Me levanto a las 06:00 horas de la mañana. Algunos peregrinos ya se han marchado y otros están a punto de hacerlo.
Es completamente de noche. Mientras me preparo para salir me he encontrado a Jenni sentada en un banco con las cosas de su mochila
hechas una verdadera parva. Las está organizando, "como hace cada día", según me ha comentado. Cuando he salido del
servicio después de afeitarme, había terminado de prepararse, se ha despedido y se ha marchado.
Amanece en O Porriño
Camino solo a buen ritmo en la noche. La etapa que tenemos prevista para hoy es la más corta en cuanto a distancia.
Caminaremos unos 16 kilómetros. Poco a poco va amaneciendo. Veo a lo lejos al matrimonio italiano que avanza con
lentitud.
Luís, buscando la pesca
Antes de alcanzarles se internan en el precioso conjunto urbano del Pazo Mos donde les encuentro en la terraza de una cafetería junto a
otros peregrinos. Jenni me invita a sentarme a su lado. Desayuno junto a ella, pues aún no lo había hecho, mientras algunos
peregrinos se van ya marchando.
El núcleo principal de Mos está representado por la iglesia barroca de Santa Eulalia, el pazo del siglo XVII y el albergue
de peregrinos. Junto a la iglesia hay un bar-restaurante y enfrente del albergue se encuentra la tienda que regenta Flora,
que tiene las llaves del albergue.
Iglesia barroca de Santa Eulalia
El Pazo Mos, del siglo XVII
Pazo Mos
Cruceiro, en el Pazo Mos
Poco después de marcharnos hacia el Alto de Enxertade llegan Ángel y Primi que nos vienen pisando los talones. Parece ser
que un perro les acompaña durante un largo trayecto hasta el Pazo.
Ángel y el perro peregrino
Desde la cima se disfruta de hermosas vistas. Nos encontramos con la capilla de Santiaguiño de Antas, reformada en 2003
y situada en el punto más elevado de Enxertade. En este lugar se celebra una romería cada 25 de julio. Presenta diferentes
motivos jacobeos: en su fachada, el Apóstol a caballo y, en las puertas, la cruz de Santiago.
Capilla de Santiaguiño de Antas
Mientras tanto, Ángel y Primi, que vienen detrás, siguen un cartel que dice "Bar a 50 m" y sin dudarlo, puesto que ya el
talón de Ángel comienza a resentirse, se acercan al bar. Piden unas cervezas y un bocadillo de tortilla de chorizo que
comparten. Aprovechan para echar una buena parrafada con la dueña del bar que está allí con una amiga suya pensando en
hacer el Camino el año que viene. Les dicen que de allí a Redondela es prácticamente todo cuesta abajo.
A unos trescientos metros de la capilla, en pleno camino, encontramos uno de los miliarios que jalonaban la ruta romana:
el Miliario de Saxamonde o de Vilar de Enfesta.
Estatuas cerca del miliario romano
Miliario de Saxamonde o de Vilar de Enfesta
Comenzamos un largo descenso hacia Redondela, localidad que se sitúa en el fondo del valle y al alcance de la vista.
Al fondo vemos un grupo numeroso de peregrinos. Poco a poco les vamos dando alcance; se trata de estudiantes entre
15 y 17 años, con quienes entablamos conversación. Nos cuentan que vienen 60, que son de Badajoz y traen 8 monitores;
duermen en pabellones, por eso cada uno lleva su esterilla; entre lo estrecho del camino, por donde pasan coches y la
cantidad de peregrinos tardamos un rato en adelantarlos, lo que conseguimos ya a las puertas de Redondela.
Grupo de estudiantes de Badajoz
En el Bar Casa Veiga, donde sirven comidas, algunos efectúan una nueva parada. Jenni decide quedarse allí a descansar
y yo continúo solo el Camino.
Bar Casa Veiga
Después de una pronunciada bajada por un profundo pinar, a las 10:30 horas entro en Redondela donde paro en la primera
cafetería que encuentro, me tomo una cerveza y me cambio la sudada camiseta.
Gallego autóctono
Finalizada la cerveza y ahora, bien descansado, decido continuar en busca del albergue. No tengo que buscar mucho. El lugar,
atestado de mochilas en una larga hilera frente a la puerta del albergue, es inconfundible.
Mochilas esperando la apertura del albergue Casa da Torre
Hablo con Luís por el móvil que, por cierto, me está dando problemas de carga, a pesar de haberlo tenido conectado toda la
noche. Él ha llegado con Jenni que ha continuado hasta Arcade porque quiere acortar las próximas etapas hasta Santiago.
Me junto con Luís en los alrededores del albergue. Luís tiene decidido acercarse hasta Vigo para dar una vuelta y comer
por allí. Reunidos ya con Ángel y Primi buscamos un albergue privado pues el de Casa da Torre está saturado.
Luís, en el autobús llegando a Vigo
Mientras Luís se marcha en autobús a Vigo nosotros damos una vuelta por Redondela, tomamos unas cañas, y buscamos un lugar
donde comer.
Chatos en Redondela
Preguntamos a un camarero dónde podíamos comer; nos envían a Casa Mucha, pero da la casualidad de que es lunes y está
cerrado. Preguntamos a otro lugareño y nos envía a un bar que hay debajo del espectacular viaducto ferroviario que está
en restauración y hacia allí nos dirigimos. Comemos en una mesa en la calle, junto a la puerta, de plato principal
acedías y boquerones fritos, ambas cosas excelentes, acompañados con una botellita de riberiro.
Comida en Redondela
A primi se le ha hinchado un dedo y le aconsejamos que vaya a un centro de salud a que se lo revisen. Después de la comida,
Ángel se retira al albergue y yo acompaño a Primi al centro de salud. Ha comenzado a llover. Mientras miro caer la lluvia
atienden a Primi. Quitan importancia al asunto recetándole "ibuprofeno".
Urgencias
Poco después caminamos de nuevo hacia nuestro albergue bajo la lluvia. Luís ya ha regresado de Vigo.
Preocupado porque no
me funciona bien el móvil les
dejo echándose la siesta y vuelvo a salir en busca de una tienda Movistar. Pregunto a un taxista que se ofrece a llevarme
a una no muy lejana. En la tienda me revisan el móvil, prueban a cargarlo, parece que carga bien, y a los pocos minutos vuelve a arrancar
perfectamente. Les comento que lo he tenido enchufado toda la noche y suponen que no habría conectado bien la clavija. Me
aconsejan tener cuidado al conectarlo. Me marcho sin que me cobren nada.
El partido de España contra Australia va a comenzar así que me meto en una cafetería y, mientras tomo una media ración
de exquisitas ostras y un vinito por 06,50 euros, veo el partido.
Media docena de ostras
Vuelta por el pueblo, chatos y pinchos que nos sirven de cena y a dormir. Los peregrinos que estaban en nuestra
habitación eran un padre y su hijo de Málaga, con los que ya habíamos coincidido el día anterior. La verdad es que
dieron mucha guerra por la noche entrando y saliendo varias veces de la habitación.
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