Ruesta
Abandonamos temprano Ruesta descendiendo por un sendero que nos conduce a cruzar el río Regal por un puente de madera.
Cruzamos la pista del camping y llegamos a la ermita de Santiago.
Pista del camping
Ermita de Santiago (Siglo XI)
Seguimos una ancha pista forestal de tierra, por un bosque de pinos, y vamos ganando altitud poco a poco. La pendiente
no es fuerte, pero la subida es larga: son 5,8 km de longitud y 370 metros de desnivel. Aun siendo moderada, es la
ascensión más destacada del Camino Aragonés para aquéllos que no hayan subido a San Juan de la Peña. En su tramo final,
nos regala bonitas panorámicas del embalse de Yesa.
Refugio invernal
Atrás dejamos los bosques de Peña Musera. Desde aquí descendemos hacia el valle de Sangüesa, entre terreno cultivado a
un lado, y matorral al otro. ALgunas encinas surgen de vez en cuando.
Construcción con tejas revueltas
Ya próximos a Undués de Lerda, ascendemos una colina y,
por la calzada romana se cruza el arroyo del Molinar para subir hasta Undués.
Calzada romana
Undués de Lerda es una bonita aldea, que conserva en buen estado antiguas casas señoriales de los siglos XV-XVII, un buen
ejemplo de las cuales es el edificio del Ayuntamiento (siglo XVI).
Undués de Lerda
La iglesia parroquial de San Martín de Tours, del siglo XVI, acoge una pila bautismal del siglo XIII y un retablo
renacentista del siglo XVI.
San Martín de Tours (Siglo XVI)
Después de subir la empinada cuesta, agotados por el calor, entramos en una cafetería donde nos atiende Adriana que
sella nuestras credenciales. Tomamos unas
cervezas y unos pinchos mientras descansamos en una preciosa plaza desde donde podemos ver antiguas casas señoriales
perfectamente conservadas.
Primi y Chema
Casas señoriales
Cuando retomamos el Camino, decidimos acercarnos al Castillo de Javier, situado en la localidad de Javier,
casa natal de San Francisco Javier, patrón de Navarra y uno de los misioneros más relevantes de la cristiandad: entre 1541
y 1552 recorrió decenas de lugares de África, Asia y Oceanía, haciendo de puente cultural entre Occidente y Oriente.
Hacia el Castillo de Javier
Por caminos de tierra primero y carretera perfectamente asfaltada después, con mucho calor, recorremos los escasos cinco
kilómetros que nos separan de la localidad.
Llegando al Castillo de Javier
Llegando al Castillo de Javier
Los orígenes del castillo se remontan a finales del siglo X, en el que se levantó una torre de señales, la torre del
Homenaje. Su estratégica ubicación de frontera entre los reinos de Navarra y Aragón, acrecentó su sentido de fortaleza y
en torno a la torre se fueron edificando los distintos cuerpos del castillo. Su última y magnífica restauración se ha
llevado a cabo en el 2005. Un puente levadizo le introducirá en un mundo de torres, mazmorras,
matacanes, troneras y saeteras, y le permitirá conocer el lugar donde nació (1506) y vivió San Francisco Javier,
cofundador de la Compañía de Jesús y uno de los misioneros más universales.
El Castillo de Javier
En 1516, por orden del cardenal Cisneros, fue parcialmente destruido, y a finales del siglo XIX y aneja a la fortaleza,
se levantó la basílica de Javier. En 1952, las obras de reconstrucción devolvieron al castillo su fisonomía original y hoy
es uno de los pocos castillos que conservan sus defensas y estructuras como troneras y saeteras.
El Castillo de Javier
Esta fortaleza medieval erigida sobre roca viva, congrega cada año los dos primeros fines de semana de marzo a miles de
navarros en la popular peregrinación conocida como "Javierada". El origen de esta tradición se remonta a 1886, cuando se
invocó a San Francisco Javier para que hiciera remitir la epidemia de cólera que asolaba Navarra, y en agradecimiento al
cumplimiento de este deseo, se llevó a cabo la promesa de acudir peregrinando a Javier.
La Basílica
Aunque, debido a la hora, no nos es posible entrar en el Castillo, sí entramos en la Basílica, en cuya fachada se recogen
motivos de la vida de Javier. Realizada por el arquitecto Ángel Goicoechea, entre 1896 y 1901, por encargo de la duquesa de
Villahermosa, descendiente de la familia de Javier, la basílica es de estilo ecléctico y utiliza elementos del arte
románico, gótico y bizantino. La portada, neorománica contiene en su tímpano los nombres de los distintos lugares de
Europa, Africa y Asia recorridos por Javier, y en sus capiteles se representan distintas escenas de su vida. El interior
es una nave neogótica con tribunas lombardas.
Visita a la Basílica
Con motivo del V Centenario del nacimiento del santo, se ha construido un espacio multiusos, el Aula Francisco de Jasso,
con capacidad para 1300 personas, y la Sala de exposiciones Georg Schurhammer, con el archivo personal del mayor biógrafo
de Francisco de Javier, trasladado especialmente desde Roma.
Juan Pablo II
Después de estas visitas, comemos los tres algunos platos combinados en la Cafetería Goa por 41 euros, y retomamos el
Camino hacia Sangüesa, población de la que nos separan unos 8 kilómetros. La tarde es agradable, algo calurosa, aunque se
camina bien.
Sangüesa: Santa María la Real
Ya en Sangüesa, nos dirigimos al albergue de peregrinos del Convento de las Hijas de la Caridad, donde no está el hospitalero. Ha dejado instrucciones a otros
peregrinos para que esperemos su vuelta. Allí están los dos peregrinos alemanes, los dos brasileños, Fernando e Isidro, de
Zaragoza, a quienes habíamos conocido en Arrés, y algún peregrino más.
Pórtico de Santa María la Real
Cuando por fín nos acoplamos en el albergue, después de unas duchas, salimos a dar una vuelta y buscar dónde cenar.
En el Bar El Pilar, en la calle Mayor, tomamos para la cena ajoarriero, una tabla de ibéricos y un revuelto de hongos, todo ello
acompañado por vino Marco Real, por 70 euros, y regresamos al albergue a dormir.
Detalle del pórtico
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