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Mi Primer Camino
(Rodrigo)


macardiel@terra.es



Julio 2005
Mi primer Camino

Por Rodrigo Núñez


Realmente no era consciente de lo que iba a ocurrir hasta que me bajé del autobús que venía desde Sevilla, hasta Ponferrada, León.

Llevaba años queriendo hacerlo, pero unas veces por motivos laborales míos y otras por los del grupo, no he podido hacerlo hasta este año.

Finalmente no fue ningún miembro del grupo inicial, y fui yo, el que se unió a un grupo bastante heterogéneo que me acogió como un integrante más desde el primer momento. Esta, es sólo una de las cosas más bonitas del Camino, que una vez te cargas tu mochila a la espalda te conviertes simple y llanamente en un peregrino más, como el que te cruzas a diario, o el que te adelanta tras las intempestivas horas tras el almuerzo ... y como no, de alguna ronda que otra de Orujo.

Allí eres uno más y cualquiera eres tú, da igual la edad, el sexo, ideología, procedencia ..., y claro, esa es otra; caminas, almuerzas, brindas, cenas, vuelves a brindar, duermes y te duchas con peregrinos venidos de todos los rincones del mundo, a veces de sitios que jamás has escuchado hablar (aunque suene a tópico), y no te hace falta saber ningún idioma, porque por arte de magia, allí todo el mundo hace por entenderse, ya sea japonés, ruso, brasileño, segoviano o sevillano.

En tantos y variados momentos, se forjan unos lazos de amistad, haciendo aflorar sentimientos de lealtad, compañerismo, solidaridad, etc. concibiendo esas amistades, como amistades de rango especial.

Ya en el transcurso del camino, a veces te encuentras subiendo un monte, caminando durante horas junto a un río o contemplando un inmenso manto de margaritas mientras haces un alto en el camino para degustar una siempre fresquita “Estrella Galicia”, y es cuando entonces las piernas sobrecargadas, los tobillos hinchados o las innumerables ampollas en ambos pies, dan paso a esa serie de cosas que merecen experimentar.

Aprendes a fijarte en factores que antes pasaban desapercibidos, observas cómo entre todos, de una forma u otra, se ayudan a subir el monte; el ruido de los ríos se transforma en sonido, o más bien en la banda sonora que inunda el valle por el que caminas; en ocasiones hay una niebla tan densa que aunque vayas en grupo, pareces estar sólo en medio de algo, o tal vez, en medio de la nada; continuamente te cruzas con mucha gente, intercambiando miradas cómplices y comprensivas, sólo entendibles para los peregrinos, porque eso sí, puedes llegar a sufrir físicamente tanto hasta plantearte abandonar, pero otra vez la magia hace acto de presencia, y la gente y el resto de peregrinos te animan de tal forma que pronto desechas esa idea.

Pero quizás, una de las cosas que más me ha sorprendido de mi mismo, ha sido que cuando, ocasionalmente he leído escritos aparecidos en foros, diarios o revistas, es decir, cuando he leído el más grande de los entusiasmos en un texto de alguien refiriéndose al Camino de Santiago o a cualquier otro evento, he comprobado que yo mismo puedo parecer un fanático sectario más, de uno de los temas de cualquier foro, con lo que deduces que hay que estar allí y hacerlo por ti mismo.

Dejemos de buscar excusas para no ir, porque el tiempo pasa muy rápido, y porque la experiencia no es la misma para cada persona, pero desde aquí, puedo asegurar que todo el que va, se trae algo de lo que carecía antes.

Merece la pena.

Muchas gracias a todos mis compañeros y compañeras del Camino, espero poder veros el año que viene.

Sevilla, Julio 2005
Rodrigo Núñez.


"Rodri"