Salimos dispersados de O Pedrouzo. Cuando salgo a desayunar mis compañeros ya se han ido. Llueve bastante. Decido ir por la carretera en lugar de cruzar por los montes de eucaliptus y carballos. Veo a mi derecha largas hileras de peregrinos que descienden del monte hacia San Paio. El camino por la carretera es mucho más llano. Camino solo. Ha dejado de llover.

Llego a San Paio, perteneciente a la parroquia de Sabugueira y que consta de un templo de piedra. Paro en el restaurante Casa Porta del Peregrino, que le han remodelado completamente y está repleto de peregrinos. Mis compañeros van hacia Lavacolla con intención de parar allí. Me esperan.

Después de tomar una cerveza continuo hacia Lavacolla en busca de mis amigos a quienes encuentro descansando en uno de los bares que hay bajada la escalinata. El camino es una verdadera riada de peregrinos.

Mientras tomamos unas cervezas observamos con curiosidad frente a nosotros cómo un aldeano engancha un arado en un tractor mientras su perro corretea alrededor de él. Finalizadas las cervezas decidimos continuar el ascenso hacia los edificios de la televisión gallega con intención de comer en San Marcos, muy cerca ya del Monte do Gozo.

A las 12:00 llego con Luís a San Marcos. Ángel ya está allí y Primi viene detrás. Nos sentamos en una terracita de Raxeria Pulperia San Marcos donde tomamos unas cervezas e investigamos el asunto de la comida. Cuando llega Primi decidimos comer allí.

De nuevo en marcha finalizada la comida subimos hasta el Monte do Gozo donde hacemos una pequeña parada para tomar alguna foto y sellar nuestras credenciales.

Por fín entramos en Santiago de Compostela y recorremos sus calles tras muchos peregrinos hacia la Oficina del Peregrino. Ángel ya ha llegado a la Pensión Suso donde tenemos las reservas. Ha pagado las habitaciones y nos ha asignado las nuestras. Mientras tanto yo voy con Luís y con las mochilas a la nueva Oficina del Peregrino con intención de obtener la "compostelana", pero hay tanta gente en la cola que decidimos dejarlo para otro momento, por lo que nos vamos a la pensión.

Una vez acoplados en la Pensión Suso, dejadas las mochilas y duchados, salgo a dar una vuelta por la ciudad, que se ve repleta de peregrinos. Ángel se queda echando la siesta y Luís se va a hacer algunas gestiones personales. Primi debe andar por ahí.

Como en tantas otras ocasiones me siento en el céntrico Bar Mesón Cestaños donde muy pronto llegan Ángel y poco después Primi, quien nos comenta que se ha encontrado con RoseMarie y se han saludado y despedido.

Mientras tomamos unos chatos se nos acercan una pareja de peregrinos alemanes, a los que hemos visto caminar estos días, y les invitamos a sentarse pues quieren hablar con nosotros.

Me explican en inglés que no se aclaran si tienen plaza para los dos en un autobús de Alsa para ir mañana a Madrid o sólo tiene plaza uno de ellos. Me ponen mediante su móvil en contacto con la Agencia de autobuses Alsa y hago la consulta. Me contestan que tienen plaza los dos, por lo que no hay ningún problema. Muy contentos se toman un chato con nosotros, al que quieren invitarnos, cosa que no aceptamos, y se marchan satisfechos.

Poco después, nos vamos los tres al Gato Negro a tomar algunos mejillones al vapor, cosa que nos encanta, y allí nos encontramos con el peregrino asturiano Javier que nos presenta a otros peregrinos que ha conocido en el Camino. Han pasado por el Bar Manuel en Ribadixo y han conocido a Carmen, quien les ha contado alguna de nuestras divertidas anécdotas de las veces que hemos pasado por allí. Después de un buen rato tomando unos chatos con ellos, ha venido Luís a buscarnos.

Les comentamos que tenemos intención de cenar una mariscada para celebrar nuestra llegada a Santiago para la que pondríamos 50 euros cada uno. Javier se apunta rapidamente. Nos vamos los cinco a buscar una marisquería que pronto encontramos en el Restaurante Marisquería A Barrola, en la Rua do Franco, y nos metemos una mariscada de lujo.

Después de la cena nos vamos a tomar una cerveza al Modus Vivendi, en el que no entramos pues está abarrotado, nos vamos luego al Séptimo Cielo, que también está lleno de gente, tomándonos por fín una cerveza en un bar cercano, con música en directo y,también, abarrotado de gente.

A las doce y media, más o menos, nos despedimos de Javier y volvemos a la pensión a dormir.