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CAPÍTULO VIII: EL AGUACERO
VIAJE A LA LIÉBANA, CABRALES (PICOS DE EUROPA), COSTA CANTÁBRICA Y NACIMIENTO DEL EBRO, DEL 15 AL 17 DE SEPTIEMBRE DE 1995



Asistentes: Paco, Marisa, Ana, Francisco y Blanca; Michel, Mariví, Carlos y Angela; Alfonso, Rosa, Diana, y Héctor; Jesús y Raúl; Angel y Cristina. TOTAL ........ 17

PLAN DEL VIAJE:

Alojamiento.

En casas rurales de D. Joaquín Sánchez Roiz, situadas antes de la entrada al pueblo de Lebeña, en la carretera general de Potes a Unquera, a unos 8 Km. de Potes, ya que era la única posibilidad de estar al menos 20 personas en el mismo sitio y además es la mas barata.

El precio por habitación y noche es el siguiente:

*Hab. triple con baño 5.400 ptas.

*Hab. triple baño compartido 3.500 ptas.

*Hab. doble con baño 3.900 ptas.

*Hab. doble baño compartido 2.500 ptas.

El alojamiento se compone de dos casas, cada una a un lado de la carretera, pero una enfrente de la otra. En la primera se pueden alojar unas 16 personas en 3 hab. dobles y una triple con baño en la propia habitación y 2 hab. dobles y otra triple con baño compartido entre ellas. Los 4 ó 5 restantes deberán alojarse en la casa de enfrente, en dos habitaciones dobles o una doble y una triple que pueden ser con baño en la propia habitación o con baño compartido.

La casa está reservada para las noches del 15 y 16 de Septiembre, pero para confirmar la reserva me ha dicho el dueño que hay que mandarle una señal por el importe correspondiente a una noche, porque se le han dado casos de haber admitido reservas y luego no se han presentado y por tanto no ha podido alquilar la casa a otros. Además en estas fechas me ha dicho que son las fiestas en la zona. He quedado con él en enviarle una señal de 15.000 ptas. y en principio está conforme.

Nos pueden dar desayunos, comidas y cenas que, en su caso, ya concretaremos cuando estemos allí.

Viernes, 15 de Septiembre de 1.995:

Salida de Segovia sobre las 15,30 horas con dirección a Valladolid-Palencia (155 Km. de buena carretera). Desde Palencia, por la nacional 621 hasta Herrera de Pisuerga (72 Km. de buena carretera), donde nos desviamos por la C-627 en dirección a Cervera de Pisuerga (40 Km. también de buena carretera). A partir de aquí la carretera se estrecha un poco porque empieza la subida del Puerto de Piedrasluengas (unos 20 Km.) y si hace buen día debemos parar en el alto para ver el panorama. Después bajaremos el puerto en dirección a Potes (37 Km.), que se hace pesado por lo estrecho de la carretera y las muchas curvas. Desde Potes hasta Lebeña, donde está la casa rural hay unos 8 Km. por la carretera del desfiladero de la Hermida. En total unos 333 Km.

Podemos llegar a la casa rural sobre las 20,30 horas y antes de cenar nos podemos dar una vuelta por Potes. Cena y a dormir.

Sábado, 16 de Septiembre de 1.995.

Podemos hacer varias cosas, dependiendo un poco del tiempo que haga.

Si hace bueno, se puede ir hasta Fuente De y subir en el teleférico hasta la zona de Peña Vieja; desde allí se pueden coger Land Rover hasta Aliva o hacer la marcha andando. También se puede tratar de alquilar un Land Rover para todo el día y que nos lleven hasta Sotres, o se puede hacer una marcha andando desde Cosgaya (12 Km. antes de Fuente De) hasta el monumento al Oso, etc.

Si no hace bueno, podemos coger los coches y visitar los pueblos de la Zona, el Monasterio de Sto. Toribio de Liébana, etc.

Dependiendo de lo que hagamos, podemos ir bien a comer o a cenar al Mesón del Oso, en Cosgaya, porque merece la pena.

