Amanece en Saint Jean
El ruido de peregrinos preparando sus mochilas nos
despierta muy temprano. Bien descansados, listos para comenzar la etapa,
desayunamos en una cafetería cercana al restaurante donde cenamos anoche.
Poco después, mientras caminamos hacia la salida del pueblo, algunos
compramos agua, fruta, y en mi caso, un par de paquetes de tabaco, carísimo, por cierto.
El Nive
Cruzamos el Puente de los Peregrinos y hacemos algunas
fotos mientras nos agrupamos antes de acometer la pronunciada pendiente.
Punto de partida
Mientras el camino se va
empinando adelantamos a un peregrino que se parece y me recuerda a
Miguel de la Cuadra, fumando tranquilamente su
pipa, quien mezclando el francés y el
español nos aconseja tomar el ascenso
con calma ya que le parece peligroso. Le han llegado comentarios sobre
la muerte de un peregrino hacía pocos días seguramente por un infarto. Un poco
preocupados procuramos hacerle caso, aunque pronto le dejamos atrás.
La pendiente se pronuncia
La mañana es espléndida y el sol, caluroso, nos hace
sudar. Poco a poco el grupo se estira mientras vamos dejando atrás a
muchos peregrinos que ascienden con lentitud. El paisaje, formidable,
se abre
en cumbres lejanas y verdes praderas que invitan a tumbarse a
descansar.
Breve descando
Ángel, Luís y Chema se adelantan poco a poco hasta que
les perdemos de vista. Por detrás se han quedado Beni y Marcos. Paco,
aunque aún le vemos, viene despacio y también se va quedando rezagado.
Poco después Primi se va adelantando hasta que también le pierdo de vista.
Ovejas descansando
El Camino se encuentra muy concurrido. Encuentro y
saludo a mi paso a peregrinos franceses, alemanes, austriacos,
suizos, portugueses, algún que otro italiano y de otras procedencias, que
voy dejando atrás. Cuando me detengo a descansar algunos vuelven a
pasar aunque pronto les adelanto de nuevo.
Tablero de orientación
El agua se me ha terminado y hecho de menos algún lugar donde poder
refrescarme. Al pasar a una peregrina, me comenta que voy a perder mi botellín
de agua y acercándose, muy amable, me lo coloca
en la mochila. Horas después sabría que se trataba de Marina, peregrina de Móncaco
que camina sola.
Inesperadamente aparece lejano ante mis ojos el
Refugio de Orisson donde estoy seguro que mis amigos se han detenido
a tomar algo. Sorprendido y animado, acelero el paso para llegar
cuanto antes.
El Refugio de Orisson
Efectivamente allí están sentados bajo algunas sombrillas
tomando unas buenas jarras de cerveza. Luís se está dando crema antisolar
y tiene la cara blanca. Comentamos, muy divertidos, que "El Negro" se ha
vuelto "blanco", debido al sol.
Luís, "El
Negro", "blanco" por las cremas
Mientras tomamos las jarras de cerveza vemos aparecer
a Paco que se acerca despacio. Después de una pequeña I.T.V. (Inspección
Técnica de Vehículos) y de comernos alguno de los bocadillos abandonamos
el refugio y continuamos la ascensión.
I.T.V.
De nuevo el grupo se disgrega mientras caminamos
despacio hacia la cumbre. Aunque hace calor, nos acompaña una brisa
muy agradable que nos refresca un poco.
El Camino
Poco a poco ascendemos
hacia el Collado de Bentartea mientras numerosos caballos con
sus crías pastan tranquilamente sin mostrar curiosidad
alguna por los peregrinos. Descansamos de nuevo tumbados en
la pradera junto a otros muchos peregrinos agotados por el esfuerzo
de la ascensión, mientras admiramos, junto a la Virgen de Orisson,
el precioso paisaje montañoso que se perfila al
fondo.
Vierge d'Orisson
El ascenso hasta el Collado de Lepoeder es
agotador. Paco nos ha dado un par de chocolatinas que mitigan un
poco el hambre al tiempo que nos repone las fuerzas para finalizar
la subida.
La cobertura para los móviles es nula. Ángel, Chema
y Luís deben ir muy adelantados y de Beni y Marcos no sabemos nada.
En la fuente de Roldan
Ya en la fuente de Roldan decidimos comernos el
gran bocata de tortilla con chorizo que Paco ha
sabido reservar hasta este momento. Pensamos en felicitar a
Marisa cuando regresemos a casa. El bocadillo es exquisito y nos
sabe a "gloria".
En la fuente de Roldan
Poco después entramos en tierras de Navarra donde el
ascenso se va haciendo cada vez más suave. El camino serpentea a través
de grandes bosques de hayedos que se extienden hasta donde alcanza
la vista, sorprendentemente sujetos a un terreno rocoso y vertical.
Hayedos frondosos
Pronto comenzamos el rápido descenso,
ahora ya muy animados al divisar abajo, al fondo, el nucleo
de Roncesvalles. Ángel, Chema y Luís llevan ya
un tiempo esperándonos allí. Adelantamos a Marilyn que camina muy
despacio con unas chanclas de baño seguramente porque le han hecho
daños las botas. Después sabríamos que acababa de
estrenarlas.
Roncesvalles
Ángel nos
comenta mediante el móvil que el albergue cierra a las diez de la
noche y que ya no hay plazas por lo que piensan reservar habitación en un
hostal. Mientras continuamos el descenso, decidimos reservar una
habitación de cuatro plazas y otra de dos.
El Silo de Carlomagno
Por fín en Roncesvalles, muy
cansados y sedientos, entramos directamente al Hostal La Posada
donde nos esperan nuestros compañeros. Descansamos mientras
tomamos algunas jarras de cerveza y reservamos plaza para la
cena.
Después de una reconfortante
ducha damos una vuelta
por el pueblo. Beni y Marcos han llegado y logrado literas en el
albergue. Venían algo retrasados aunque en varias ocasiones han estado
a punto de alcanzarnos. Están tomando algo en una terraza. Visitamos el albergue donde
no nos dejan entrar y poco después nos vamos
a la misa gregoriana especialmente preparada para los peregrinos. Hay
mucha gente y se siente en el
ambiente la emoción de los peregrinos.
Misa gregoriana
Una vez finalizada, a las
20:30, nos vamos directamente a cenar al hostal. Las grandes mesas
se comparten por los peregrinos
según van llegando. Cenamos con una pareja de peregrinos ingleses procedentes de Oxford y Cambridge,
respectivamente. Se han conocido en el Camino. Bromeamos sobre las competiciones de regatas
que periódicamente enfrenta a ambas universidades inglesas.
La cena
Después de la cena, en la
hermosa habitación de Primi y Paco, jugamos una divertida partida de
mus en la que Paco y
yo caemos derrotados ante Chema y Luís. Mañana habrá que aguantarlos, sobre todo
a Luís. Pero así es la vida.
Poco después, exhaustos, nos
vamos a dormir. Aunque el día ha sido agotador, la etapa ha merecido la pena. Las camas son
excelentes por lo que pronto me quedo profundamente dormido. Por la mañana
Luís comenta que he roncado en algunos momentos.
|