Asistentes: Fernando y Diego; Alfonso y Héctor; Angel y
Juan-Pablo. TOTAL ...... 6
PLAN DEL VIAJE:
Durante las vacaciones de verano que disfrutamos en ISDABE, Estepona
(Málaga), en la segunda quincena de Julio de 1997, además de playa,
chiringuitos, golf, etc. planeamos unos días el dar una vuelta por la sierra;
por eso aquí se relatan únicamente las experiencias de esos "paseos"
serranos.
LUGARES VISITADOS:
Zahara de la Sierra y Grazalema.
Al norte de la provincia de Cádiz y al noroeste de Málaga, casi coincidiendo
en la situación con el Parque Natural de Grazalema, se encuentran los PUEBLOS
BLANCOS. Su denominación le viene por el blanco deslumbrante de la cal de sus
paredes. Numerosos pueblos dejaron en ellos sus huellas, iberos, celtas,
romanos, visigodos y muy especialmente la cultura árabe.
Cualquier escritor puede glosar poemas, escritos, relatos, ... pero hasta
ahora ninguno ha sido capaz de describir la belleza y el misterio que guardan
cada calle, cada rincón o cada piedra de sus montañas. Es una aventura para ser
programada y realizada en cualquier fecha del año, por lo benigno del clima de
la zona.
ZAHARA DE LA SIERRA.
Situada junto al embalse al que da el nombre. En el siglo VII los árabes de
Muza la conquistan y más tarde es fortificada, denominándose Zahara. Al Zahara
fue la favorita de Al Nasir, y así se llamaba la quinta hija de Mahoma. Toda la
villa está declarada Monumento Nacional y se caracteriza por el trazado de sus
calles, encaladas con floridos balcones. Subiendo por una de ellas llegamos
hasta la iglesia de Santa María de Mesa de estilo barroco. Junto a la iglesia un
camino nos conduce hacia un castillo del siglo XII de estilo mudéjar, que ofrece
una panorámica espléndida de toda la Sierra de Grazalema.
Su sierra es bellísima, con bosques de pinsapos en los que pastan la cabra
hispánica, el venado y donde hay caza menor de todas las especies. En sus
alrededores merece una visita el Puerto de las Palomas, lugar ideal para la
práctica del vuelo libre o ala delta, las riberas del Arroyomolino y Bocaleone,
zona de espectacular belleza donde se pueden contemplar gran cantidad de
aves. A unos 3 Km. en dirección a Grazalema un sendero nos
conduce hasta la Garganta Verde, lugar donde se encuentra la Ermita de la
Garganta, cueva impresionante con estalactitas y estalagmitas.
GRAZALEMA.
Es otra de las poblaciones de la zona, que aparece abrazada por las Sierras
del Pinar y del Endrinal. Sus estrechas calles muestran paredes blancas. Ya
desde la antigüedad fue lugar predilecto de asentamiento de romanos y árabes.
Estos últimos la llamaron Ben-Zalema. Como Patrimonio Artístico entre otras
destacan la Iglesia de la Encarnación del siglo VII y la Iglesia de la Aurora,
del siglo XVII.
HISTORIA.
El primer asentamiento en la villa de Grazalema fue durante la ocupación
romana de la península, los cuales le pusieron el nombre de LACILBULA y cuyo
nombre podría provenir de la denominación romana del río Guadalete, al que
llamaban CILBUS.
Los primeros asentamientos islámicos corresponde a una tribu beréber de los
Saddina.
Los ocho siglos de hegemonía islámica dejaron una potente raíz cultural en
nuestras tierras y prueba de ello es el nombre de Grazalema que al parecer,
según cuenta la leyenda, la villa fue cedida por un principal, próximo al
califato, a su hija primogénita llamada Zulema, por lo que fue denominada Villa
(Ben) Zulema, Ben-Zulema, derivando hasta la forma actual.
En cuanto a las primeras referencias del cristianismo la citan como
Çagrazalema, y así pasó a las manos del Capitán General y Marqués de Cádiz Don
Rodrigo Ponce de León, junto con otras seis villas del entorno en agradecimiento
ofrecido de Los Reyes Católicos por los servicios prestados en la reconquista
del reino Nazarí. El actual escudo desciende del emblema heráldico del señorío
de los Ponce de León.
La época de mayor apogeo de la villa fue a finales del siglo XVIII y mediados
del XIX, gracias al resurgimiento de su industria textil de paños y mantos, así
como de la agricultura y ganadería florecientes, llegando la villa a tener una
población superior a 9.000 habitantes, frente a los 2.400 de la actualidad.
