Después de desayunar, mientras Luís y Primi se van a hacer sus respectivas compras, me voy con Ángel a intentar conseguir la compostelana. Hay una buena cola pero, esperando pacientes, al final la conseguimos. Tomamos un café y nos vamos a ver a nuestras fieles amigas de Santiago, que nos esperan recien arregladas.

Visitamos después el mercado de la ciudad donde hay mucha actividad. Damos una vuelta por algunos de los puestos y compro algunos quesos.

Volvemos a la pensión Suso, recogemos las mochilas, bajamos a la calle y tomamos un café en la cafetería de al lado, donde están sentados en la terraza Primi, Luís, las dos francesas, y algunos peregrinos más. Después de despedirnos de todos nos vamos camino de la estación de trenes donde tenemos reserva en uno que nos llevaría hasta Segovia.

En algún momento del viaje, he dejado mi móvil descargado de batería en la malla del asiendo de delante. Cuando llegamos a la Estación Guiomar de Segovia, nos levantamos, cargamos las mochilas y bajamos del tren, al tiempo que otros pasajeros. Nada más bajar, mientras cargo la mochila, me doy cuenta que me he dejado el móvil. Mientras mis compañeros se marchan, rapidamente vuelvo a subir al tren y, cuando me acerco a recoger el móvil, el tren cierra las puertas y se pone en marcha. No me ha sido posible bajar.

Cuando media hora después he llegado a Chamartín (Madrid), he bajado rápido, he sacado un nuevo billete de vuelta, y al andén otra vez, pues salía un nuevo tren para Segovia. A las 19:30 estaba de nuevo en mi ciudad.

El Camino ha concluído así, felizmente, por este año.