Domingo, 17 de Septiembre de 1.995.

Después de desayunar podemos ir en dirección a Panes por el desfiladero de la Hermida, que para el que no lo conozca merece la pena. En el pueblo de La Hermida cogemos la carretera que atraviesa la Reserva Nacional de Caza de Saja, con dirección a Reinosa (son cerca de 100 Km. por carreteras de montaña); comemos en Reinosa, damos una vuelta por el embalse el Ebro y a casa.

Otra posibilidad es tomar la carretera de Potes a Riaño (unos 55 Km. por carretera de montaña) por el Puerto de S.Glorio, desde donde si hace bueno se verá una buena panorámica de todos los Picos de Europa. Comemos en Riaño, damos una vuelta por los pantanos y a casa.

LUGARES VISITADOS:

Potes y Lebeña.

POTES: Municipio de la provincia de Cantabria situado al O de la provincia, capital de la comarca de Liébana, a 117 km. de Santander y a 291 m de altitud. Cuenta con 1.374 habitantes sobre una extensión de 7,60 km². Esta localidad está situada en la comarca de Liébana, rodeada ésta por los picos Peña Vieja, con una altura de 2.613 m, Peña Prieta (2.536 m), Peña Labra (2.222 m) y Peña Sagra (2.042). Su paisaje es verde, húmedo y de gran belleza. Su río, el Deva, es un importante coto de pesca; se pueden encontrar numerosas especies como el salmón y la trucha y en sus bosques, algunos ejemplares de osos y urogallos e importantes colonias de rebecos.

Perteneció en sus orígenes a los Mendoza, y posteriormente fue parte de Asturias y Castilla. Por las referencias arquitectónicas y culturales debió ser relevante centro político, religioso y cultural de la Edad Media en la zona.

Entre su patrimonio artístico debemos destacar:

Torre del Infantado, en la que está el Ayuntamiento actualmente. Fue propiedad en tiempo de Don Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado.

Torre de Orejón de la Lana, propiedad de una familia de rancio abolengo, los Manrique de Lara tiene grandes portones, escudo y blasón.

Torre de Canal.

Dentro del casco urbano de este municipio podemos encontrar cinco puentes, que sirven para salvar la accidentada orografía del terreno en donde está enclavado éste. De aquí podría venir su nombre, ya que Potes significa puente.

El Monasterio de Santo Toribio, a 2 km. de Potes, en el que vivió el Beato de Liébana, con capilla barroca en cuyo interior se conserva uno de los pedazos más grandes de Lignum Crucis.

Iglesia de Santa María de Lebeña, enclavada en el desfiladero de La Hermida, en las proximidades de Potes; es de estilo mozárabe y que data del siglo X.

Iglesia de Piasca, en el camino del puerto de Piedras Luengas, es de estilo románico.

Cabrales: Poncebos, Bulnes y Sotres (Ver Cap. VII)
San Vicente de la Barquera:

F - 1 : Vista parcial de San Vicente de la Barquera

Municipio de la provincia de Cantabria situado al NO de la misma, sobre un promontorio a 15 m. de altitud, que domina la ría del mismo nombre, a 64 km. de Santander, a orillas del mar Cantábrico y resguardado por los macizos de los Picos de Europa, está integrado en el Parque Natural de Oyambre. Cuenta con 4.349 habitantes y posee una extensión de 41,50 km². Paisaje típico del litoral cantábrico con playas de fina arena y abruptos acantilados, enriquecido con las dunas y marismas de la ría. Aves como el halcón peregrino, la paloma bravía y el cormorán moñudo encuentran bellos refugios en los acantilados, mientras que en la marisma, son el zampullín chico, el avetorillo o el ánade real, los principales pobladores. Un paisaje de bosques caducifolios mixtos y verdes praderas son lo más característico del interior.

En su origen fue asentamiento de los romanos. En el siglo VIII se reforzó y fortificó por Alfonso I el Católico. A partir de este momento vive los más esplendorosos momentos de su Historia hasta, aproximadamente, el siglo XVI.

