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CAPÍTULO XX: EL PAISAJE
VIAJE A CANGAS DE ONÍS Y MIRADOR DE ORDIALES (PICOS DE EUROPA): DEL 26 AL 28 DE SEPTIEMBRE DE 1997



Asistentes: Jesús, Mari-Tere y Raúl; Paco, Francisco y Blanca; Michel, Carlos y Ángela; Chiqui y Sara; M.A.Marqués; Moña, Pablo y Lourdes; Angel y Juan-Pablo. TOTAL ........ 17
Alojamiento:

A) Hotel "El Capitán", situado a 1 Km. de Cangas de Onís, en la carretera de Arriondas, junto al río Sella. Hotel bastante nuevo, con aire acondicionado, calefacción, televisión y secador de pelo en habitaciones.

Tfno.: 98/ 584.83.57

Precio: 5.000 ptas. mas IVA = 5.350,- ptas. por persona/día, el dormir, cenar y desayunar.

B) Hotel "Lagos de Covadonga", situado en el centro de Cangas de Onís, Jardines del Ayuntamiento, con aire acondicionado y televisión en habitaciones. Algo mas antiguo que el anterior, pero aparentemente bastante bien.

Tfno.: 98/ 584.92.77

Precio: 5.000 ptas. mas IVA = 5.350,- ptas. por persona/día, el dormir, cenar y desayunar.

De estas dos opciones, una vez que concretamos cuantos íbamos, nos decidimos por el hotel "El Capitán".

Distancias:

No las pongo porque ya las sabéis de memoria. Calcular unas 5 horas de viaje hasta Cangas de Onís.

PLAN DEL VIAJE:

Viernes, 26 de Septiembre de 1997:

Salimos de Segovia sobre las 3 de la tarde en dirección a Arévalo, autovía de Benavente, carretera de León y autopista Astur-Leonesa. Después de la circunvalación de Oviedo cogemos la autovía hasta Pola de Siero y a partir de allí, por la E-70, 65 Km. hasta Arriondas y 7 Km. mas hasta Cangas de Onís, donde podemos llegar sobre las 8 de la tarde.

Damos un vuelta por el pueblo, cena, partida y a dormir.

Sábado, 27 de Septiembre de 1997:

Nos levantamos pronto, sobre las 8,15 de la mañana, bajamos a desayunar y después a comprar el pan y material para los bocadillos. Sobre las 9,15, cogemos los coches en dirección a Covadonga y Los Lagos; junto al lago Enol cogemos la pista de tierra, unos 300 metros, hasta el chiringuito-refugio, donde aparcamos.

Empezamos la marcha en dirección al Mirador de Ordiales, donde está la tumba de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa y desde donde se contempla una espléndida vista hacia el Valle de Angón (poco antes de llegar al mirador está el Refugio de Vega Redonda). El trayecto es de unos 8 Km. con un desnivel de 600 m., que se puede hacer en menos de tres horas.

Los que tengan ganas, pueden continuar la marcha hasta el Pico Cotalba, de algo mas de 2.000 m., para cuya cumbre hay un desnivel de unos 350 m., que se puede salvar en algo menos de una hora. La panorámica del macizo y de una gran parte de la cordillera es magnífica desde allí. Los que no quieran subir pueden quedarse en el Mirador o en el Refugio.

Después de comernos el bocadillo, regresamos hacia los Lagos y podemos tirar unas sidras en el chiringuito del Lago Enol, antes de bajar a Covadonga y Cangas de Onís. Llegamos al hotel, y después de las duchas nos tomamos unas cañas por el pueblo, cena, partida y cama.