GASTRONOMÍA.
La cocina grazalemeña guarda la tradición y la sencillez de la cocina casera,
elaborándose en sus restaurantes platos tan sabrosos como el cordero y el venado
al horno, el potaje de tagarninas, el cocido, la caldereta, las cagarrias
(setas), el gazpacho de espárragos trigueros, el conejo de campo en salsa, la
perdiz con champiñones, las truchas a la serrana. Mas en esta peculiar y
tradicional cocina serrana no podemos olvidar las chacinas, los quesos ni
siquiera los deliciosos postres caseros como son: la carne membrillo, la meloja
o la esmerada repostería de Grazalema.
FAUNA Y FLORA.
F - 1 : Parque Natural de la Sierra de
Grazalema.
La declaración, por la UNESCO, como reserva de la Biosfera, y zona de interés
científico mundial, así como la catalogación de Parque Natural y Espacio
Protegido por parte de la Junta de Andalucía, tiene su justificación en la gran
variedad de especies botánicas endémicas, así como otras más comunes.
La vegetación de la Sierra de Grazalema es singularmente mediterránea,
formada por frondosos bosques, aunque el trono de la realeza botánica lo ocupa
nuestro pinsapo, especie de pino que crece por encima de los 1000 m.,
perteneciente a la Era Terciaria. Igualmente podemos encontrar otras especies
tales como: la encina, el alcornoque, el quejigo, el arce, la sabina, el enebro,
el algarrobo, el olivo, el fresno, el laurel y el madroño, así como una peculiar
vegetación de ribera.
La fauna despierta tanto interés como la botánica, gracias a la diversidad de
hábitats que ofrece. Entre los herbívoros podemos destacar la presencia del
corzo, el ciervo y la cabra montés. Depredadores tales como el zorro, la gineta,
la nutria o el meloncillo. Aves rapaces como el alimoche, el águila real, el
halcón peregrino, el vencejo rea, el milano negro y el búho real, así como la
colonia más importante de Europa de buitres leonados, que frecuentemente se ven,
desde Grazalema, sobrevolar los tajos.
BENAHAVIS: Angosturas del río Guadalmina.
Municipio de la costa occidental malagueña, con una superficie de 145,80
kilómetros cuadrados y una altitud sobre el nivel del mar de 160 metros.
Precipitación media anual: 900 l/m². Temperatura media anual: 17'2 °C.
Habitantes censo 1994: 1.628.
HISTORIA Y PAISAJE.
Benahavís se encuentra agazapada sobre un meandro del Guadalmina, en el fondo
del valle de este río, rodeada de montañas que bajan en jirones desde la
Serranía por Las Apretaderas, Sierra Palmitera y Sierra Bermeja. Formaciones que
separan los tres ríos principales del municipio: Guadaiza, Guadalmansa y
Guadalmina, y dan lugar a otros tantos valles que encierran paisajes de gran
belleza.
El valle de Guadaiza, que arranca en las laderas del Cerro Abanto, en plena
Serranía de Ronda, baja entre fuertes laderas cubiertas de bosques de pino,
encinares y alcornoques, que, pese a haber sufrido recientemente un devastador
incendio, aún conserva buena parte de su atractivo, en parajes como el Cerro del
Duque, Daidín o Las Máquinas. Por el Madroñal y la Quinta este valle, después de
dejar el pequeño embalse recientemente construido, sale entre urbanizaciones de
lujo y campos de golf al litoral marbellí.
El segundo de los valles, el del río Guadalmina, baja paralelo al anterior
desde las sierras que lo separan del Alto Genal añadiendo al paisaje zonas
boscosas de pinar y alcornoques, especialmente en los parajes de los Almageles,
la Cañada de la Higuera y, sobre todo, en el Coto de la Zagaleta, donde se ha
construido recientemente un campo de golf. Pero lo más singular de este valle lo
ofrecen las Angosturas del Guadalmina en las proximidades del pueblo, donde el
río ha cortado la montaña y el agua que brota de las piedras baja entre
pozancones desde el popular Charco de las Mozas. Por último, en el borde
suroccidental, es el valle del Guadalmansa el que completa este territorio con
paisajes de bosque como los de Hinarro y Velerín, valles recoletos como el de la
Romera y relieves especialmente significativos no solo de Benahavís, sino
también de la Costa, como es el Pico de Monte Mayor (580 m.). La mayor parte del
término municipal de Benahavís es forestal; el pueblo y las urbanizaciones
ocupan una mínima parte de un escenario natural que cuenta con parajes de pinos,
castaños, alcornoques y madroños, que predominan en medio de una vegetación de
monte bajo típicamente mediterránea, en la que destacan el oloroso tomillo, la
siempreviva o la jara, garantes del especial ambiente que define ese "olor a
campo" que muchos echan de menos en las modernas ciudades o en los grandes
pueblos.
