Desayunamos en una cafetería frente al albergue y comenzamos la marcha. Hoy tenemos una etapa corta y el día es agradable para caminar. No hace tanto calor.

Abandonamos Avilés por una carretera local en constante ascenso, (recordamos aquí las recomendaciones de Conchita con las que nos hubiéramos ahorrado este gran "Miura" si hubiéramos continuado por la carretera en lugar de seguir las indicaciones del Camino), que nos lleva a una zona residencial llamada El Campo hasta que, ya en la cumbre, divisamos la población de Salinas. Esta turística localidad presenta su particular skyline con cinco bloques de pisos en primera línea de mar.

Descendemos y continuamos un nuevo ascenso atravesando la pequeña aldea de Piedras Blancas.

Continuamos a lo largo de varios kilómetros por una ancha pista de tierra entre eucaliptos. Después de un corto tramo asfaltado proseguimos por un camino de tierra en bajada, a través de un bosque, hasta la localidad de Santiago del Monte (sin servicios).

Primi, entretenido con su mp3, se ha quedado bastante rezagado. Mientras comienza las subidas recuerda los consejos que nos había dado Conchita, de ir por la carretera pues por el camino nos llevaba a ver algunas urbanizaciones y pueblos obligándonos a fuertes subidas y bajadas. Le adelanta una peregrina polaca, Kinga, y poco después, Paco.

Una vez tuvo el Mp3 preparado con la selección que quería escuchar, se pone en marcha y alcanza a Paco, que camina despacio pero sin detenerse, con su mochila desabrochada de la cintura. Alcanza poco después a Kinga, con la que comparte un tramo del Camino. Poco después se les unen Theodor acompañado por una peregrina checa, que les acompañan hasta Soto del Barco.

Tras varios kilómetros de subidas y bajadas dejamos atrás El Castillo, hoy cerrado pues es propiedad privada, y nos acercamos a la localidad de Soto del Barco, donde nos reunimos todos con Alicia y su cafetería Bulevar, parada casi obligada de peregrinos después de más de 12 kilómetros sin una sola "estación de servicio"

Nuestro planes eran hacer noche en Muros de Nalón, mientras que Kinga, Theodor y su acompañante, querían llegar hasta Soto de Luiña, a unos 20 kilómetros más, siendo ya las 3 de la tarde. Según Primi, la gente hace los kilómetros sobre el plano de una mesa mientras se toman una cerveza. Luego, habría que ver si en realidad se camina lo que se planea.

Después de un largo descanso y de reponer fuerzas en la terraza de la cafetería, retomamos la marcha ahora ya hasta Muros de Nalón. De nuevo nos vamos distanciando unos de otros hasta caminar completamente solos.

El Camino hacia Muros de Nalón lo hacemos siguiendo una carretera bien asfaltada aunque sabemos que hay una senda más apropiada para los peregrinos.

Llegados a Muros de Nalón alquilamos un apartamento con un par de habitaciones y cinco camas donde nos duchamos, tendemos la ropa mojada, y salimos, acto seguido, a un restaurante a pie de carretera a comer. Cuando llega Primi, que ahora viene solo, ya hemos comido y descansado. Él se come una superensalada y unas brochetas de carne que, después nos contaría, le parecieron buenísimas.

Mientras Primi descansa subimos a la plaza del Marqués de Muros, donde se encuentra el Ayuntamiento (siglo XIX), y la iglesia de Santa María (siglos XVIII-XIX), en cuya fachada destaca la gran torre del campanario, con intención de buscar un lugar donde poder cenar mientras vemos el partido de futbol.

Mientras tomamos unas cervezas se nos une Primi, ya descansado.

Hemos visto el partido cómodamente y hemos cenado cachopo y chosco, éste con demasiado pimentón.

Tras la cena y el partido hemos dado una vuelta por el pueblo y regresado al apartamento a dormir.