Domingo, 28 de Septiembre de 1997:

Procuramos salir de Cangas de Onís antes de las 10 de la mañana y nos cogemos la carretera del desfiladero de Los Beyos, pasando por Oseja de Sajambre, para subir hasta el puerto del Pontón y bajar en dirección a Riaño; desde allí podemos desviarnos hacia Boca de Huérgano y por carreteras comarcales introducirnos en la montaña palentina y Reserva Nacional de Fuentes Carrionas, con objeto de conocer la zona para futuros viajes; comemos en las inmediaciones de Cervera de Pisuerga y después de comer regresamos a Segovia por Palencia y Valladolid. Podemos llegar a casa sobre las 9 y media de la noche.

LUGARES VISITADOS:

Cangas de Onís (ver Cap. VII).

Aunque ya hemos hecho algún comentario en capítulos anteriores de este bello pueblo asturiano, me ha parecido conveniente, en este momento, ampliar un poco su historia medieval.

Multitud de huellas avalan el origen remoto de la presencia humana en los valles y montes de Cangas de Onís. Cuevas como la del Buxu, en Cardes, con sus grabados y pinturas de caballos, bisontes y ciervos prehistóricos; o la cueva de Los Azules, donde se encontraron los restos del más primitivo de los asturianos. Dólmenes como los de Mian, Abamia y Santa Cruz, desaparecidos o trasladados a los museos regionales y nacionales (con excepción del de Santa Cruz, sobre el que actualmente se alza la capilla de Santa Cruz). Multitud de objetos de la edad de Bronce, recogidos por personajes tan célebres como Roberto Frassinelli o D. Sebastián de Soto-Cortés que, en mucho tiempo, reunió en su palacio de Labra una magnífica colección arqueológica, hoy ya en el museo provincial de Oviedo; ruedas de molino, cerámicas, así como joyas e instrumentos de hierro hallados en castros prerrománicos como los de Següenco, Llano de Con, Gamonedo o Con... Todo ello atestigua todo ese origen remoto que aunó las duras condiciones climáticas de la montaña con la fertilidad, riqueza y templanza de los valles fluviales.

F - 1 : Estátua de D.Pelayo en Cangas de Onís.

No sin gran resistencia por parte de las tribus astures y cántabras que habitaban la zona, dio comienzo la romanización de Asturias. Una vez sofocada, el proceso de romanización en Cangas de Onís debió de ser bastante intenso. Los restos de la calzada romana que unía Lucus Asturum (en la llanura de Lugones, muy próxima al Oviedo actual) con Santander, visibles en Cangas de Onís, Corao, Llenín y Piedrahita, así como las estelas y lápidas encontradas en la zona, parecen indicarlo en ese sentido. También quedo de esta época la denominación de "puente romano" para el puente que, en la misma capital del concejo, cruza el Sella, el cual es propiamente de origen medieval y ha sufrido multitud de reconstrucciones. Es probable, sin embargo, que existiese, en su época, tal puente romano, ya que coincide en su trazado con el de la calzada romana.

Existen pocos datos sobre la entrada del cristianismo en Asturias (aunque se supone que comenzó ya en la época romana) y sobre la denominación visigoda, pero no cabe duda de que es con el comienzo de la resistencia a la invasión musulmana cuando Cangas de Onís empieza a adquirir importancia y relieve en la historia de España. Después del célebre triunfo de Covadonga, el rey Pelayo fija la primera corte del Reino de Asturias en Cangas de Onís. Cuenta la tradición que Pelayo (718 - 737) vive en Córdoba hasta que en el 717 logra huir para refugiarse en las laderas de los Picos de Europa, donde convence a los lugareños y organiza un pequeño ejercito que en el 718, derrota a los musulmanes en la batalla de Covadonga. Después de la victoria, establece la corte en Cangas de Onís, donde reina durante 19 años. Fue enterrado en la iglesia de Abamia junto a su esposa. Favila (737 - 739), hijo de Pelayo, solo reina durante 2 años, pues muere en una cacería entre las garras de un oso, muy cerca de la iglesia de Santa Cruz, mandada construir por él, la primera fundada en Asturias y probablemente en España, después de la invasión. Alfonso I (739 - 757) era yerno de Pelayo, recorrió y tomó ciudades de todo el norte de España para después abandonarlas al no tener fuerzas suficientes para consolidar la conquista, a pesar de lo cual ampliaría el territorio de su reino hacia la meseta leonesa.