Comillas.

Municipio de la provincia de Cantabria situado al O de la provincia a unos 35 km. de Santander, a 23 m de altitud, que cuenta con 2.440 habitantes sobre una extensión de 18,50 km².

Entre su patrimonio Artístico debemos destacar el Ayuntamiento, alrededor del cual se agrupa el centro urbano; Iglesia parroquial de San Cristóbal, del siglo XVI; Plaza de Corro de Campios, en la que casonas solariegas y plazuelas recoletas conforman un pintoresco rincón digno de atención y, especialmente, la Universidad Pontificia, fundada como seminario por Antonio López y López, y realizada por Cristóbal Cascante y Doménech en 1883, según planos de Juan Jerónimo Martorell. Se trata de una monumental construcción de estilo neogótico e influencia mudéjar. En el año 1886 se concluyó el ala oriental, y tres años más tarde, la iglesia y el ala occidental. De todo el conjunto sobresalen los detalles ornamentales, así como las pinturas que decoran el Paraninfo, obra de Eduardo Llorens, y las de la iglesia, realizadas por L. Llimosa y José María Tamburini. En 1912 se termina el nuevo pabellón añadido en el ala oeste, primera ampliación del edificio realizada por José María Basterra. Más tarde, en 1946, se produce el último añadido al crearse el colegio mayor hispanoamericano.

Municipio de la provincia de Cantabria situado al N de su provincia, a 31 km. de Santander y a 82 m de altitud, que cuenta con 3.773 habitantes sobre una extensión de 28,20 km².

Sus orígenes se remontan a la época prehistórica. En 1879 Marcelino Sautuola descubrió en la cueva de Altamira pinturas rupestres de gran valor antropológico. Éstas nos dan cuenta de los primeros asentamientos en la Península Ibérica.

En la época romana también fue un asentamiento, denominado Concana y más tarde, en los siglos IX al XI, recibía el nombre de Planes. No obstante el nombre de Santillana se lo debe a Santa Juliana, cuyo cuerpo fue trasladado desde Italia por la invasión de los Longobardos. Este hecho dio lugar en la Edad Media a un monasterio y al posterior crecimiento socioeconómico de la villa alrededor del mismo. Alfonso VIII en el siglo XII, hizo a su Abad señor de la villa convirtiéndola en capital del territorio.

En el siglo XV D.Iñigo López de Mendoza, fue nombrado primer Marqués de Santillana, asumiendo el señorío de la villa, lo que no impidió a los abades seguir con una importante influencia en toda la jurisdicción.

Entre su patrimonio Artístico, cabe destacar el Monasterio-Colegiata, que en sus orígenes perteneció a un monasterio del año 870 que albergaba las reliquias de Santa Juliana, pero en el siglo XI fue convertido en colegiata. De estilo románico, con tres naves con bóveda de cañón y posee un pórtico de grandes dimensiones. En su interior hay varios sepulcros con relieves románicos de los siglos XI y XIII entre los cuales es de destacar el de Santa Juliana. Del crucero se conservan aún dos corredores que acusan una tendencia hacia el naturalismo gótico. Torre de Don Borja, considerada de origen medieval, aunque forma parte de un edificio del siglo XV. Torre del Merino, denominada la torrona, fue construida en el siglo XIV, y posteriormente se le añadió una vivienda en el siglo XVIII. Es de planta cuadrada y posee sólidos muros de mampostería con sillares en sus esquinas, estrechas saeteras y bellos ventanales geminados de medio punto, tiene tres pisos. actualmente es Museo de Arte Contemporáneo. Casas del Aguila y de la Parra, en la Pza. de Ramón Pelayo, Casa del Marqués de Benejis, etc.

Fontibre.

