Nos levantamos sobre las 8 de la mañana y desayunamos. Angel, Luis y Paco ya se han marchado. Primi y yo teníamos claro que la salida de Gijón era muy sencilla. Tendríamos que llegar al puerto deportivo y luego todo recto siguiendo el paseo marítimo hacia la izquierda.

Después veríamos, ya sobre el terreno, que no era así. Bien por un despiste o por coger un atajo no encontramos el puerto. Estuvimos más de media hora caminando por Gijón sin dar con la salida.

Totalmente despistados, decidimos volver hasta la Iglesia de San José, cerca de la pensión, que ya conocíamos, y continuar a partir de aquí siguiendo las conchas incrustadas en el suelo que veíamos sobre las aceras. Al principio todo iba bien, pues las flechas se veían bien cercanas unas a otras, pero pronto empezamos a verlas cada vez más lejanas, por lo que comenzamos a guiarnos por nuestros documentos. Según éstos, teníamos que seguir tres largas calles: Mariano Pola, Galicia y República Argentina. En total más de tres kilómetros entre las tres. Al fín logramos salir de Gijón.

Caminamos en un día nublado y oscuro. Rodeados de potentes industrias pesadas, el paisaje no es muy agraciado. Seguimos a mano derecha una carretera local con escaso tráfico, pasamos bajo una cinta transportadora industrial y, poco después, cruzamos por arriba la vía del tren.

Aquí iniciamos el ascenso al Monte Areo, recuperando el anhelado sosiego de las zonas rurales. Es un buen desnivel a lo largo de tres kilómetros. El Monte Areo ha sido declarado Parque Arqueológico, por el descubrimiento de numerosos dólmenes y túmulos del Neolítico.

A pesar del retraso matinal alcanzamos a Paco al que adelantamos pues va entretenido con sus fotos y grabaciones, nos encontramos a una peregrina española de Madrid que camina con una francesa, y seguimos adelante hasta Santa Eulalia, localidad sin servicios, aunque al menos hay una fuente donde saciar la sed.

En la fuente dejamos las mochilas y nos acercamos a la Iglesia mientras esperamos a Paco, que aparece 15 minutos mas tarde. Conocemos a un alemán, Theodoro, que había comenzado ese mismo día el camino. No hablaba nada de español y su inglés tampoco parecía muy allá.

Continuamos de nuevo la marcha dejando atrás grandes construcciones industriales dedicadas sobre todo a la minería del carbón.

Encontramos a Ángel y a Luís en una cafetería en la carretera de un polígono industrial a la entrada de Tabaza, donde echamos unas cervezas y picamos algo. La propietaria tiene un extraño tatuaje en el cuello.

De nuevo en marcha, cerca de las 2 de la tarde, vemos un cartel anunciador en un restaurante donde decía "Cordero a la Estaca". Mientras los demás continuan avanzando, Primi y Michel se animan a probar ese cordero. Una vez en el restaurante tuvieron que sustituir el cordero por pollo, pues el cartel era del antiguo propietario del negocio que aún no lo habían quitado.

Conchita, la camarera y experegrina, les dió algunos consejos sobre la mejor manera de salir de Aviles sin problemas y adelantando. Al día siguiente comprobarían que se trataba de un verdadero "Miura" y que habría sido conveniente seguir al pie de la letra las instrucciones de Conchita.

Continuamos hacia Avilés y nos detenemos en la ría a contemplar las curiosas construcciones del Centro Niemeyer.

El Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, conocido habitualmente como Centro Niemeyer, es el resultado de la combinación de un complejo cultural proyectado por el arquitecto del llamado Movimiento Moderno Oscar Niemeyer y un proyecto cultural internacional que integra distintas manifestaciones artísticas.

El Centro Niemeyer se dibuja en el entorno de la ría de Avilés contrastando con el casco antiguo de la ciudad y con la tradicional imagen industrial de la zona. Debido a su predominante color blanco y a su tamaño es visible desde distintos puntos del entorno y desde el aire. Es la única obra de Oscar Niemeyer en España.

Al llegar a Aviles y dada la sudada que llevábamos nos paramos a tomar una cerveza. Los compañeros ya están en el albergue donde Luís nos ha pillado litera baja.

Primi y Michel llegan al albergue alrededor de las 5:15. Después de acoplarse y preparar la colada salen a tomar unas cervezas mientras se seca la ropa. En el albergue hay bastantes pergrinos aunque apenas se habían cruzado en la etapa con 4 ó 5: el aleman Theodor, una chica polaca llamada Kinga, otra peregrina checa y poco mas.

Cuando regresamos a recoger la colada, Primi se queda en el albergue, pues anda algo indispuesto, seguramente por haber cogido frío en las duchas, mientras los demás nos vamos a dar una vuelta buscando un lugar donde cenar.

Cenamos excelentemente en Casa Cataguyo donde nos hacemos algunas fotos que enviamos automáticamente a Primi, que se ha quedado en el albergue a dormir después de tomarse un café con bollería.El Ramón Bilbao también es excelente en Asturias.

Después de la cena, nos retiramos al albergue a descansar.