Miércoles, 9 de Mayo de 2001
La etapa sería larga. Sin un lugar donde poder desayunar, muy temprano, los cuatro amigos
comienzan su andadura bajo una neblina muy cerrada. Pronto Jesús y Ángel se adelantan,
mientras Michel y Primi caminan más despacio. Primi se ha decidido a continuar hasta
donde pueda. Con los piés cargados de parches y tiritas camina con dificultad apoyado
en su palo, donde ha puesto un clinex, para que no se le hagan más ampollas en la mano.
Flora gallega
Poco a poco la niebla se abre y el sol ilumina los verdes campos gallegos. El
cansancio acumulado de los días pasados pesa más cada día.
Decididos a comer en Melide, lugar obligado de parada, caminan despacio pero sin
descanso. Ángel y Michel, al cruzar el puente y llegar al próximo pueblo, Lamelos,
recordaron
aquel gran susto que, junto a Marino, les había dado la chotilla el año anterior.
Después de ocho largos kilómetros Primi y Michel se aproximan a Palas de Rei. Michel,
entra en el primer bar que encuentra y espera a Primi, donde ambos desayunan. Ángel
les comenta desde el móvil que les espera al lado del refugio del pueblo. Poco
después se unirían a él en un restaurante donde tomarían unas cervezas. Jesús, hacía
rato que había continuado la marcha.
Una vez descansados abandonan Palas de Rei y continuan tras de
Jesús. El Camino se hace largo y cansado. Hace sol y el calor aprieta. Después de varios
kiómetros deciden parar de nuevo en un establecimiento con intención de descansar.
Los Somoza
La terraza del restaurante es preciosa. Sentados a la sombra
mientras sus camisetas se secan al sol, por fín pueden tomar algunas cervezas.
Los tres amigos (Jesús hacía tiempo que ya había pasado por allí) entablaron
conversación con un matrimonio anciano de Nueva York y sus dos hijos. Todos hablaban
perfectamente el español. Habían pasado alguna temporada en Méjico y anteriormente
habían ya visitado España. El abuelo, admirado por el inglés de Primi le dijo que lo
hablaba perfectamente, cosa que nos hizo muchísima gracia.
Puri, la mujer del dueño del establecimiento, llegaba con grandes bolsas de la compra
y Primi le propuso cambiarle las bolsas por su mochila. La mujer, muy simpática, les
comentó lo mucho que le gustaba viajar, sobre todo al Sur de España.
Ángel, camino hacia Melide
Después del descanso, retoman el Camino. Tras alrededor de seis
interminables kilómetros y, al igual que el año anterior, entran en la capilla de
Furelos donde el Cristo tiene
una mano extendida, desclavada de la Cruz. Una gallega les explica rápidamente parte
de la historia del templo.
Puente románico de Furelos
En Melide, el Camino Francés se hace urbano. La ruta se integra
en una villa cuya
identidad histórica es de fuerte personalidad jacobea. Este centro medieval fue
repoblado por mandato de Alfonso IX (s. XIII) y conserva de la época la portada de
la iglesia románica de San Pedro, encastrada en la actual Capilla de San Roque.A su
lado se levanta uno de los cruceiros más antiguos de Galicia, obra gótica del s. XIV
que también muestra la pervivencia del estilo mateano, del gran escultor Mateo de
Pardo, en el área de influencia del
Camino Francés. La imagen de Cristo, en el anverso, deriva del Salvador que preside
el tímpano del Pórtico de la Gloria.
Comida en el "Exequiel"
Ya en Melide, agotados, entran en el Mesón Exequiel. Muchos
peregrinos se agrupan
en las largas mesas. La chica de Cantabria y su acompañante, Ananía y su esposo
Xavier,
el otro Xavier, Alfonso el maño, la simpática brasileña Marcia y su compañera, las
amigas madrileñas, y un largo ecétera, comparten contentos la mesa.