El tercio sur del municipio está siendo transformado en los últimos años de
forma importante por la construcción de numerosas urbanizaciones y campos de
golf. Es un paisaje ya costasoleño que indica la integración de este municipio
en la comarca de la Costa del Sol occidental.
Los valles que atraviesan Benahavís de norte a sur han sido a lo largo de
historia vías de penetración desde la costa hacia la Serranía, dando así a estas
tierras un gran valor estratégico. Las torres vigías que jalonaban la línea de
costa fueron testigo de frecuentes escaramuzas y cruentas batallas entre moros y
cristianos e incluso entre distintas dinastías árabes. Pero mucho antes de que
los árabes llegaran a estas tierras, fenicios, griegos, cartagineses y romanos
tuvieron que acercarse a ellas dada la cercanía de la costa y los frecuentes
vestigios que dejaron en sus proximidades. No obstante las primeras noticias
documentadas que existen pertenecen a la época de la dominación árabe. En esos
años se sitúa el origen de la localidad, que surgió al amparo del Castillo de
Montemayor, cuando el territorio pertenecía a la familia Banu Habis - los hijos
del Abismo -, de donde procede el actual nombre del pueblo. Otras teorías acerca
del origen del nombre son las siguientes: Benahavís, deriva de la voz árabe Ben,
hijo en acepción original, y Avis o Havis, que fue el nombre de un árabe notable
que reinó en el castillo de Montemayor, cuyo hijo tuvo la idea de construir una
serie de defensas que, protegiendo el río Guadalmina a la salida de Las
Angosturas, defendiese al mismo tiempo el flanco izquierdo del castillo, y que
fue el primer núcleo de población; es decir, que la construcción del castillo de
Montemayor fue anterior a la de Benahavís. Otra opinión dice que la palabra
Benahavís deriva de Ben Habix, los hijos del abisinio, por haberse establecido
un cadí de aquella nacionalidad en estos contornos.
El castillo de Montemayor estaba ya construido en el siglo X, por haberse
librado importantes batallas por su posesión en la época de los reinos de
Taifas. Al sucumbir el Califato de Córdoba a principios del siglo XI, el
castillo fue punto neurálgico en las luchas mantenidas entre los Edrisitas, es
decir, la dinastía que gobernaba Málaga y los Hammuditas o Hammudíes, que
reinaban en Algeciras, ambos pertenecientes a la misma familia. Cuando en 1273
Mohamed rey de Granada vio su trono en peligro, pidió ayuda a los Benimerines,
quienes al mando de Abu Yusuf Jacub, ocuparon en 1274 Marbella, el castillo de
Montemayor y Málaga, descubriendo el inmenso valor estratégico del castillo,
desde el que se divisan más de 100 kilómetros de costa española y parte de la
africana.
Tras la toma de Ronda, el rey Fernando decidió la conquista de Marbella, ya
que su ensenada podía servir de estación naval para las galeras y fustas
castellanas. El 11 de junio de 1485 Marbella se rinde, firmándose las
capitulaciones en el sitio llamado Cruz del Humilladero, donde Fernando recibe
del alcaide de la de fortaleza marbellí, Mohammad Abuneza, las llaves de la
ciudad así como la de los lugares de Benahavís, Daidín, castillo de Montemayor,
fortaleza de Cortes, Oxen, Arboto, Almáchar, Tramores y fuerte de Calalvi en
Sierra Bermeja, territorios que fueron entregados a Juan de Silva, Conde de
Cifuentes, en 1492 por la ayuda que prestó en la conquista de Granada. Esta
donación fue motivo de tensión entre Benahavís y Marbella, a la que había
pertenecido anteriormente, pero en 1572 el rey Felipe II le otorgó carta puebla
a Benahavís, proclamando así su independencia de Marbella.
Durante la Guerra de la Independencia, el Castillo de Montemayor y el Cerro
de Alcuzcuz fueron escenario de fuertes hostigamientos a las tropas
napoleónicas.
