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Mi Primer Camino
(Rodrigo)


macardiel@terra.es



Lunes, 9 de Mayo de 2005
Etapa 5: DE O CEBREIRO A SAMOS


Amanece con la misma niebla cerrada de la noche anterior, pero al menos no llueve.

Muy temprano, efectúo algunas curas de heridas y ampollas a parte del equipo. El mesón donde desayunamos está abarrotado. Poco a poco van llegando todos a desayunar. Michel saluda a Ana, simpática camarera que aún le recordaba del año pasado. Esta vez, el equipo está reunido al completo: Reyes, Paloma, Angustias, Yoly, Ramón, Rodri, Mauri, Marino, Luis, Ángel, Michel y yo. Una vez preparados, comenzamos el largo Camino que nos llevaría hasta Samos.

Niebla en O Cebreiro

El tiempo acompaña y anima a caminar rápido. Pronto nos acercamos al Monumento al Peregrino en los Altos de San Roque, donde hacemos algunas fotos. La niebla va levantando y el día promete ser soleado. Mauri, como suele hacer cada día, se adelanta con rapidez.

Alto de San Roque: Monumento al peregrino

La bajada hasta Hospital da Condesa es muy cómoda y rápida. Michel esta vez se ha adelantado y sale del camino con intención de sellar en el albergue. Poco después Ángel va tra él, mientras nosotros pasamos sin hacer la parada.

Hospital da Condesa

Continuamos por el Camino sin esperarles hacia el Pico del Poio charlando animadamente. Ahora entiendo por qué decían que Paloma hablaba mucho. No ha parado en todo el trayecto. Subo la última y empinada cuesta hasta el Pico del Poio junto a Reyes que, cargada con su mochila, no admite el relevo de Angustias a pesar de nuestros intentos por convencerla.

Alto do Poio

Mientras tanto, Michel y Ángel, que se habían quedado rezagados en Hospital da Condesa, deciden continuar por la carretera, acortando en parte el camino. Pronto nos juntamos todos en el Bar de Rocío. Charlamos con ella y le mostramos su foto en nuestro libro que hojea con mucho interés y nos comenta que se llama Rocío y no Sofía, como habíamos puesto en el libro. Después sabríamos que es familia de Isabel, de O Biduezo.

Hacia Fonfría

Después de sellar nuestra "papela", finalizadas las cervezas, decidimos continuar. Mientras cada uno camina a su paso pronto el grupo se estira.

Fonfría

En Fonfría hacemos una pequeña parada mientras probamos las "filloas", riquísimas tortillas de pasta dulce, que nos ofrece una simpática mujer a cambio de nuestra voluntad. Muchos peregrinos se detienen a probarlas. Recuerdo que el año pasado Luis nos comentó que le había salido al paso la mujer y las había probado.

Las "filloas" riquísimas

Poco después, dejando atrás algunos rebaños de ganado vacuno, llegamos a O'Biduezo, donde teníamos previsto visitar a nuestra amiga Isabel en el Bar Restaurante Betularia. Exceptuando a Marino, que había continuado sin detenerse ni siquiera para ver el tractor donde el año pasado había dado una vuelta además de un breve cursillo sobre modelos de tractores al dueño, el resto del grupo ya descansaba allí con grandes jarras de fresca cerveza.

Reyes descansando

Nuestra amiga Isabel no está y tampoco José, su marido. Su hija nos atiende estupendamente mientras admiramos, tumbados al sol, los prados verdes repletos de preciosas florecillas amarillas.

Rodri

Mientras tomamos algunos pinchos con las correspondientes cervezas y sellamos nuestras "papelas" Ángel deja el móvil en un enchufe del Bar para su recarga, comentándonos su preocupación de que seguramente lo olvidaría allí.

Paloma

El día es magnífico y hay pocas ganas de caminar. Mientras comentamos las incidencias del Camino aparece José, a quien saludamos afectuosamente. Michel, sin cortarse un pelo, le pregunta por el famoso tractor. El hombre, deseoso de mostrárselo le invita a dar una vuelta. Michel acepta encantado.

El tractor

Con la ayuda de Angustias, Michel empuja el tractor, al que se ha subido José con intención de arrancarlo tirándole cuesta abajo. Una vez arrancado, regresa y recoge a Michel que, muy divertido y contento, le pide que le lleve hasta Santiago de Compostela.

En el tractor

El ruido del motor es profundo, bronco, perfecto. Michel lo compara con el de una Hardley Davidson. Mientras José acelera, la chimenea expulsa una columna de humo negro y espeso que se eleva hacia el cielo.

A Santiago en tractor ...

Finalizado el paseo es Ángel quien se monta ahora.

Ángel

Y después, Luis.

Luís

Aunque me habría gustado también montar, me ha parecido que ya sería algo abusivo, por lo que lo dejo para una nueva ocasión.

El tractor y Sevilla

Poco a poco, finalizada la experiencia automovilística, los peregrinos comienzan a desfilar. Despedidos de nuestros amigos de Betularia, emprendemos la marcha. Tenemos intención de comer en Triacastela, una hora después.

Angustias, Paloma y Ramón

Después de caminar Michel, Ángel y yo, aproximadamente tres kilómetros, Ángel recuerda su móvil. Ante nuestras divertidas sonrisas él sospecha que lo tenemos nosotros. Le aseguramos que no, que se lo ha dejado en O'Biduezo y, después de algunas dudas, y de amenazarnos de malas maneras, decide regresar en su busca. Mientras, nosotros, continuamos muy divertidos el Camino.

