Domingo, 6 de Mayo de 2001
La pendiente aparece nada mas salir de Las Herrerías. En principio caminamos por el asfalto gastado de
las carreteras comarcales que unen las pequeñas aldeas que configuran estos pagos,
administrativamente leoneses, pero cuya vida es ya completamente gallega. De repente, un par de
señales indican que el asfalto se queda para las bicicletas y que los de "a pié" deben tomar el
sendero de la izquierda.
Comienza la verdadera subida a O Cebreiro, la etapa reina que se nos presenta en el segundo día de
marcha.
Cuando Michel se había levantado, ya los demás llevaban un buen tiempo en el Camino. Después de
desayunar, había comenzado la subida con tranquilidad, enfrascado en sus pensamientos. La mañana
era soleada, perfecta para caminar. Recordaba su esforzada subida del año anterior. Una gran
pájara le había obligado a sentarse en un tronco en mitad de la subida. Esta vez, aunque también
se sentó en el mismo tronco donde había conocido "al pibe" argentino, la subida le parecía más
sencilla, menos dura, quizás porque ya conocía su desenlace.
Centrado en sus pensamientos ascendía con esfuerzo y lentitud. Ya en La Faba, después
de hartarse de agua fresca, se encontró con Jeanne que, tumbada en la hierba a un lado del
camino, escribía en su cuaderno de notas. Después de saludarla, continuó su camino.
De Castilla y León a Galicia
Un mensaje de Primi: "Date prisa, Michel, que estoy con dos brasileiras", desde el mesón Antón,
ya en O Cebreiro, le hizo sonreir y suponer que Primi había salido muy temprano. Poco a poco,
admirando el hermoso paisaje, llegó sudoroso hasta el precioso pueblo de origen celta. Allí,
tendida una camiseta en la puerta del mesón Antón, le hizo suponer que allí se encontraban sus
amigos.
En efecto, tomando algunas cañas, allí estaban en compañía de Andrés, un peregrino madrileño al
que habían visto por primera vez el día anterior. Primi le había sobrepasado sin casi saludarle
y luego se habían juntado ya en el pueblo.
Con Andrés
Después de tomar unas cañas, Primi y Michel salieron a dar una vuelta por el pueblo. Viendo las
pallozas se encontraron de nuevo con la pareja inglesa/escocesa. Les habían subido en coche las
pesadas mochilas. Les hicieron unas fotos junto a las pallozas.
Pallozas
Pallozas
Pallozas
Después de despedirse de Andrés,
quien se quejaba de sus caderas y no estaba seguro de si continuaría o no el Camino, los cuatro
amigos continuaron la marcha hacia el Alto do Poio, otra de las subidas que deberían efectuar
ese mismo día.
Michel, rezagado por una llamada telefónica, intentaría después alcanzarles sin conseguirlo.
Cuando llegó al Alto do Poio ya le esperaban allí sus amigos. Ángel había tropezado con un
rebaño de vacas que le habían obligado a echarse sobre un zarzal, del que salió
con algunos rasguños en uno de sus brazos.
Las amigas de ángel
Después de comer y de los correspondientes "elixires", continuaron su camino.
Hacia O Biduezo
De nuevo Michel
quedó rezagado. Después de interminables kilómetros esta vez de suave bajada, siempre conectados
a través de los mensajes por los móviles, llegaron a "O Biduezo". Allí se encontraban algunos
peregrinos. Primi pronto contactó con un simpático y joven matrimonio mallorquí, al igual que
con la dueña del restaurante, Isabel, quien le comentó que le gustaría aprender a manejar un
ordenador y poner una página web anunciando habitaciones que estaban actualmente construyendo.
Con los de Mallorca
Con Isabel
Mientras, Michel, tocaba su armónica sentado a la puerta del mesón a la vez que tomaba una
cerveza.
MESÓN BETULARIA
ALBERGUERÍA QUIROGA
María Isabel Río Fernández
Teléfono 982 187 29927632
TRIACASTELA (Lugo)
Primi comentó con Isabel que posiblemente Michel podría preparar esa página. Después de tomar
los datos y algunas fotos y prometer que en un mes o así la tendría hecha, continuaron el
Camino.
Isabel y su hija Isabel
Hacia Triacastela
Puestos de nuevo en camino, pronto llegaron a Triacastela. Michel y Primi, muy rezagados por
las ampollas de éste, cada vez más numerosas, entraron en el primer bar que encontraron con
ánimo de tomar algo para refrescarse y descansar. Michel no recordaba dónde se encontraba el
albergue. En el mismo bar les indicaron que estaba justo enfrente. Podía verse desde allí.
Mientras tomaban las cervezas llegaron Jesús y Ángel, ya duchados. Primi y Michel se dirigieron
al albergue y Jesús y Ángel les esperarían en el restaurante Xacobeo, ya más metido en el
pueblo.
Después de ducharse, dirigidos por los móviles, pronto lo encontraron. La cena fué agradable,
mientras recordaban la gran tormenta que en aquel mismo lugar les había caído el pasado año.
Después de cenar, regresaron al refugio y, agotados, muy pronto se quedaron dormidos.
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