Fruela (757 - 768) hijo de Alfonso I, hereda de su padre las cualidades guerreras; su reino abarcaba Galicia y el País Vasco. Tiene que reprimir duramente intentos secesionistas. Dicta normas severas para que los clérigos cumplan con el celibato. Durante su reinado Oviedo aumenta considerablemente la población, preparándose para albergar la capital del reino. En el 768 muere en Cangas de Onís víctima de una conspiración.

Existen en el concejo dos monumentos notables del románico: el monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva, destacando por la portada más perfecta del románico en Asturias, tres ábsides decorados, un triple arco del triunfo y el trozo del claustro primitivo, y la iglesia de Sta.Eulalia de Abamia, situada en el pueblo de Corao, que sirvió de enterramiento a Pelayo y su esposa. Su estilo es del románico tardío con influencias góticas y en su portada se reproducen terribles escenas del infierno medieval.

Como muestras de la arquitectura civil y rural de épocas posteriores quedan magníficas casonas-palacio, como el ya citado de Soto-Cortés, en Labra (siglo XVIII) y otros que dispersos por pueblos y aldeas como Corao, Coraín, Onao y Teleña, salpican el concejo con la pétrea huella de la Historia.

Covadonga y los Lagos Enol y Ercina (ver Caps. II y XI).

Valle y cueva en el concejo de Cangas de Onís, célebres en la historia de la Reconquista de España contra los musulmanes. Covadonga se encuentra en las estribaciones del macizo occidental de los Picos de Europa, la más ingente masa de la cordillera Cantábrica, donde abundan los valles estrechos y profundos, rodeados de altas montañas, que se yerguen muchas veces casi verticalmente.

Para completar el pasado del Concejo, hablemos un poco de la historia de Covadonga.

A esta comarca, de tan fácil defensa, se retiró Pelayo y excitó a los cristianos a luchar contra los musulmanes invasores. Su actitud mereció que le nombrasen rey (718 ?). El emir Al-Horr, al tener noticia de la existencia de este núcleo rebelde, envió para combatirlo a su lugarteniente Alkamah, con un fuerte ejército; los cristianos le atrajeron a un estrecho valle y le atacaron por los flancos, arrojando grandes piedras desde las alturas; la fase final de la batalla tuvo lugar frente a una cueva donde se habían hecho fuertes los cristianos, apoyados por otros grupos, en las laderas del monte Auseva. La matanza de mahometanos debió de ser grande; no todos, sin embargo, perecieron en el combate, pues se sabe de un grupo, quizá poco numeroso - el movimiento de grandes masas no es posible a través de aquellas montañas tan bravías - que se dirigió hacia el Este, atravesando el macizo occidental, bajando a la hoz del Cares y cruzando luego el macizo central, por Amuesa hasta Liébana (Santander).

Esta victoria, fue atribuida a la Virgen, por lo que se convirtió la cueva en santuario, y tal vez tenga un valor más simbólico que efectivo, pues los musulmanes evacuaron la parte oriental de Asturias y los cristianos sintieron renacer la confianza en sí mismos y emprendieron aquella gloriosa epopeya de la Reconquista, que duró casi ocho siglos y culminó en 1492 con la toma de Granada. Un obelisco conmemora la victoria. En el reinado de Alfonso I fueron erigidos una capilla en la cueva y un monasterio. En 1635 se fundó, por orden de Felipe IV, un colegio de canónigos regulares de San Agustín, que sustituyó a la Orden de San Benito en el cuidado del santuario. El templo de la cueva fue pasto de las llamas en 1777 a consecuencia de un rayo, y fue reedificado por iniciativa de Gaspar Melchor de Jovellanos. En el ingreso a la cueva existen los sepulcros de Pelayo y Alfonso I, con inscripciones modernas. Se venera en ella la famosa imagen de la Virgen de dicha advocación, a la que los asturianos designan con el nombre familiar de "La Santina".

