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CAMINO DE SANTIAGO 2008

Etapa 3: DE HONTANAS A BOADILLA DEL CAMINO


Sábado, 10 de Mayo de 2008

Al igual que en días anteriores, el día amanece con el cielo cargado con negras nubes. Fuera, llueve con fuerza.  

Mientras desayunamos en la cafetería del albergue, Chema nos comenta el susto que le había dado durante la noche la tabla de la litera de Paco al caer sobre la suya.  

Ángel ha llamado a Boadilla del Camino, nuestro destino en la etapa de hoy y le han comentado que no hay plazas libres en los albergues. Decidimos alargar la etapa 6 kilómetros más, hasta Frómista, por lo que en total serán unos 35 kilómetros. Con tanta lluvia será una etapa larga y dura.

Iglesia de la Inmaculada (Siglo XIV)

Observamos con curiosidad cómo Iuta se prepara en uno de sus dos termos unas mezclas de yogures, pastillas y otros productos que después revuelve y guarda como oro en paño. Nos comenta que son vitaminas para el camino. Aunque nos invita a probarlo, no nos decidimos a hacerlo.   

A pesar de la intensa lluvia, los peregrinos comienzan a desfilar en pequeños grupos. Mientras subo a por mi mochila y bajo, todo el mundo ha desaparecido. Veo a lo lejos caminar a Iuta junto a Clara. Camino tras ellas bajo mi deteriorado paraguas.

Clara ha debido olvidar algo pues da media vuelta y camina hacia mí. Le digo divertido que el Camino es en dirección contraria. Me comenta que va a comprarse un impermeable.     

Convento de San Antón (Siglo XV)

Dejo atrás a Iuta y camino en solitario a buen ritmo bajo la lluvia. Alcanzo a Paco y Fernando mientras se fotografían en las las ruinas del Convento de San Antón.

Ruinas del Convento de San Antón

Nota extraída de www.deviajes.es

A pesar de sus ruinas, el viejo convento de San Antón (siglo XIV), sigue estando cargado de magia y esoterismo. Los frailes antonianos aquí instalados tenían fama por sus conocimientos en la curación del "mal de San Antón" o "fuego sacro", una enfermedad gangrenosa parecida a la lepra muy extendida en los siglos X y XI. Por el peligro de contagio, este tipo de hospitales –casi 400 en toda Europa– se construían fuera de los núcleos urbanos. Para luchar contra la enfermedad se servían de los efectos benéficos de la letra griega tau, que llevaban cosida en rojo en la túnica negra. Además no vacilaban ante el menor síntoma sospechoso de malignidad, en amputar brazos y piernas, que colgaban posteriormente en la puerta del hospital. Hoy en día es un sencillo albergue de peregrinos que abre parcialmente durante algunas épocas del año, pero se te pondrán los pelos de punta al escuchar aquellas antiguas historias.

 

Imágenes descabezadas

La construcción es asombrosa aunque se encuentra muy deteriorada. La mayoría de las imágenes están sin cabeza. Pienso que esto no se debe al deterioro. Seguramente tiene algo que ver con la "Desamortización de Mendizábal".

Llegando a Costrojeriz

Continuamos ahora los tres juntos hacia Castrojeriz. La lluvia nos acompaña a lo largo de todo el trayecto. Fernando nos ameniza el  camino con sus canciones, saltos y carreras. Animándose a sí mismo avanza a buen ritmo. Pronto Paco y yo nos quedamos rezagados.

