menos dos cuadros cada día y que es obligatorio poner la fecha. Michel le avisa que es su quinto año y que nunca se lo habían advertido. Ella lo busca en la “papela” para mostrarle dónde lo pone, pero no lo encuentra. Después Michel comprobaría por sí mismo que sí lo pone.

Poco tiempo después salen satisfechos con su nuevo documento dispuestos a plastificarlo. Mientras, llegan Reyes y Primi, que se habían retrasado. Ángel comenta que los “Sabandeños” podrán cantar la “isa” en la Catedral aunque deben presentarse en la Sacristía al menos media hora antes. Ya se lo ha comunicado por teléfono.

Ángel y Michel aprovechan el tiempo libre para buscar una tienda de fotografía donde puedan descargar los chips de las memorias de sus máquinas pues las llevan saturadas. El hombre tardará como una hora por lo que deciden regresar para, una vez juntos, sentarse a hacer tiempo mientras toman unas cañas.

El paso de peregrinos es continuo, muchos son conocidos y casi todos les saludan. Aprovechan para hacerse fotos con algunos de ellos … Alfonso y los gaiteros gallegos, el matrimonio austriaco, Jose Luis, de Ponferrada ... con todos se verían después en la Plaza del Obradoiro, donde también les esperarían algunas de sus mujeres junto a otros amigos segovianos que se han desplazado desde Segovia para pasar un par de días en Santiago con ellos.


Haciendo tiempo


Peregrinos austriacos


Jose Luis


Chess, Alfonso, Chisu y Quico

Algunos les comentan que hay una larga cola para dar el abrazo al Santo por lo que deciden acercarse a la Catedral. Ángel se queda rezagado para recoger su chip de memoria de la máquina de fotos. Cuando llegan a la puerta del Perdón se encuentran con el grupo de sus mujeres y amigos y efectúan las presentaciones de las sevillanas y de algunos de los "Sabandeños" que están esperando en la puerta sin decidirse a entrar a la Sacristía.

Michel, acompañado por Luís y seguidos por Tony y el resto del grupo entra directamente en la Sacristía y pregunta a una joven y amable monjita quien le indica que debe hablarlo con el organista, a quien le presenta, y que, a su vez, le envía a comentárselo al Diácono de la Catedral. Mientras el grupo de músicos espera en la sala de la Sacristía Michel y Luís hablan con el Diácono, quien después de preguntar de qué grupo se trata, de dónde vienen y si se han inscrito en la Oficina del Peregrino, se interesa por el tema que tienen pensado interpretar. Cuando Marcelino le comentan que se trata del tema “Palmero sube a la palma”, modificada la lírica en alguna de sus partes, se niega en rotundo. Aunque intentan que escuche la canción él se niega. Les explica que conoce perfectamente la canción y que, como ellos comprenderán, no es un lugar muy apropiado para cantar:

“Palmero sube a la palma
Y dile a la palmerita
Que se asome a la ventana
Que su amor la solicita”

Desanimados deciden dejarlo. El Diácono, algo conmovido, les propone cantar un par de estrofas. En concreto las referidas a la Virgen de la Candelaria. Animados de nuevo, los amigos se ponen de acuerdo y deciden aceptar. Preguntando si hay algún lugar donde ensayar la monjita les envía al Claustro. Allí, mientras ensayan, toman algunas fotos hasta que una monja les llama para colocarlos en un banco preferente del ala derecha de la Catedral.


En el claustro


Ensayando

Marcelino le deja una guitarra a Michel y le anima a acompañarles. Él, dubitativo, en medio de la Catedral y sin saber qué hacer, interrogado por Ute sobre dónde iba con la guitarra en la mano, ve como vuelven cabizbajos y le dicen que han decidido no cantar, que se lo diga al Diácono para que no les anuncie.

Decepcionado, regresa a la Sacristía y se lo dice. El Diácono les tacha de una lista que tenía en una hoja y se despide aliviado.

Cuando sale de nuevo de la Sacristía la Catedral está repleta de gente. Seguido por El Negro buscan un lugar como pueden donde asistir a la ceremonia. Mal acoplados en medio del pasillo escuchan la larga lista de peregrinos llegados a lo largo de la mañana, su procedencia y su punto de partida del Camino.

… y de Astorga cuatro segovianos

… y de Ponferrada tres segovianos

El ambiente es impresionante y muchos peregrinos se emocionan sin poder evitarlo. Sus amigas sevillanas Yoly y Reyes, lloran emocionadas. A Primi, quizás por proximidad con las emocionadas sevillanas, quizás por solidaridad, quizás por empatía, también se le erizan los pelos de emoción. Según él mismo definiría después en dos palabras: "im-presionante". Ellos se han colocado en el ala izquierda de la Catedral junto a otros muchos peregrinos que han conocido a lo largo del Camino.


Preparando el Botafumeiro

La ceremonia se alarga. De pié, tremendamente cansados, comentan sus calambres en las piernas mientras Luís los siente en su espalda. Algo mareado, sudando como un pollo, Michel decide salir un rato. Cerca de la puerta de salida se lo piensa y se queda apoyado en un hueco en la parte de atrás de la Iglesia. Desde allí puede ver al Obispo, al Diácono y a los veinte sacerdotes que han venido a concelebrar la Sagrada Eucaristía. Le asombra el hecho de los paraguas, con los colores del Depor, utilizados para señalizar los lugares donde se daba la comunión.

Luís el Negro se le acerca, y le dice que también iba a salir, pero que le daba cargo de conciencia. Al final se queda a su lado. Ven el botafumeiro balancearse de parte a parte de la cruz. Algunas personas se han mareado y salen al aire de la calle. Aprovechan para acercarse más al centro. Por fin, termina la ceremonia y como pueden regresan a la Sacristía a recoger sus mochila. Allí estaban algunos de sus amigos los músicos charlando con el Diácono. Después de reconocer que el sacerdote llevaba razón, se despiden efusivamente.


El Botafumeiro


Catedral de Santiago

Por fin salen a la calle cargados con las mochilas. Después de llamar a su mujer para concretar dónde se encontraban, se encaminan a paso rápido a la Plaza del Obradoiro. El gentío es enorme.


Yoly y Reyes


Después de la misa


grupo de peregrinos

Poco a poco se van juntando, en muchos casos por última vez en sus vidas, parte de los peregrinos con quienes más cerca han compartido esta inolvidable experiencia. Fotos, abrazos emocionados, besos de despedida, lloros, alegría, tristeza, promesas … pronto sólo quedará el recuerdo y la añoranza.

Mientras Michel y Ángel se retiran definitivamente con sus mujeres y amigos segovianos ... los "gaiteiros" interpretan algunas de sus preciosas melodías ...


Despedida ...

Después, dispersados ya por las calles de la imponente ciudad, algunos peregrinos volverían a encontrarse mientras otros abandonan definitivamente, con tristeza, Santiago de Compostela.