Vegarredonda y Mirador de Ordiales.

Ruta clásica en Picos de Europa, que podemos iniciar en Cangas de Onís tomando la carretera en dirección a Cabrales y Panes y a unos siete u ocho kilómetros cogiendo el desvío hacia Covadonga y de aquí a Los Lagos. Llegamos a la Vega de Enol y podemos aparcar allí o bien continuar por la pista forestal hasta que alcanzamos un aparcamiento en Pan del Carmen, poco antes de Vega del Huerto.

Horario: entre cinco y seis horas. Concejo de Amieva.

Desnivel: de subida 600 metros, de bajada los mismos.

F - 2 : El valle de Angón, desde el Mirador de Ordiales.

Descripción de la ruta: nos dirigimos por esta pista hacia el Pozo del Alemán. Desde aquí comenzamos a subir hacia unas cabañas situadas un poco más arriba, la majada de la Vega la Piedra, llamada así por la gran roca que hay en ella. Antes de llegar, a la izquierda, tenemos una fuente. Tomamos la izquierda de las cabañas por la vera de la garganta de un arroyo, hasta una amplia vega, Canraso, que cruzamos para subir hasta la majada de La Rondiella. Continuamos el camino hasta un collado visible desde la majada: el collado de La Gamonal. Desde aquí contemplamos el refugio de Vegarredonda, que nos ofrece una fuente de cristalina agua de nevero. Descendemos de nuevo para retomar la senda y continuamos por una canal cerrada, zigzagueando para tomar altura rápidamente y culminamos la ascensión en un pequeño collado, el collado de El Forcau. En las proximidades de este lugar se especula con la desaparición hace 10 años de Germán Quintana, un niño que subía a Ordiales en una excursión de su colegio y que nunca ha vuelto a aparecer después de extraviarse, presumiblemente, por estos parajes. En su búsqueda, murieron 7 personas al estrellarse un helicóptero de rescate junto al Lago Enol por causa de la niebla. Hay un monumento en ese lugar que recuerda a las víctimas. Continuamos la senda por la zona denominada Los Campos de la Torga. Aparece entonces la pradería de Ordiales y el antiguo refugio de ICONA. Desde aquí subimos al Mirador de Ordiales desde el que observamos el pueblo de Amieva y las praderías de Angón a vista de pájaro. Las praderas del Valle de Angón son un bello ejemplo del paisaje que el visitante puede encontrar por estas tierras. El río Dobra, que surca el valle, sirve de arteria principal a este grandioso paraje. Se llega en pocos minutos desde Cangas de Onís tomando la carretera que sube hacia el puerto del Pontón, que dicho sea de paso, es una auténtica muestra de la lucha por la incomunicación en Asturias. La carretera se abre paso entre impresionantes paredes de roca que conforman el Desfiladero de los Beyos.

La montaña palentina.

Ocupa una cuarta parte del territorio palentino, en la parte más septentrional de la provincia. Enclavada en las estribaciones y cadenas montañosas de los Picos de Europa y Montes de León, configura la divisoria a través de la Sierra de Peñalabra y Las Albas con la provincia de Santander y por los Picos de Lomas (2.461 m.), Guadañas (2.186 m.), Murcia (2.341 m.), con la provincia de León.