Nacimiento del río Ebro, en cuyo manantial de Fontibre afloran más de 500 litros por segundo, aunque hay que puntualizar que el origen de esta corriente tan importante está en las llanuras de Peña Labra, zona muy húmeda en la que existen gran profusión de riachuelos y ríos tan importantes como el Híjar, el Mansa o el Pisuerga, favorecidos por las nieves del pico de Tresmares, y un importante embalse en un enclave cercano. En la zona existe aparte de una impresionante vegetación siempre verde, gran profusión de aves acuáticas como el ánade real, pato cuchara, cerceta, focha común, etc., y muchas más especies que hacen su migración para la invernada entre los meses de octubre y marzo, esta zona ha sido declarada Refugio Nacional.

EXPERIENCIAS DEL VIAJE:

Antes de salir:

De los 21 que teníamos previsto hacer el viaje, por diferentes razones no vinieron los siguientes: Mari-Carmen y Raquel, Carlos Martín y Elena; por tanto, nos quedamos en 17.

Viernes, 15 de Septiembre de 1995:

Salimos de Segovia sobre las 3 de la tarde, con cielos cubiertos pero sin llover, y tomamos la carretera de Santa María de Nieva para continuar hasta el cruce de Montuenga y allí coger la carretera Madrid-Valladolid por Olmedo, ya que algunos opinaban que es por donde menos se tarda de Segovia a Valladolid. Lo cierto es que había bastante tráfico, algunos tramos en obras, etc. etc. y, debido a ello, la circulación no era muy fluida. De vez en cuando nos despistábamos unos de otros, nos volvíamos a reagrupar, etc. y, en resumen, que tardamos en llegar a Valladolid mas de hora y media; luego atravesamos un poco por el centro e hicimos la circunvalación por la izquierda, junto al campo de fútbol, para tomar la autovía de Palencia, donde el tráfico ya era mas fluido. Continuamos por la carretera de Santander (alguno se equivocó y tomó la dirección a Burgos, pero pudo rectificar) hasta que nos reagrupamos de nuevo en el cruce de Herrera de Pisuerga, donde hicimos una parada.

En Herrera de Pisuerga quedamos en parar en lo alto del puerto de Piedrasluengas, por lo que tomamos la carretera en dirección a Cervera de Pisuerga y, a la salida del pueblo, junto al pantano de Requejada, empezamos la subida al puerto. Cuando llegamos arriba hicimos la parada correspondiente en el mirador, con objeto de sacar unas fotos, pero corría un viento frío que no hacía apetecible la estancia, por lo que la parada no se si duró unos 5 minutos.

Bajamos el puerto en dirección a Ojedo-Potes, en un trayecto que se hace bastante pesado por la cantidad de curvas que tiene, lo estrecho de la carretera y el no muy buen estado del firme; veo que viene Alfonso detrás de mi y como no veo a nadie mas bajo la velocidad para ver si nos reagrupamos, pero a pesar de todo llegamos al cruce Ojedo-Potes Alfonso y yo solos, por lo que nos paramos allí a esperar a los demás. Tardaron mas de 20 minutos en aparecer y nos explicaron que se habían parado porque a Paco no le funcionaban bien los frenos, que le daba la sensación de que tenía que pisar muy a fondo para que frenase el coche y ese había sido el motivo de su tardanza. En esos momentos parece que el problema se había solucionado.

De nuevo todos juntos cogemos la carretera del desfiladero de La Hermida y al cabo de unos 8 ó 10 Km. nos presentamos en Lebeña, pasadas las 8 y media de la tarde y ya bastante anochecido. Como habíamos quedado en torno a esa hora, los dueños de la casa nos estaban esperando y empezamos a bajar los equipajes y a distribuirnos las habitaciones. La casa, situada junto a la carretera, es de piedra vista, no nueva, pero muy bien conservada y las habitaciones del piso superior son abuhardilladas, muy confortables porque se ve que han sido restauradas recientemente. Los chicos enseguida empezaron a hacer sus componendas, las chicas mayores en una habitación para ellas, los chicos mayores igual, los pequeños con sus padres, los matrimonios en sus habitaciones correspondientes y como al final sobraban habitaciones, Jesús y yo en una habitación para cada uno, la mía con cama de matrimonio y la suya con dos camas.

