Bajamos de la localidad en un descenso que acompaña la misma vegetación de matorral (boj) que a la
llegada. Dejamos el río Aragón a nuestra derecha y los campos de cereales a nuestra izquierda.
Saliendo de Arrés
Continuamos durante cerca de seis kilómetros, vadeando distintos barrancos, hasta ver el camino hacia el pueblo de Martes
a nuestra izquierda. Sin dirigirnos a Martes, ascendemos hasta atravesar el límite entre Huesca y Zaragoza que nos acerca a Mianos fijando nuestra
atención en las curiosas estructuras geológicas, conocidas como badlands, que afloran en las márgenes del camino. Parecen
montículos de grava, aunque son naturales.
Los "badlands"
No vemos peregrinos. La mañana, algo nublada, es excelente para caminar.
Cruzando los "badlands"
Extensos campos de colza tiñen de amarillo los campos a nuestro
alrededor.
Extensos campos de colza
Sin desviarnos hacia Mianos continuamos el Camino hasta alcanzar el cruce que nos llevaría hasta la población de Artieda
donde decidimos subir para tomar un respiro y reponer fuerzas.
Artieda.
Todo el pueblo está en pie de guerra contra el proyecto, ya aprobado, de la Confederación Hidrográfica del Ebro para la
ampliación del embalse de Yesa, que inundará tierras de cultivos vitales para la economía de sus habitantes. Y también
inundará un tramo del Camino de Santiago. Este proyecto, que duplicará la capacidad del embalse, dejará bajo las aguas
una parte de la aldea de Sigüés y más de mil hectáreas de las tierras más fértiles de Artieda y Mianos.
En cuanto al ámbito cultural, en la parte más alta del monte donde se encuentra emplazado el pueblo, que tiene un
interesante núcleo medieval bien conservado, sobresale la iglesia de San Martín (siglos XII-XVI), románica en origen,
pero reconstruida con posterioridad.
San Martín de Tours
Después de un reconfortante aperitivo y de una pequeña visita al pueblo y a la Iglesia de San Martín recuperamos el camino
hacia Ruesta. Desde algunos puntos, entre el verde matorral, se puede distinguir el brillo de las aguas del embalse de Yesa.
Según vamos entrando en Ruesta nos damos cuenta del abandono de sus casas, muchas de ellas a punto de derrumbarse.
Casas abandonadas
El pueblo fue abandonado en 1959, debido a que el embalse de Yesa anegó los campos de cultivos, que eran el medio de vida
de sus habitantes. Otros muchos pueblos fueron abandonados. En el año 1988, como parte de un programa de política de recuperación de pueblos abandonados, la
Confederación Hidrográfica del Ebro cedió Ruesta al sindicato CGT de Aragón, que gestiona el albergue de peregrinos y el
bar.
Iglesia de Santa María (Siglo XVI)
Hoy en día, hay dos antiguas casas
rehabilitadas como albergues. A la entrada del pueblo está la iglesia de Santa María (siglo XVI), con una sólida torre
cuadrada de aspecto militar. Al final del pueblo, en la parte alta, quedan algunos vestigios (torres y muralla) de un
importante castillo medieval.
Castillo medieval
Nada más llegar nos dirigimos al albergue situado en un edificio nuevo y rehabilitado y, una vez registrados, al bar de la
población. Mientras tomamos unas cervezas en el patio del bar charlamos con algunos de los pocos habitantes del pueblo con
quienes nos encontramos allí. Son familiares del hospitalero y del gerente del bar. Nos comentan del cómo y el por qué de
la despoblación del lugar.
Tertulia
Damos una vuelta por el deshabitado pueblo, cenamos en el restaurante del bar y, después de admirar una preciosa luna llena
que ilumina la población, nos vamos a dormir.
Luna llena
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