A partir de estos límites el núcleo montañoso se disgrega hacia el interior en numerosas e irregulares estribaciones de menor altura. Todas ellas constituyen un conjunto impresionante de valles recoletos que alternan con zonas arriscadas, rocosas, pobladas por una extraordinaria flora de hayedos, robledales y abedules. Esas estribaciones han dado lugar a comarcas especiales, delimitadas por las cuencas de los ríos Carrión, Pisuerga, Rubagón. Así la cuenca del alto Carrión o "Fuentes Carrionas". Como en algún capítulo anterior, la mejor forma para describir esta zona me ha parecido el relato que un montañero palentino hace de sus experiencias en esta montaña y que se transcribe literalmente a continuación, porque además aporta información interesante de las condiciones en que se debe ir a la montaña (cosa que nosotros no hemos hecho en algunas ocasiones).

"CIMAS Y FUENTES DEL CARRIÓN.

Recorrido por las zonas más vírgenes de la provincia de Palencia.

La travesía consistía en recorrer una zona de la Montaña Palentina donde están las auténticas Fuentes Carrionas. Sus montañas albergan el fruto que llega a nuestros grifos: El agua de los arroyos que al reunirse forman el río Carrión. Entre sus cimas se encuentran encantadores lagos, casi vírgenes gracias a su difícil acceso para el turista de motor.

Para visitar estos lugares, los pueblos más lógicos para partir son Cardaño de Arriba o Vidrieros. Nosotros elegimos el primero. Es un pueblo típico de nuestra montaña, se encuentra a unos 30 kilómetros al Norte de Guardo. El recorrido de esta travesía se encuentra comprendido en el plano del Instituto Geográfico Catastral, hojas 81 y 106.

Para poder disfrutar de la marcha y no sufrirla se hace necesario llevar principalmente unas botas de montaña tipo trekking, cantimplora de 1,5 l. por persona, una mochila grande con ropa suficiente, incluso de abrigo, chubasquero aunque haga buen tiempo, saco de dormir, tienda de campaña ligera, protector solar, comida suficiente y buen entrenamiento. Se ha de tener cierta experiencia en la montaña o ir con alguien que la tenga. Ir solo es una apasionante aventura, pero también puede ser la peor desventura de nuestra vida ya que si surgiera algún problema no podríamos pedir ayuda a no ser que lleváramos la tecnología con nosotros.

Nuestro recorrido se desarrolló más o menos así:

Salimos a las 10:52 h. de Cardaño de Arriba (1.440 m.) en dirección al Pozo de Las Lomas después de haber tomado en Guardo un café con orujo que arrancó nuestro motor.

Hacía un día agradable. A nuestras espaldas llevábamos sendas mochilas cargadas con lo necesario para nuestras expectativas: Pasar unas treinta horas adentrados en la montaña.

Sobre las 13 h. llegamos al Pozo de Las Lomas (2.080 m.). Estuvimos un rato disfrutando de su belleza. Es uno de los lugares más bonitos y fáciles de llegar de nuestra montaña. Después de descansar un rato comenzamos la empinada ascensión hasta el collado que está entre el Alto de Fuentes Carrionas y el Alto del Tío Celestino a una altitud de unos 2.380 m. Dejamos las mochilas allí y nos fuimos ligeros de equipaje hacia el Mojón Tres Provincias (2.497 m.) llamado así porque en él confluyen las provincias de Palencia, León y Cantabria.

Abajo quedaban las agujas de Cardaño con una extraña apariencia desde allí. Bajo nosotros, al final de una ladera casi vertical se divisaba lo que en sus tiempos fue un gran circo glacial y ahora es la hermosa Laguna de Fuentes Carrionas, nacimiento oficial del río Carrión.

Continuamos hacia el cántabro Peña Prieta, el más alto de la zona (2.539 m.) al que llegamos a las 15:39 h. . De paso subimos a la cumbre divisoria entre Cantabria y Palencia, Peña Prieta II (2.530 m.), al Sur de la cima principal. A la vuelta bordeamos al Tres Provincias por su ladera Este. Nos encontramos muy cerca del Alto Fuentes Carrionas (2.445 m.), aprovechamos a subir los pocos metros que nos separaban de su cumbre. Al bajar al collado nos reunimos con nuestras mochilas y nos pusimos a comer ante unas vistas fabulosas. A las 17:24 reemprendimos la marcha. Subimos al también cercano Alto del Tío Celestino (2.394 m.). La Panorámica que observamos era extraordinaria: Los dos valles que divide la crestería, Cardaño de Abajo, Pantano de Riaño, Espigüete, Curavacas, Las Cuartas, El Murcia, el Tres Mares ...