El pulpo "a feira" con patatas(cachelos), el sabroso vino ribeiro que lo ayuda a pasar, y el
"elixir del Santo" en la misma taza, reponen rápidamente las energías perdidas.
Con las fuerzas repuestas al completo seguramente debido al influjo de los "elixires",
deciden continuar.
Mientras Ángel y Jesús continúan el Camino, Primi y Michel
preguntan por algún lugar donde poder comprar carretes de fotos. Desviados del Camino,
entran en un laboratorio fotográfico donde, después de comprar tres carretes que
estaban de oferta, le comentan al dueño si puede hacerles una foto. Muy amable y
dispuesto, el hombre les hace pasar a una sala interior donde rápidamente les hace
dos fotos de estudio. Cuando Michel quiere pagarle les dice que se las regala.
Después de darle la dirección para su envío por correo, muy agradecidos se despiden
del amable fotógrafo.
Muy contentos por el éxito de su gestión, deciden entrar en un bar próximo a tomarse
una copa. Dentro, varios hombres cantan bonitas canciones gallegas y algunas
asturianas. Sin cortarse un pelo, a pleno pulmón, los dos amigos les entonan algunas
jotas segovianas y algunas otras canciones. Charlando como si se conocieran de toda
la vida se cuentan algunas anécdotas y se invitan a algunas copas. Poco después, los
dos amigos, comentando sonrientes la simpatía de aquellas gentes, continuarían hacia
Ribadiso da Baixo bajo una tenue lluvia.
Primi dejó olvidado allí su famoso palo. Después de varios sube y baja, decididos a
ver el partido de futbol por televisión, entran en una cafetería de Castañeda. Aún
les quedaban tres kilómetros hasta Ribadiso pero en aquellos momentos el partido era
preferente para ellos. Aprovechan para cenar mientras ven cómo ganan los
alemanes. Una vez terminado el partido, deciden continuar.
La noche se les ha echado encima y, temerosos de que les sucediera lo mismo que el día
de Ferreiros, compran una linterna y una botella de "elixir", ya que sabían que en
Ribadiso no encontrarían dónde comprarla.
Alumbrados por la linterna continuaron despacio el Camino. La visión era escasa y la
noche completamente oscura, por lo que deberían tener cuidado. De vez en cuando,
efectuaban alguna parada en la negrura de la noche.
En uno de aquellos descansos, Primi, al levantarse, tropezó con la mochila y se dió
un pequeño revolcón. Michel se partía de risa, aún temeroso de que se hubiera hecho
daño. La marcha era muy lenta aunque los dos amigos reían con sus comentarios con
buen humor. A Michel se le estaba haciendo interminable. Sabía que deberían encontrar
un puente sobre el río, pero nunca llegaban. Preocupado pensaba si se habrían perdido.
Por fín, después de mucho tiempo, divisaron una pequeña luz que, al aproximarse, les
pareció un restaurante. Michel, decidido a quedarse a dormir allí si era posible
entró dispuesto a preguntar, seguido por Primi.
CAFÉ - BAR MANUEL
Antonio y Carmen
Ribadiso do Baixo
Teléf. 981 50 06 62
ARZUA (A Coruña)
Las sonrisas de las tres personas que se encontraban en el
establecimiento les sorprendió. Les conocían. Ángel y Jesús, los alemanes, y algunas
personas más habían visto allí el partido mientras cenaban y les esperaban. Cansados de
esperar,
se habían ido a dormir.
Carmen y Antonio, los dueños del mesón, les habían preparado unos bocadillos que,
acompañados por sendas cervezas, les supieron a gloria. Después de bromear Carmen con
la posibilidad de haberse disfrazado de fantasma y haberles dado un buen susto y
algunas otras bromas de Primi que les hicieron reir francamente, continuaron hacia el
ahora cercano refugio.
Cuando entraron en el lugar la oscuridad era completa. Alguien, mediante una linterna,
les enfocó dos literas desocupadas y, sin dudarlo, se instalaron en ellas. Un minuto
después, quedarían profundamente dormidos.
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