F - 2 : Casas en Benahavís.
VISITAS DE INTERÉS
Benahavís es un precioso pueblo de montaña que goza de una de las muestras
gastronómicas más importantes y ricas de toda la Costa del Sol, por calidad e
importancia.
El Castillo, así como varias torres vigía levantadas durante el reino nazarí
de Granada, como la de Daidín o la Leonera que se conservan en buen estado, o la
pequeña iglesia parroquial de la Virgen del Rosario, del siglo XVIII, son
algunas de las obras monumentales más destacadas de Benahavís, que actualmente
presenta un aspecto al más puro estilo de los pueblos blancos de la costa
occidental.
EXPERIENCIAS DEL VIAJE:
Martes, 22 de Julio de 1997.
Fernando y Angel.
PARQUE NATURAL DE LA SIERRA DE GRAZALEMA.
Nada mas desayunar cogemos el flamante Audi 6 de Fernando, recién estrenado,
y vamos por la autovía hasta San Pedro de Alcántara, donde tomamos la desviación
hacia Ronda; aunque la carretera lleva ya unos años arreglada, sigue teniendo
muchas curvas, por lo que se hace difícil adelantar en muchos tramos. Antes de
las 11 de la mañana estamos en la circunvalación de Ronda, y sin entrar en la
ciudad tomamos la carretera en dirección Sevilla; al cabo de unos 10 o 15 Km.,
entrando ya en la provincia de Cádiz, cogemos el desvío a la izquierda, hacia el
pueblo de Grazalema, que discurre por una zona de alcornoques a los que se había
quitado la corteza para fabricar corcho, por lo que casi todos tenían el tronco
pelado; una vez en el pueblo, por cierto, uno de esos pueblos blancos de
Andalucía situados en la ladera de la sierra, que tan solo vimos de pasada.
Desde Grazalema iniciamos la subida al puerto de Las Palomas, por una
carretera estrecha y no demasiado mal de firme, pero sin ninguna dificultad de
tráfico, porque por allí no pasa ni Curro Jimenez; al cabo de 7 u 8 kilómetros
llegamos al alto, donde aparcamos. Nos bajamos del coche y nos acercamos a un
mirador que había allí cerca para contemplar el panorama con los prismáticos, ya
que estamos a mas de 1.300 metros de altura y se divisa un amplio espacio; a la
izquierda, el pantano de Zahara-El Gastor, aparentemente lleno, a pesar de lo
seco que está el terreno por esta zona, donde no se ve correr ni un hilo de
agua; a la derecha la llamada aguja del puerto de las Palomas, una mole de roca
vertical situada un poco antes de llegar a lo alto del puerto, pero un tanto
separada de la carretera y al fondo, mucho mas abajo, un valle denominado la
ribera de Gaidovar, donde parece que abundaba mas la vegetación. A nuestra
espalda, las desoladas cumbres del Endrinal y de frente a nosotros un monte en
cuya cumbre están instaladas unas antenas, por cuya ladera se divisaba un camino
de ascenso, por lo que sin pensarlo mucho mas, bajamos del mirador y decidimos
subir hasta ese monte.
F - 3 : En el vértice geodésico del monte junto al puerto
de las Palomas.
El camino, con unos cuantos pinos piñoneros al principio, da un pequeño rodeo
para mitigar la pendiente, pero no obstante, debido al sofocante calor que
hacía, nos hizo sudar; al cabo de un rato estábamos en la cumbre, junto a las
antenas y un artilugio que había por allí y que no sabemos para que podía
servir; igualmente había un mojón de los que indican vértice geodésico, por lo
que nos sentamos un rato para descansar y sacar unas fotos. Estuvimos allí poco
mas de un cuarto de hora, a pleno sol y observando una especie de torreón que
había en las inmediaciones del pantano, hasta que decidimos bajar, con intención
de volver a subir a otro monte que había al otro lado de la carretera, ya que
detrás del mismo se veían cumbres mas altas. Al llegar a los pinos que habíamos
visto en la subida nos paramos para coger unas piñas, que según Fernando son de
piñones; lo cierto es que estaban muy cerradas y no las podíamos abrir, por lo
que nos llevamos tres. Al llegar al coche vimos que para subir al otro monte
solo había camino hasta el mirador donde habíamos estado antes y a partir de
allí la ladera es bastante pendiente y con maleza baja y seca, de esa que pone
las piernas llenas de arañazos, por lo que desistimos de subir.