La Colegiata de Santa María del Manzano (Siglo IX)

A la vera del Camino de Santiago, se levanta la secular Colegiata de Nuestra Señora del Manzano. La construcción de la actual iglesia se inició en 1214 por orden de la reina Berenguela, madre de Fernando III. El estilo románico aún se aprecia en la base de la torre y en las ventanas de la nave de poniente, así como en buena parte del alzado interior. El edificio fue culminado en estilo gótico, quedando configurado con tres naves de cinco tramos, siendo la central de mayor altura. A los pies de la nave principal se abre una sencilla portada apuntada, de arco abocinado, con arquivoltas y baquetones con basa y capiteles de motivos vegetales. A ambos lados aparecen dos esculturas en piedra del siglo XIII, la Virgen y San Gabriel, bajo sencillos doseles y sobre sendas ménsulas. De la misma época es la imagen de Nuestra Señora del Manzano, realizada en piedra policromada. En la actualidad, se encuentra en su propia capilla, construida en el siglo XVIII. En el interior de la iglesia destaca en el baptisterio el sepulcro gótico de doña Leonor de Castilla, reina de Aragón, que permaneció encarcelada en el castillo de Castrojeriz, donde fue ajusticiada por su sobrino Pedro I de Castilla en 1358. A finales del siglo XV y principios del XVI la Colegiata experimentó una serie de cambios, como la transformación de algunas de sus bóvedas y la ejecución del rosetón de la portada principal, recientemente restaurado.

Junto a las grandes extensiones de sembrados crecen numerosos chopos y algunos árboles frutales. Aunque la lluvia continúa, insistente, poco a poco nos acercamos al pueblo. Los tres nos agrupamos en uno de los bares de la larga calle principal. Ángel, Chema y Luís también han parado, aunque algo más adelantados.

Castrojeriz

El hombre del bar nos recomienda continuar hacia Itero de la Vega por la carretera ya que, aunque tendremos que caminar unos cuatro kilómetros más, merece la pena evitar la subida por donde transcurre el camino pues seguramente esté intransitable por los barros.

En plena ascensión

Cuando abandonamos Castrojeriz, mientras buscamos la dirección correcta a seguir, aparecen Ángel, Luís y Chema que caminan decididos hacia el camino que se divisa a lo lejos. Aparenta una fuerte subida y dudamos si seguir tras ellos o hacer caso a los consejos del hombre del bar. Decidimos continuar por la carretera pues no nos hacen mucha gracia la lluvia y los barros. En definitiva nos separamos en dos grupos con diferentes caminos pero con el mismo destino.

Desde la cima del monte

Mientras observamos desde lejos la lenta ascensión de nuestros amigos, continuamos por la carretera hasta perderlos de vista. No hay mucha circulación y se camina bien aunque continúa lloviendo. Largas rectas de asfalto nos van acercando a Itero de la Vega. Divisamos a lo lejos, muy adelantado, un peregrino con lento caminar con quien poco a poco vamos acortando distancias. Cuando por fin le alcanzamos resulta ser Clara que se une al grupo. 

En un cruce de la carretera con el camino vemos unas flechas de color blanco que indican 1 km hasta Itero del Castillo. Aunque nos extraña que las flechas no sean amarillas, impacientes por llegar pronto y pensando que sólo es un kilómetro, nos dirigimos hacia el pueblo sin pensarlo demasiado. Después comprobaríamos que nos habíamos desviado del camino, aunque en nuestro GPS el pueblo está indicado como parte del Camino. Tendremos que corregirlo.   

Recorremos el pueblo bajo una lluvia intensa e incómoda, deseosos por descansar, en busca de un bar que por fin encontramos, aunque cerrado. Mientras buscamos otro, gracias a la información, aunque bastante confusa, de algunas señoras del pueblo, volvemos al mismo. Esta vez Fernando entra en la casa contigua al bar y pregunta a una señora. Nos dice que abrirá en un momento. 

Ya sentados en la mesa, acompañamos unas cervezas con queso, berberechos y aceitunas. No tienen nada más.

Mientras Fernando se efectúa una I.T.V. en los pies con unas cremas que Jesús le ha proporcionado y recomendado y que huelen que "tiran para atrás", llega Iuta que, sin proponérselo, también se ha apartado del camino.