Una vez acoplados decidimos ir a cenar a Potes y aprovechar para dar una vuelta por el pueblo, del que estábamos a unos 20 minutos en coche. Así lo hicimos, y cuando llegamos había un gran ambiente en el pueblo porque eran las fiestas; un conjunto musical ensayando a la entrada de la plaza, farolillos, vendedores ambulantes, etc. Estuvimos tomando unos chatos por las callejas típicas y a continuación nos metimos a cenar en un restaurante de la plaza; los chicos en una mesa, los mayores en otra, y cada uno cenó lo que quiso saliendo a una media por persona en torno a 1.300 ptas., lo que a todos nos pareció muy bien de precio.

Después de cenar, y como habíamos oído hablar en varias ocasiones de orujo lebaniego, nos metimos en un bar donde lo anunciaban a tomarnos una copita y yo creo que ninguno pudo con ella, ya que rascaba muchísimo al pasar por la garganta. También dimos una vuelta por los bajos del puente por el que cruza la carretera el río Quiviesa, donde hay una serie de locales que han habilitado para discotecas y, entre unas cosas y otras, se nos llegó la hora de regresar para Lebeña. Como casi todos estábamos bastante cansados, enseguida nos fuimos a la cama.

Sábado, 16 de Septiembre de 1995:

Nos levantamos en torno a las 8,30 de la mañana, aunque algunos perezosos lo hicieron mas tarde, y bajamos a desayunar a una especie de tienda/bar/restaurante que los dueños de la casa tienen al otro lado de la carretera. El desayuno a base de tostadas con mantequilla y mermelada, madalenas, sobaos y café con leche o cola-cao, a gusto del consumidor. Mientras unos estábamos desayunando iban bajando los demás y mientras los últimos terminaban yo me fui a dar un paseo andando por la carretera que lleva al pueblo de Lebeña; la mañana estaba muy nubosa, con algunos chubascos intermitentes, no muy intensos pero que mojan, por lo que el día no se presentaba con muy buenas perspectivas de tiempo y, por tanto, suspendimos lo de subir al teleférico de Fuente De. Entonces decidimos dirigirnos hacia Cabrales, con objeto de dar una vuelta por la Garganta del Cares desde Poncebos y, una vez que todos hubieron terminado el desayuno (eran mas de las 10 de la mañana), nos pusimos en marcha por el desfiladero de la Hermida en dirección a Panes.

Cuando llegamos a Panes, entre que unos se metieron a echar gasolina y otros que nos paramos a esperarles, nos despistamos de Paco, pero pensamos que ya nos encontraríamos al llegar a Arenas de Cabrales. Llegamos a Arenas y paramos los coches para esperar a Paco (la verdad no sabíamos si estaba delante o detrás), lo que aprovechamos para hacer algunas compras de sidras, fabes, posters, etc. Lo cierto es que nos entretuvimos mas de la cuenta y Paco no llegaba, por lo que decidimos continuar hasta Poncebos, pensando que estaría allí. En Poncebos había bastantes coches aparcados y estuvimos mirando para ver si encontrábamos el de Paco, pero nada, no aparecía, por lo que estuvimos por allí un rato decidiendo que es lo que hacíamos, ya que la mañana seguía lluviosa.