Campos de O Biduezo

La bajada hasta el pueblo de Triacastela es larga, dura, incómoda e interminable. Junto a Michel, camino despacio esperando a Ángel, mientras vamos recogiendo algunas flores con intención de formar un ramo.

Llegando a Triacastela

Aburridos por el interminable descenso decidimos "arrancar la moto" con intención de conectar con el grupo de sevillanos que caminaban algo adelantados. Pronto hemos conectado con las cuatro sevillanas y les hemos regalado las flores mientras continúabamos el descenso a una buena marcha. Saludamos a una peregrina belga que, sentada a los pies de un árbol, esperaba a otras dos amigas, aunque no sabía si iban por delante o por detrás. Mientras charlábamos con ella y tomábamos alguna foto han vuelto a pasarnos el grupo de sevillanas. Muy satisfechos hemos comentado que aún llevaban nuestras flores.

Triacastela

Despedidos de la peregrina belga hemos continuado el Camino no sin antes decirle que, si veía pasar un peregrino alto llamado Ángel, le comentara que le esperábamos a la entrada del pueblo. Ya en la terraza del bar, mientras recordábamos mi primer Camino, cuando agotado le pedía a Michel que hiciera el favor de parar en el primer sitio donde se pudiera y él me había asegurado que el albergue estaba a la salida del pueblo, cuando apareció Ángel recién duchado anunciándonos que el albergue le teníamos enfrente de nuestras narices, llegó la belga y muy poco después Ángel.

Iglesia de Triacastela

Mientras tomamos unas nuevas cañas, esta vez acompañados por Ángel, intento llamar la atención de una peregrina que, algo despistada, descansa en una mesa cercana a la nuestra. Mi inglés esta vez no resulta pues Gabriela, aunque austriaca, habla perfectamente el español. Después de darle una de nuestras tarjetas y despedirnos, continuamos los tres hacia el restaurante Xacobeo donde seguramente ya nos esperaban para comer.

Comida en Triacastela. Con Gerda y amigo, peregrinos austriacos

Efectivamente, por allí andaban algunos cambiándose de ropa, otros tomando una cerveza, y algunos, los más precavidos, habían ido a sacar dinero del cajero. Pronto nos sentamos a la mesa, organizada esta vez por zonas, fumadores y no fumadores.

Pitxi, nuestra amiga Marina, a quien hacía tiempo que no veíamos, se encontraba en una de las mesas acompañada por sus amigos. En otra de las mesas se encontraba, sonriente, una de las amigas de la belga, a quien habíamos conocido días antes en El Acebo, acompañada por un compañero seguramente belga también. A pesar de las explicaciones que le dimos no logramos hacerla comprender que su amiga estaba buscándola por el pueblo.

Muy interesados por nuestro libro les entregamos sendas tarjetas por si querían verse en estas páginas una vez publicadas.

Triacastela

Finalizada la comida y después de los correspondientes "elixires", nos despedimos y continuamos el Camino con el propósito de llegar al Monasterio de Samos.

Salida de Triacastela

A la salida del pueblo los sevillanos se han adelantado unos metros. Ante la duda, en una bifurcación, de qué camino tomar, Michel les indica divertido desde lejos que deben tomar el de la derecha. Poco después ven cómo los que venimos detrás tomamos el de la izquierda. Reyes, muy graciosa, le increpa a Michel con algunos vocablos irreproducibles aquí, mientras retroceden el camino andado.

"carballeiras"

Después de comer las ganas de caminar son escasas y el Camino se hace muy largo. Poco a poco el grupo se va disgregando aunque podemos vernos a lo lejos. El lento descenso al Monasterio se hace interminable. Cuando llego al albergue ya me tienen guardada una litera cerca de la de Michel. Mi vecino de litera, amigo de Marina, debió sentirse inseguro a mi lado porque pronto la cambió por otra más lejana. En definitiva, tengo dos cómodas literas para mí solito.

Monasterio de Samos

En las duchas, el agua, congelada. Yolanda me deja una toallita después de ducharme pues he perdido la mía en O Cebreiro. A Michel, mientras se ducha, le escondo la suya. Poco después, por no escuchar sus voces, se la devuelvo muy divertido.

Antes de salir a cenar, mientras algunos ya tomaban sus cervezas en la terraza del restaurante y otros se practicaban alguna I.T.V., Reyes, aún después de la paliza que llevaba encima la pobre, me da un masaje en una de mis piernas intentando descargar un poco los gemelos, completamente agarrotados.

Intento efectuar alguna llamada telefónica pero en el Monasterio no hay cobertura. Acto seguido, entramos al restaurante con intención de cenar. La carne nos parece que está pasada por lo que Marino, muy cabreado, reclama enérgico y enfadado a la camarera y después al dueño. Aunque nos la cambian, sigue sin gustarnos, por lo que, muy enfadados, pagamos y nos vamos defraudados.

Descanso en Samos

Algunos, antes de retirarnos al albergue, tomamos aún una copa en la terraza. La noche era muy agradable y no apetecía retirarse a dormir a pesar del cansancio acumulado. Poco después nos vamos a dormir exceptuando a Luis y a Michel que se quedan simulando a los Beatles en un paso de cebra mientras se hacían algunas fotos acompañados por un simpático perrillo fost_terrier que se les había acercado y a quien apodaron "El Truchas" en honor a la pesca conseguida el día anterior por Luis.

Luís y el perro