El Puente Fitero

Preguntamos a algunos hombres del bar sobre la mejor manera de continuar nuestro camino. Uno nos aconseja quedarnos allí evitando así la lluvia. Otro nos asegura que es mejor continuar por la carretera y salir directamente "sobre" el puente. Otro, en cambio, nos aconseja continuar hasta el río y salir así "bajo" el puente. Al no ponerse de acuerdo les dejamos enzarzados en la discusión y decidimos continuar nuestro camino esperando dar con la ruta apropiada.

Clara, Iuta y Fernando

Salimos los cinco del bar bajo un fuerte aguacero y retomamos la carretera que, en pocos minutos, nos acerca al Puente Fitero, puente mediavel de siete arcos que une las provincias de Burgos y Palencia y antigua frontera entre los reinos de León y Castilla.

Paco

En el Puente Fitero me quedo rezagado con Paco mientras hacemos algunas fotos. Fernando ha acelerado el ritmo dejando atrás a Clara y Iuta y ya no se le ve. Iuta también acelera y pronto la perdemos de vista. Alcanzo a Clara y caminamos juntos intentando resguardarnos de las estelas de agua de los coches y camiones con los que nos cruzamos. Paco se ha quedado rezagado con sus fotos.

Mientras tanto, Ángel, Chema y Luís han repuesto fuerzas en el bar de Itero de la Vega, muy cerca de Itero del Castillo, sin desviarse, como nosotros, del Camino. Conocen a dos peregrinas catalanas, Montse y Esther, que, como nuestro grupo, hacen el Camino por tramos parciales cada año. Vienen desde Roncesvalles y, por este año, lo dejarán en León.

Chema con una peregrina canadiense en Itero de la Vega

Reponemos fuerzas de nuevo en el acogedor albergue de Boadilla del Camino. Llevamos una buena caminata y estamos agotados. Clara, con un tobillo algo averiado, ha decidido llegar a Frómista en taxi y Iuta se queda en el albergue de Boadilla.

Después de unas cervezas continuamos los tres el camino decididos a finalizar los seis kilómetros que nos faltan hasta Frómista. Ha dejado de llover y ahora se camina mejor. Ángel nos comenta telefónicamente que ya han llegado a Frómista. Nos dice que si vemos el Canal de Castilla puede quedarnos alrededor de media hora. Efectivamente caminamos ahora por el margen izquierdo del Canal, cargado de agua.

El Canal de Castilla

Fernando continúa animándonos la travesía con sus canciones y bromea sobre la posibilidad de echarnos al canal en una balsa para no tener que caminar.

Compuertas del Canal de Castilla

Cuando llegamos a Frómista ya nos están esperando Ángel, Luís y Chema duchados y descansados. Son las 20:00 horas.  Por nuestra alegría y buen humor, al llegar, parece que Chema y Ángel no creen que hemos caminado cerca de 40 kilómetros. Hemos intentado darles detalles para convencerles pero, ni aún así, se muestran satisfechos.  

Chema en Frómista

Luís Martín se ha incorporado hoy al Camino. Se ha desplazado en tren desde Segovia y ha llegado antes que nosotros. Ha aprovechado para hacernos las gestiones de contratación del agradable hostal, situado junto al albergue.

Fernando en el pequeño museo del Hostal Restaurante

Tomamos unas cervezas y buscamos un lugar donde cenar. Nos habían comentado sobre dos restaurantes donde podríamos probar un buen bacalao. Al final cenamos bien en el que elegimos pero no pudimos probar el bacalao. No lo tenían.

La cena

Después de la cena Paco y Fernando se van directamente al hostal a descansar mientras el resto nos tomamos un "elixir" en una de las cafeterías del pueblo. 

Charlamos animadamente con tres agradables muchachas extranjeras que trabajan en Frómista. Desiree, Carolina y Ana, procedentes de Noruega, Polonia y Francia, respectivamente. Llevan tiempo en el pueblo y hablan nuestro idioma perfectamente.

Carolina y Ana
Ana y Desiree

Después de un par de "elixires" y algunas fotografías nos retiramos al hostal.

Detrás, la Iglesia de San Martín