Paco seguía sin aparecer y decidimos iniciar el camino de Bulnes, que empezaba allí mismo, casi justo donde teníamos aparcados los coches. Jesús se puso en cabeza y casi nos hace cruzar el río a saltos, ya que se equivocó de camino y nos bajó justo hasta el borde del agua; dimos media vuelta, ya que había un indicador que apuntaba hacia Bulnes y cogimos la vereda correcta, que va hacia el puente de La Jaya, por donde cruzan el río las personas. Seguía lloviendo y nada mas cruzar el puente el camino se pone cuesta arriba, por lo que empieza la división de opiniones; unos a un lado del puente y otros al otro lado, unos diciendo que continuábamos, a pesar de la lluvia y otros que estaban las piedras muy resbaladizas, que les dolía el tobillo, que la cuesta era muy pendiente, etc. En resumen, que se daban la vuelta. También había algunos indecisos, como Carlos, que no hacía mas que dudar si se venía con los de Bulnes o se daba la vuelta; como estaba a mi lado le hice un pequeño comentario: "Tu verás, con los hombres o con las nenas". Yo creo que su orgullo no le permitió darse la vuelta. Michel quería venir, pero comprendía que Angela no estaba en condiciones, porque ya había resbalado un par de veces con las piedras; al final la ayudó a bajar hasta el puente y volvió a subir por el camino. En resumen, que cogimos el camino de Bulnes Jesús, Raúl, Carlos, Héctor, Michel y yo. Quedamos con los demás en vernos a la hora de comer en Sotres.

La verdad es que según estaba el día, el camino se hacía bastante incómodo, porque las piedras resbalaban bastante con la humedad, porque al principio sobre todo hay una buena pendiente, porque hay tramos en los que es bastante estrecho y porque había que ir con los chubasqueros puestos, las mochilas bien cargadas de ropa seca y los paraguas; pero también sabíamos que el trayecto no era demasiado largo y como el panorama que ofrece la Riega del Tejo es precioso, con esos cortados sobre el río Bulnes, nos iba amenizando el camino.

Al llegar a una zona mas llana, donde hay un puente de madera medio carcomida, bajaban unos montañeros a quienes preguntamos por el camino correcto para llegar a Bulnes y nos indicaron que no había que cruzar el puente, porque por allí se subía hacia unas casas que aparecían encima de una colina y que era el llamado Bulnes-Alto, sino que había que continuar por la margen izquierda del río; aprovechamos la coyuntura para hacer una paradita y sacar unas fotos, aunque Jesús siguió hacia delante con Carlos y Raúl. Michel, con Héctor y conmigo fuimos mas tranquilos en la última parte del trayecto y al cabo de unos 10 minutos estábamos entrando en el pueblín; además, estaba empezando a salir un poco el sol, lo que hacía mucho mas agradable la estancia.

F - 3 : En el pueblo de Bulnes.

El pueblo son 10 ó 12 casas (no creo que haya muchas mas), alguna de las cuales parecen deshabitadas, atravesado por el río junto al que había unas cuantas gallinas sueltas comiendo lo que podían por allí; enseguida llegamos a una especie de posada/bar, descargamos las mochilas y nos pedimos unas cañas; mientras tomábamos las cañas nos quitamos la ropa húmeda y sudada, porque debajo de los chubasqueros se suda mucho mas y decidimos quedarnos allí un buen rato, por lo que a continuación pedimos unas sidras y unas raciones de queso, chorizo y morcilla, ya que el camino nos había abierto el apetito. Los chicos parece que preferían unas bolsas de patatas o gusanitos con algún refresco.

Dejamos colgada la ropa húmeda en unos clavos que había en la pared de fuera, nos cambiamos de camisetas y nos sentamos en el bar a dar la pinchada correspondiente y a comentar con el dueño las condiciones de vida en las que están allí; al menos tenían teléfono, porque una antena parabólica encima de la casa y una especie de cabina dentro de bar así lo demostraban; algunos de los habitantes se tiraban meses sin salir del pueblo, ya que el único camino era el que habíamos traído nosotros y otro que se dirige hacia el Collado de Pandébano (cerca de Sotres) y ninguno de ellos es transitable para vehículos y malamente para los burros y las personas, sobre todo si ya son de cierta edad; cuando alguien se pone enfermo y hay que llevarle a un hospital, tiene que venir un helicóptero a por él; parece que había un proyecto para hacerles una pequeña carretera, pero eso se ve que no llega nunca, y menos mal que a través de una serie de postes por la Riega del Tejo les habían puesto la luz. Mientras manteníamos esta conversación, los chicos se habían salido fuera y, en sentido literal, estaban "alborotando el gallinero", ya que trataban de coger a las gallinas para echarlas al río.