Cogemos nuevamente el coche e iniciamos la bajada del puerto de las Palomas,
en dirección a Zahara de la Sierra. Desde la carretera, con continuas curvas y
bastante pendiente (en unos 10 Km. desciende 850 metros) se ve continuamente el
torreón árabe, en lo alto de un montículo, pero no se ve el pueblo, por lo que
pensamos que estaría mas lejos; bajamos despacio, tratando de encontrar una
entrada al Parque Natural de la Sierra de Grazalema, donde está el mayor bosque
de pinsapos de Europa, pero seguramente pasaríamos de largo; lo cierto es que en
un recodo de la carretera, junto al mencionado torreón, nos encontramos metidos
en el pueblo de Zahara de la Sierra, que al igual que Grazalema es el típico
pueblo blanco andaluz, de calles estrechas y empinadas; aparcamos en una plaza,
junto a una iglesia y nos metimos a tomar unas cañas en un bar, donde compramos
lotería; buscamos un mesón para comer y nos sentamos en una pequeña terraza que
tenía frente al pantano; pedimos una ración de jamón y otras cañas a modo de
entradas y después gazpacho, lomo y caldereta, todo ello bastante mejorable, ya
que no es fácil encontrar buena carne por el sur; el dueño del mesón nos estuvo
poniendo al corriente de la situación en la que están esos pueblos, abandonados
por los políticos para crear riqueza y de lo único que se preocupan es de las
famosas peonadas, por lo que a la gente lo que le interesa es estar en el paro,
etc. Nos tomamos la copita correspondiente y preguntando por allí conseguimos
salir del pueblo en dirección a Ronda, bordeando el pantano; a los pocos
kilómetros le veo a Fernando que le está entrando el sueño, por lo que le digo
que cuando lo vea mal pare y llevo yo el coche. En cuanto llegamos a la
carretera general paró el coche y me puse yo a conducir hasta Isdabe, donde
llegamos pasadas las 5 de la tarde.
Miércoles, 23 de Julio de 1997:
Fernando y Angel.
PASEO HASTA BENAHAVIS (IDA Y VUELTA, UNOS 15
KM.).
Poco después de desayunar decidimos darnos un paseo hasta Benahavís por la
carretera que sale enfrente de Isdabe y sin mas preámbulos cruzamos el puente de
la autovía y continuamos por la urbanización Golf y Mar hasta llegar a la
carretera de Benahavís, junto al campo de golf del Hotel Atalaya. En ambos
márgenes de la carretera hay algunas higueras, con bastante fruto pero aun sin
madurar; no obstante cogimos un par de higos, que Fernando probó y dijo que les
faltaban de 10 a 15 días para que estuviesen a punto.
Un poco mas adelante, junto al primer grupo grande de eucaliptos, vemos que
están haciendo importantes obras que va a atravesar la carretera, en lo que
parecía un puente para cruzar el río Guadalmina, aunque por estas fechas parecía
bastante seco; como había por allí un obrero, le preguntamos que para que eran
esas obras, a lo que nos contestó que se trataba de la nueva autopista de la
Costa del Sol y, aunque no estaba muy seguro, parece lógico pensar así, porque
al otro lado del río se veían unas explanaciones de unos 100 m. de anchura que
tenían todo el aspecto de ser para una autopista. Continuamos por la carretera,
y a la izquierda se oía el traqueteo de máquinas excavadoras, que estaban
haciendo importantes desmontes en un montículo a la izquierda de la
carretera.
Durante buena parte del trayecto tuvimos la compañía del "canto" de las
chicharras, tanto en zonas de árboles como en otras en las que únicamente había
maleza; al llegar al segundo gran grupo de eucaliptos, volvemos a asomarnos al
río, puesto que se veía una charca, pero parecía que el agua no corría, a pesar
de que mas abajo también se formaban charcas menores; al fondo de esa charca mas
grande observamos que el río se encajona entre dos paredes verticales de unos 15
ó 20 metros de altura, a partir de lo cual dejamos de ver el curso, que se
pierde entre la maleza y las rocas.
