Llueve a cántaros.
Por asuntos familiares Ángel ha tenido que abandonar el Camino
después de recibir esta noche una llamada telefónica. Se ha marchado esta
mañana, muy temprano, a coger un autobús para regresar a Segovia.
Chema, Primi y yo, salimos del Hotel cargados con nuestras mochilas
con intención de desayunar en alguna cafetería. A través del cristal podemos ver, mientras
desayunamos, el ambiente festivo que hay en el pueblo bajo la lluvia.
Un joven, aparentemente ebrio o drogado, nos pide, de malas maneras, fuego para encender
su cigarrillo. El barman nos aconseja que no le hagamos caso. Debe ser normal su desagradable
estado.
Recreación histórica de la batalla
Abandonamos Jaca bajo la atenta mirada de la Peña Oroel y bajo nuestros paraguas mientras vamos dejando atrás, entre barrizales,
muchas hogueras que han debido mantener encendidas durante la noche las gentes de la
población. El ambiente es festivo, a pesar de la lluvia. A nuestro paso, amablemente nos invitan a tomar
algo de lo que están asando en las hogueras.
Hogueras bajo la lluvia
Dejamos atrás las hogueras y, siempre bajo lluvia intermitente, continuamos por el Camino que
ahora nos introduce en monte bajo.
Puente sobre el río Gas
La insistente lluvia se hace muy molesta y nos obliga a hacer alguna parada para resguardarnos. Ya en el cementerio
volvemos a parar pues la lluvia arrecia. Allí nos alcanzan dos peregrinos brasileños a quienes veríamos
después con mucha frecuencia.
Refugio
Siempre siguiendo el río Aragón, salvamos el barranco de Atarés por una pasarela y ascendemos al mirador de la Canal de
Berdún, donde hacemos una pequeña parada.
Río Aragón y mirador de la Canal de Berdún
Continuamos hasta Santa Cilia de Jaca donde hacemos una parada para sellar nuestras
credenciales y tomar un aperitivo.
Santa Cilia de Jaca
Cruzamos la nacional para internarnos por una senda sombría que baja
hasta la margen del río, donde cientos de peregrinos han aprovechado los cantos
rodados para formar con ellos estructuras verticales semejantes a chimeneas.
El conjunto de todas ellas forma un paisaje asombroso.
Peregrina solitaria y estructuras con cantos rodados
En poco tiempo llegamos hasta el puente de piedra sobre el Aragón de Puente la
Reina de Jaca. Aquí decidimos pararnos a comer.
Puente de la Reina de Jaca
Finalizada la comida continuamos por la margen izquierda del embalse hacia Arrés,
tomando un estrecho sendero que, con un fuerte desnivel, asciende continuamente por el monte Samitier, entre matorrales,
entre los que predomina el borj.
Arrés
Poco a poco llegamos al albergue de Arrés ocupado ya por varios peregrinos. Entre
ellos se encuentran Fernando e Isidro, de Zaragoza, los dos "brasileiros" que nos
han adelantado esta mañana, una peregrina alemana y un alemán, Vanesa, ayudante del
hospitalero, y el mismo hospitalero.
Albergue de Arrés
Mientras varios de los peregrinos acompañan al hospitalero a visitar la Iglesia de la
Inmaculada Concepción, que se levanta en medio del caserío, formando muralla con el
torreón gótico existente en la localidad, yo me ducho y salgo a dar una vuelta por
el pueblo.
Iglesia de la Inmaculada Concepción
Pronto la lluvia me obliga a regresar al albergue donde ya están preparando
una copiosa cena compuesta, sobre todo, de apetecibles macarrones con tomate y
hermosas salchichas.
Salchichas
Una vez preparada la cena, nos hemos sentado alrededor de la mesa y, acompañados con
un buen vino aragonés, hemos dado cuenta de los macarrones y las salchichas, mientras
comentábamos la procedencia de los distintos asistentes y algunas anécdotas de cada
cual.
Cena en Arrés
Algunos de los comensales han contado historias, chistes, cantado canciones e interpretado bailes típicos
de sus respectivos entornos: jotas, sambas, etc.
Charlando en la cena
Jota aragonesa y samba de Brasil
Finalizada la agradable cena y la divertida tertulia nos hemos ido retirando cada uno
a su litera con intención de descansar. El día ha sido largo, pero ha merecido la pena.
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