Abandonadas nuestras mochilas en el
Gran Hotel de Jaca, hemos recorrido
parte de la ciudad hasta la Estación de Autobuses para esperar el autobús que nos
subiría al puerto de Somport, donde comenzaríamos nuestra primera etapa.
La ciudad de Jaca se encuentra
engalanada pues mañana se celebra la Fiesta del Primer
Viernes de Mayo, evento que reune cada año una multitudinaria presencia de visitantes
prestos a presenciar retazos de la recreación histórica de la batalla librada por las
huestes cristianas frente
al ataque musulmán.
Recorriendo Jaca hacia la Estación de Autobuses
El Conde Aznar Galíndez
protagoniza un acontecimiento histórico. La
ciudad de Jaca vuelve al medievo cada Primer Viernes de Mayo. En la mañana de
ese día el Conde Aznar Galíndez y su ejercito victorioso a
caballo, hacen su entrada triunfal tras defender valientemente la ciudad del
ataque musulmán.
Esta gesta del siglo X, cuya
conmemoración se pierde en el tiempo, tiene en la Ermita del Llano de la
Victoria su más patente testimonio de la heroicidad de un pueblo en el
que la participación de las mujeres jaquesas fue fundamental para el
triunfo final.
Tomamos el autobús que nos acercará a Somport en aproximadamente una hora. El tiempo es excelente y las vistas preciosas e impresionantes.
Subida al puerto de Somport en autobús
Montañas nevadas
Peregrino y Virgen del Pilar, en el Puerto de Somport
España
Somport
Situado a 858 kms de Santiago de Compostela y a 1.632 m de altitud, en la divisoria de aguas Atlántico-Mediterráneo, el Puerto de Somport siempre fue, por su menor altitud y sus pendientes relativamente suaves, el paso más cómodo de todo el Pirineo central, practicable incluso en invierno, pues si las nieves locerraban por más de tres días, había obligación de abrirlo.
Por aquí, el antiguo Summus Portus, trazó Roma la calzada entre Caesar Augusta (Zaragoza) y Bercharnum (Lescar, Bearne), directo antecedente del camino medieval y de la moderna carretera, completada en 1.876, que vino a sustituirla.
La fama del Somport, quedaría para siempre unida a la del monasterio-hospital de Santa Cristina, levantado a fines del siglo XI a poca distancia del puerto por voluntad de los soberanos de Aragón y Bearne como oportuno refugio de comerciantes y peregrinos en estas agrestes soledades.
Nada más descender del autobús, ya en el Puerto de Somport en la frontera entre Francia y España, buscamos la oficina del peregrino, donde sellamos nuestras credenciales. Damos una vuelta por el Puerto mientras admiramos el impresionante entorno montañoso nevado. Después de algunas fotos decidimos comenzar el descenso. Aunque las montañas están nevadas no parece que vayamos a encontrar nieve en nuestro camino.
En el Puerto de Somport
Descendemos a buen ritmo pues el día es espléndido y la vereda está bien marcada. Siguiendo el curso del río Aragón llegamos a un llano donde podemos contemplar las ruinas del Monasterio del Hospital de Santa Cristina de Somport.
Antiguo asentamiento del Hospital de Santa Cristina
Muy próxima se encuentra la estación de invierno de Candanchu, donde sellamos
nuestras credenciales al pasar.
Peregrino "con la casa a cuestas"
Cruce de las aguas del barranco de Izas
Continuamos el descenso hasta llegar a la Estación de Canfranc,
ahora abandonada, después de cruzar el río Aragón.
Impresionante edificación de la Estación de Canfranc
A la salida de la Estación tomamos unas escaleras que bajan al pie de la presa de
Canfranc.
Presa de Canfranc
Continuamos la marcha mientras observamos la Torre de Fusileros, fortificación militar
del último cuarto del siglo XIX que sirvió de apoyo a la estrenada vía de comunicación
con Francia. Actualmente el torreón se ha aprovechado como sala de exposiciones.
Torre de fusileros
Muy próximos ya a Canfranc podemos observar alguna cascada de agua que, presumimos,
debe estar helada. Entramos en Canfranc por un puente de piedra y cruzamos la población
por la calle Albareda, que divide el pueblo en dos mitades.
Cascadas de agua y entrada a Canfranc
Paramos unos minutos en un albergue de peregrinos donde tomamos unas cervezas y, al no
haber posibilidad de comer algo, continuamos nuestro Camino. Dejamos a nuestra izquierda la
iglesia parroqual de la Asunción, en cuyo frente se hallan descansando dos peregrinos (Fernando e Isidro, de Zaragoza) con quienes
coincidiríamos al día siguiente, en Arres, y abandonamos la población por el puente
románico de los Peregrinos, junto al cementerio.
Iglesia de la Asunción:
En relación a este puente de 1599 y según la inscripción explicativa anexa al mismo,
"ni es románico", "ni se llama de los peregrinos".
Por aquellas fechas se denominaba "Pon Nou" (puente nuevo) en el particular dialecto
canfranqués. Posteriormente recibiría diferentes nombres: "Puente de Canfranc", "Puente
de Abajo" o "Puente del Cementerio" (desde 1.928, fecha de construcción del cercano
camposanto). Nunca se denominó "Puente de los Peregrinos", que es apodo moderno e
impropio. Y tampoco es ejemplar de estilo románico -como se suele afirmar- aunque se
aprecian restos de su base medieval sobre la que se elevó la reconstrucción de finales
del siglo XVI.
"Pon Nou"
Continuamos siguiendo la N-330 hasta que las flechas nos desvían por un camino de
tierra que, tras 2 km, nos conduce hasta Castiello de Jaca.
"Ojo con la basura"
La población es muy empinada. Descendemos fácilmente una cuesta por la calle de Santiago buscando un
lugar donde poder comer.
Chema y casa destruida
Cruzamos el río por un puente desde el que se divisan algunos pescadores. Poco después
encontraríamos un Bar donde nos disponemos a comer.
Pescador
Finalizada la comida retomamos el camino hacia Jaca. El terreno es bastante llano y se
camina bien. Ya en Jaca, dejamos atrás la Ciudadela, baluarte defensivo pentagonal construido
en 1.595, y nos dirigimos a nuestro Hotel.
Ciudadela
Después de unas reconfortantes duchas salimos a dar una vuelta por el pueblo. El ambiente es
festivo. Nos sentamos en una plaza donde podemos observar un mercadillo medieval muy
concurrido.
Mercadillo medieval
Mientras tomamos unas cervezas comienza a llover durante unos minutos. Poco después decidimos
dar otra vuelta por el bonito pueblo antes de buscar un lugar donde cenar.
Descansando. Al fondo la Peña Oroel.
La cena de la noche anterior nos había gustado por lo que volvimos a Casa Fau con intención de
cenar allí de nuevo.
Casa Fau. Tapas.
El restaurante estaba muy animado. Un grupo de franceses amantes del vuelo sin motor
disfrutaban de una buena cena acompañada por buen vino. Nosotros, atendidos por la amable
camarera Sara, aparentemente hija del dueño, disfrutamos así mismo de una buena cena. A Chema
casi se le atraganta cuando Sara le comentó que aparentaba setenta y pico años. Muy
divertidos con la anécdota nos fuímos al hotel a dormir.
Sara, en Casa Fau.
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