Seguimos avanzando y observamos que al haber arreglado la carretera, han
hecho una especie de miradores encima del río, que aparentemente sigue
encajonado; como aparentemente no hay nada especial, cruzamos al margen
izquierdo de la carretera, que es por donde deben ir los peatones y continuamos
en dirección a Banahavís; cuando ya tenemos el pueblo a la vista, observamos
unos coches aparcados a la derecha, al final de unas obras de arreglo de la
acera; cruzamos la carretera y vemos un charca grande, aparentemente bastante
profunda, en la que hay unas cuantas personas bañándose y otras tomando el sol,
por lo que comentamos que había que volver otro día, mas despacio, a explorar la
zona.
Por fin llegamos al pueblo, donde nos sentamos en la terraza del
bar-restaurante "La Sartén" a tomarnos unas cañas, ya que el calor apretaba,
pero sin entretenernos demasiado porque teníamos intención de bajar a comer a
Isdabe y teníamos que ir andando. Como era pasada la una del mediodía, iniciamos
el regreso a buen ritmo, para ver si en poco mas de una hora estábamos en
Isdabe; pero al poco de reanudar el camino, Fernando parece que estaba escocido,
aunque no por ello perdía comba, pero estaba deseando llegar a un sitio donde
pudiera remojarse los "bajos". Yo, de vez en cuando, me acercaba a la cacera que
discurre paralela a la carretera para refrescarme y teniendo ya a la vista el
campo de golf del Atalaya, vemos que la cacera hace una pequeña cascada, para
atravesar la carretera; nos paramos allí, subimos los 10 ó 12 metros hasta el
inicio de la cascada y vimos que había unas pequeñas compuertas para regular el
curso del agua. Nos dimos un buen refresco y como Fernando llevaba puesto el
bañador se sentó en medio de la cascada para que le entrase el agua por todas
partes. Yo me chapuzaba con la mano, pero él, estaba tan a gusto allí, que no
salía del agua y por tanto, estuvimos mas de media hora. Después del refresco
iniciamos el último tramo de carretera hasta Isdabe, comentando que había que
traer un día a los chicos para que disfrutasen con el agua. Llegamos a Isdabe
con el tiempo justo para comer.
Jueves, 24 de Julio de 1997:
Diego, Juan-Pablo, Héctor, Alfonso, Fernando y Angel.
LAS ANGOSTURAS DEL RÍO GUADALMINA:
I.
Como habíamos previsto el día anterior, nada mas desayunar cogimos el coche
de Fernando y nos dirigimos a la carretera de Benahavís. En la rotonda junto a
la autovía estaba el vendedor de pelotas de golf, al que Fernando compró una
bolsa de 20 o 25; tras este breve paréntesis continuamos en el coche por la
carretera y al pasar frente a la cascada vimos que no corría el agua; sin parar
continuamos hasta las obras a la entrada de Benahavís, donde aparcamos el coche
a la sombra junto a la carretera y a continuación nos dirigimos a la charca
grande que habíamos visto el día anterior. Igualmente, había gente bañándose y
tomando el sol en las rocas.
Rodeamos la charca subiendo y bajando por las rocas y unos 15 ó 20 metros mas
abajo empezaban a presentarse dificultades para seguir el curso del río, salvo
que nos metiésemos en el agua; por ello, Fernando y los chicos ser quedaron en
bañador y Alfonso y yo nos hicimos cargo de la ropa y las zapatillas, intentando
seguir junto al río, tarea que se presentaba mas dificultosa a medida que íbamos
río abajo, puesto que se va encajonando y nosotros teníamos que subir mas por la
ladera. Transcurridos unos 100 metros, los chicos ven una cabra atrapada junto a
una charca, que aparentemente llevaba allí algún tiempo por las dificultades que
tenía para salir; Fernando enseguida tomó la iniciativa para sacarla de allí,
mientras Alfonso y yo, unos 10 ó 12 metros mas arriba, encima de unas rocas
observábamos la operación de salvamento; Fernando agarró a la cabra por un
cuerno y a continuación la cogió en brazos hasta que pudo sacarla del recodo y
avanzó unos metros por el curso del río hasta que llegó a unas rocas hasta las
que pudo bajar Alfonso, mientras Juan-Pablo empujaba a la cabra por el trasero
para ayudarla a subir; por fin pudo agarrarla Alfonso por el cuerno y subirla
hasta las rocas, donde la cabra se puso inmediatamente a comer los yerbajos que
sobresalían entre las grietas. Nos dimos cuenta de que estaba muerta de hambre.