Nosotros salíamos de vez en cuando a escanciar la sidra y volvíamos dentro a continuar con el chorizo y el queso; en definitiva que tras un buen rato descansando y matando el apetito, pedimos la cuenta que en total fueron unas 2.400 ptas. (nos pareció bastante barato) y pensamos en regresar a Poncebos.

Las nubes habían vuelto a establecerse en el cielo y estaba comenzando a llover de nuevo. El camino de vuelta sin incidentes, salvo que había que tener cuidado con las piedras por lo resbaladizas que estaban; a la altura del puente de la Jaya hicimos una buena parada para sacar unas fotos y, en menos de una hora estábamos en Poncebos. Eran algo mas de las tres de la tarde y cuando llegamos a los coches nos encontramos una nota, empapada de agua pero legible, en la que nos decían que Paco y Francisco habían ido a nuestro encuentro por el camino de Bulnes, que les esperásemos allí porque se habían subido a Sotres el coche de Paco. Pedimos unas cervezas en el bar y nos sentamos en unas mesas que había en una terraza cubierta, hasta que al poco rato aparecen Paco y Francisco y nos cuentan su odisea; habían subido a Bulnes Alto y no nos encontramos porque al pasar nosotros de regreso por el cruce, ellos estaban arriba a cubierto bajo un pequeño techado.

Sin mas dilación, cogemos los coches y ponemos rumbo a Sotres, cruzando el puente sobre el río Cares, por una carretera estrecha pero con buen firme, que al principio tiene dos o tres túneles excavados en la roca, pasa junto a una cascada preciosa y sigue, cuesta arriba, el curso del río Duje por el pueblo de Tielve en un trayecto de unos 15 ó 17 Km.

F - 4 : Todo el grupo a la puerta de la Casa Rural en Lebeña

Al llegar a Sotres Michel comentó que había pasado un mal rato, sobre todo cuando se le cruzaba alguno por la zona de precipicios, ya que le daba la sensación de que había poco margen para dos coches. Una vez en el pueblo, enseguida nos encontramos con los demás, que estaban comiendo en un restaurante situado en la primera planta de una casa rehabilitada (la planta baja era el bar) en la plaza del pueblo. Nos acoplamos como pudimos, ya que casi no había sitio para todos porque el comedor era pequeño y había otras 3 ó 4 mesas ocupadas y, aunque no teníamos mucho hambre debido a los pinchos de Bulnes, como eran las 4 de la tarde nos pusimos a comer a base de fabada, chuletones, guiso de carne, etc., mientras contábamos las incidencias de la jornada; Rosa había subido su coche y Alfonso el coche de Paco desde Poncebos a Sotres y no habían tenido los problemas de Michel; nosotros contamos nuestra marcha hasta Bulnes, etc. etc. mientras seguíamos comiendo; la verdad es que nos pusimos ciegos, pero aquí también nos pusieron una buena cuenta para lo que se lleva por la zona, ya que salimos a mas de 3.000 ptas. cada uno, incluidos cafés, copas y postres.

Salimos del restaurante y mientras algunos hacían unas compras, Jesús y yo nos fuimos a ver una Casa Rural que había en el pueblo, por si nos interesaba para futuras ocasiones. Pasadas las 6 de la tarde iniciamos el regreso a Lebeña y, tras una parada en Arenas de Cabrales se nos empezó a hacer de noche a la altura de Panes, por lo que todo el desfiladero de la Hermida lo hicimos de noche, despacito, porque no había prisa y porque la gran cantidad de curvas limitan mucho la visibilidad. Llegamos a la casa rural pasadas las 9 de la noche y tras los aseos y duchas correspondientes nos quedamos a cenar allí mismo, en un ambiente bastante relajado.