Salvada la cabra, Fernando y los chicos continúan río abajo, unos tramos por
el agua y otros por las rocas, mientras Alfonso y yo, cada vez con mas
dificultades debido a la pendiente de las rocas y a la espesa maleza, tenemos
que ir subiendo poco a poco por la ladera, tratando de encontrar algún pequeño
camino, por lo que cada vez nos alejamos mas de ellos, hasta que llega un
momento en que los perdemos de vista, por lo que decidimos subir hasta la
carretera, ya que por ese terreno no podíamos continuar, tratando de buscar
alguna zona por la que se pudiese nuevamente bajar hasta el río.
F - 4 : Las Angosturas del río Guadalmina, en las
inmediaciones de Benahavís.
Continuamos hacia abajo hasta uno de esos miradores que han hecho nuevos con
motivo del arreglo de la carretera, desde el que vemos un pequeño camino que,
con fuerte pendiente, baja en dirección al río, por lo que sin pensarlo dos
veces seguimos el "caminillo" hasta que llegamos junto al río, en una zona de
rocas y donde, aparentemente, el agua tenía bastante profundidad. Como no había
otra posibilidad que meternos en el agua o regresar por el mismo camino, nos
quedamos en bañador, dejamos la ropa y las zapatillas de todos en un montón,
junto con las cámaras de fotos y demás trastos y nos tiramos al agua, nadando
río arriba; cruzado el charco, de unos 10 ó 12 metros de largo, volvemos a hacer
pié y empezamos a llamarles, pero no nos contestan, por lo que continuamos
nadando por otra charca hasta que volvemos a hacer pié, en una zona en la que el
curso se estrecha bastante entre dos paredes de roca, ya que de una a otra había
poco mas de un metro. Volvemos a llamarles y ya parece que oímos voces a lo
lejos, por lo que continuamos un tramo mas hasta que los tenemos a la vista.
Nos comentan que han pasado por tramos preciosos, de paredes verticales de
roca caliza, de unos 20 ó 25 m. de altura, moldeadas por el agua y nadando entre
una especie de cuevas por las que discurre el curso de agua; como no venía
Juan-Pablo, porque se había vuelto a por la gorra que había olvidado mas arriba
continuamos un poco mas en su búsqueda; a todo esto, comentábamos que había que
comprar una cámara de fotos de esas que se pueden meter en al agua, para tratar
de sacar un reportaje, ya que nuestras cámaras no podíamos llevarlas hasta allí
porque se mojarían. Al poco rato aparece Juan-Pablo con la gorra y regresamos
hasta donde habíamos dejado la ropa, con intención de volver otro día con unas
chanclas adecuadas, ya que tenían los pies doloridos debido a que cuando no
había charcas tenían que ir descalzos por las rocas. Cuando llegamos a la charca
junto a la que teníamos la ropa, zapatillas y demás, nos quedamos un rato
dándonos un baño y los chicos tirándose desde una roca de unos 2 metros de
altura. Que conste que Alfonso se dio un buen baño, en parte obligado y en parte
voluntario, de lo cual dejamos la correspondiente constancia gráfica.
Después nos vestimos y calzamos para subir hacia la carretera por la fuerte
rampa por la que habíamos bajado Alfonso y yo; continuamos carretera arriba
durante un kilómetro y medio aproximadamente hasta donde habíamos dejado el
coche, con el que subimos hasta Benahavís pueblo, donde aparcamos junto al
bar-restaurante "La Sartén". Pedimos unas cañas, Fantas y agua para los chicos y
como eran las 2 y media de la tarde decidimos llamar por teléfono al móvil del
Alfonso para informar a las señoras de que no bajábamos a comer. Pedimos unas
raciones de jamón, rabo de toro, solomillo, nos invitaron a unas vieiras, etc.,
por lo que comimos estupendamente, incluyendo cafés y copas. El camarero del
restaurante nos dio unos folletos publicitarios de Benahavís así como de la
Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol y estuvimos un rato comentando la
situación del turismo por la zona, lo contentos que están con el alcalde de
Marbella, etc. Nos comentó que el sitio por donde habíamos estado se llamaba
"Las Angosturas del río Guadalmina" y, efectivamente, así consta en uno de los
folletos propagandísticos que nos dio; que hay veces que el agua baja
torrencialmente y es muy peligrosa la zona, etc.
Sobre las 4 de la tarde volvimos de regreso a Isdabe, haciendo una parada a
la altura de la cascada junto a la carretera, que seguía sin tener agua, por lo
que nos pusimos a remontar el curso de la cacera, pero tras unos 15 minutos de
paseo no encontramos las compuertas que permitían el paso del agua hasta la
cascada, además de que había por allí un hortelano que no hacía mas que
observarnos para ver que hacíamos; por tanto, sin darnos el remojón en la
cascada volvimos al coche y llegamos a Isdabe pasadas las 5 de la
tarde.
Domingo, 27 de Julio de 1997:
Diego, Juan-Pablo, Héctor, Alfonso, Fernando y Angel.
LAS ANGOSTURAS DEL RÍO GUADALMINA:
II.
F - 5 : Por las Angosturas del río
Guadalmina.
Mejor pertrechados que el día anterior, pues nos habíamos provisto de
chanclas para andar por el agua y las piedras del río, así como de cámara de
fotos sumergible, nada mas desayunar salimos de Isdabe en dirección a Benahavís;
aparcamos en el mismo sitio, dejando toda la ropa en el coche y, tras esconder
las llaves en unas piedras, porque el llavero electrónico no se debía mojar,
caminamos carretera abajo durante 1,5 Km. aproximadamente hasta donde comienza
el encajonamiento del río. Una vez allí, bajamos por la ladera hasta la primera
charca, donde había un pescador probando suerte, que no debía ser mucha porque
no le preocupaba demasiado que nos metiésemos en el agua.
Como además de la cámara de fotos sumergible, Fernando quiso llevar la suya,
estuvimos preparando el sistema para que no se mojase; primero debajo de una
gorra, pero no se sujetaba bien en la cabeza y luego se hizo un atillo con una
bolsa de plástico, que se adaptó a la cabeza en forma de boina; la charca iba
ganando en profundidad y enseguida tuvimos que ponernos a nadar río arriba. Al
poco de finalizar esta primera charca, había unas ramas en el agua, en las que
estaba enrollada una serpiente, que tendría cerca de un metro de largo; la
hicimos una foto y continuamos adelante, por una zona muy encajonada entre dos
paredes verticales, nadando a una mano para que la cámara sumergible se mojase
lo menos posible, puesto que si se quedaba alguna gota de agua en el objetivo,
es posible que no saliesen bien las fotos.
Continuamos adelante y sin llegar a hacer pié nos encontramos con un pequeño
muro en el río, a modo de presa, que no parecía fácil de sortear, pero por unas
rocas a la derecha del mismo y agarrándonos a la pared pudimos franquearlo.
Entramos en una zona en la que hacemos pié, por lo que podemos ir caminando
entre las rocas, el agua y las ovas, que se nos enredaban en los pies haciendo
mas incómodo el trayecto y, al poco rato, los chicos ven otra serpiente en el
agua, que en cuanto nos acercamos un poco se escondió entre las ovas.
Seguimos río arriba, entre bodones y rocas, unas veces nadando y otras
caminando, aprovechando cualquier cosa para sacar una foto, ya que al menos
teníamos que gastar las 27 que traía la cámara sumergible y, además, para eso la
habíamos traído, hasta que llegamos a la zona en la que nos habíamos quedado el
jueves pasado, donde hicimos un receso porque a los chicos les seguía gustando
tirarse desde la roca. A partir de aquí, el trayecto es el mismo que la vez
anterior, con la única diferencia de que en esta ocasión íbamos contra corriente
y el trajín que se traía Fernando con la bolsa de plástico, cada vez que tenía
que ponerse la cámara de fotos. Por tanto, sería repetitivo volver a describir
las zonas por las que pasamos, hasta que llegamos a la charca grande que hay al
final del trayecto, y que en esta ocasión no había nadie bañándose ni tomando el
sol, por lo que nos hicimos dueños de ella y nos dimos un buen chapuzón; los
chicos tirándose desde la rocas e incluso Alfonso, que huye del agua como los
gatos, también se dio un bañito.
Sobre la una y media de la tarde salimos del río y fuimos hasta el coche;
como llevábamos todos el bañador mojado, decidimos subir al pueblo andando, lo
que no le gustó nada a Diego, el "Crack", que empezó a refunfuñar porque su
padre subía en el coche y él tenía que hacerlo a pié. Llegamos al bar "La
Sartén", donde pedimos unas cañas y algo para picar (jamón, pulpo, morcilla de
Jabugo, queso, etc.); Diego aumentó su cabreo porque como solo le gustaba el
jamón, le pareció que nos habíamos quedado cortos; sobre las dos y media nos
bajamos a Isdabe, para llegar a tiempo de comer allí, fijándonos por el camino
de que la cascada de la cacera seguía sin agua.
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