Después de cenar con unas copitas de orujo no lebaniego, entablamos una conversación con el dueño de la casa y como hacía buena temperatura nos salimos a una pequeña terraza que tenía a la puerta del bar, mientras casi todas las mujeres y los chicos se subían a las habitaciones; como el orujo estaba bueno repetimos e incluso alguno creo que tripitió, hasta pasadas las dos de la mañana en que nos fuimos todos a la cama. Supongo que algo de juerga hubo por algunas habitaciones, porque al día siguiente nos contaron que se había tenido que levantar la señora de la casa rural, pero la verdad es que yo no me enteré.

Domingo, 17 de Septiembre de 1995.

Nos levantamos como siempre, unos antes que otros, de tal forma que a las 9 y media de la mañana algunos habíamos desayunado y cargado los equipajes en los coches y otros aun estaban despidiéndose de la cama. El día amaneció con grandes nubarrones negros entre algunos claros, por lo que se presumían lluvias igual que el anterior. Por eso, en lugar de hacer el viaje de vuelta por la sierra decidimos ir hacia la costa. Como el personal parece que se retrasaba, Jesús y yo decidimos coger el coche y dar una vuelta hasta el pueblo de Lebeña y especialmente hasta la ermita de Santa María de Lebeña, que es una de las joyas del románico de la zona, rodeada de un pequeño cementerio y con unos enormes árboles a modo de guardianes. Nos hicimos unas fotos y volvimos a la casa rural con objeto de liquidar las cuentas e iniciar el viaje de vuelta.

F - 5 : En la plaza de Santillana del Mar.

Pusimos rumbo a Panes y desde allí hacia Unquera, ya en la costa, desde donde nos dirigimos como primera parada hasta San Vicente de la Barquera; estuvimos un rato por la zona de la playa y aunque parece que quería salir el sol no estaba el ambiente muy apetecible para baños, por lo que continuamos ruta hasta Comillas, donde paramos un poco junto a la Universidad Pontificia; seguimos en dirección a Santillana del Mar, donde estuvimos un buen rato tomando unos vasos de leche con sobaos, intentando visitar la Colegiata, para lo cual había que pagar y no le sentó muy bien a Alfonso, por lo que al final no entramos ninguno; compramos unos frascos de anchoas y algunas otras cosas para traer a casa y nos hicimos el correspondiente reportaje fotográfico por las callejas y en la plaza, junto al parador nacional Ruy Blas. Después nos tomamos unas cañas y decidimos ir a comer a Fontibre, para ver el nacimiento del Ebro.

Tras unos 70 Km. de coche, algunos de los cuales lloviendo, llegamos a Fontibre, donde ya estaba cayendo un buen chaparrón, por lo que aparcamos los coches junto a un restaurante y mojándonos los pies nos metimos a comer; se preparó una buena tormenta, con abundante aparato eléctrico y unos buenos truenos, sin olvidarnos para nada del aguacero que estaba cayendo, ya que como dicen algunos, "llovió mas que cuando enterraron a Zafra, que iba en un ataúd de plomo y flotaba". Menos mal que estábamos a cubierto y veíamos el chaparrón a través de los cristales, pero parecía que iba a inundarse todo aquello. Terminamos de comer y el aguacero continuaba, por lo que no hacíamos mas que preguntarnos que como íbamos a salir de allí.

Por fin, al cabo de una media hora parece que la tormenta amainaba y ya nos decidimos a salir a los coches a por los paraguas, chubasqueros, etc. Al cabo de un rato dejó de caer agua, y como estábamos a unos 100 metros del manantial donde nace el Ebro, no nos íbamos a volver a casa sin verlo, por lo que a pesar del barrizal que se había preparado en la arboleda, casi todos decidimos bajar, no sin dificultades por lo resbaladizo del terreno y si no que se lo pregunten a Mariví. Llegamos al manantial, donde hay una imagen de la Virgen del Pilar, nos hicimos las correspondientes fotos y regresamos a los coches, para poner rumbo a Segovia. Eran cerca de las 6 de la tarde.

Al llegar a la circunvalación de Reinosa, nos despistamos unos de otros, por lo que el viaje de vuelta lo hicimos cada uno a nuestro aire, llegando todos a Segovia pasadas las 10 de la noche.