Pasamos junto al Alto de Calderón (2.269 m. ). A las 19:16 llegamos al Collado del Ves. Nos quedaba poco agua. Hacia donde pretendíamos ir había un mar de nubes cubriéndolo todo, hacia el Oeste teníamos buena visibilidad. Nos planteamos retroceder por ese lado ya que la niebla desanima mucho pero decidimos continuar hacia donde habíamos planeado. Orientamos la brújula a los Pozos del Ves. Nos encontrábamos a unos 2.100 m. Se estaba muy bien tumbados en la hierba mientras tomábamos un poco del ya racionado agua.

Comenzamos a bajar. Entre la niebla se hacía difícil encontrar el objetivo. Un arroyo que indicaba el mapa nos despistó al estar seco en el terreno. Afortunadamente, como pensábamos, corría agua por todos los sitios. Llenamos la cantimplora potabilizando el agua con una pastilla por si acaso tenía microscópicos bañistas y como la niebla no nos dejaba encontrar los dichosos pozos, acampamos junto a un arroyo a las 20:51 h. (1.985 m.).

Mientras cenábamos, nuestra vista apenas alcanzaba la tienda de campaña por causa de la niebla. Mágicamente, de repente fue bajando hasta cubrir sólo el Valle de Pineda dejándonos al descubierto. Instantáneamente descendió bastante la temperatura. De la blancura de la niebla sobresalían algunas cimas. Frente a nosotros se teñían de rojo las peñas que nos rodeaban. Era todo un espectáculo que se tiene la suerte de observar cuando se está en la montaña. Llegó la oscuridad sobre las 10:30 h. Nos quedaba la compañía de un cuarto de Luna.

Hacía fresco (6 grados). En el agua del arroyo había sido imposible mantener los pies sumergidos al menos 15 segundos, incluso con apuesta. La leche caliente que nos tomamos acompañada del orujo nos hizo entrar en calor y en humor rápidamente. A las 12:00 h. nuestros cuerpos se encontraban perpendiculares a las montañas.

Nos levantamos a las 8:05 h. recogimos todo y fuimos a ver si localizábamos los pozos. Subimos un poco y aparecieron los Pozos del Ves (2.050 m.). Comprobamos que el día anterior nos habíamos quedado a unos doscientos metros de ellos sin verlos por la niebla.

Estuvimos media hora contemplando el magnético lugar al pie de las caras Norte de los Picos Curruquilla y Hoyo Contina. El hecho de no ver a nadie ni nada relacionado con la civilización aumentaba el encanto del lugar. Nos dimos cuenta de que los montañeros que aquí llegan lo dejan como lo han encontrado, limpio de objetos ajenos al lugar, pues estaba todo tal como la naturaleza lo hizo. Se lo agradecemos a los anteriores visitantes.

A pesar de no tener coche cerca para meter su basuras, el visitante respetuoso carga con ella. Paradójicamente, los lugares a los que se puede acceder en coche están llenos de desperdicios. Desde aquí me gustaría decir a los visitantes del campo que procuren dejarlo mejor de como se lo encuentran. En una ciudad está mal tirar algo al suelo aunque haya servicio de limpieza. En la montaña no hay ese servicio, allí se quedará hasta que alguien como tu se digne a recogerlo o la propia naturaleza lo degrade al cabo de muchos, muchos años.

Desde los Pozos del Ves fuimos a ver el Pozo Curavacas (1.800 m.) al que llegamos en media hora. En una orilla vimos una especie de manchas flotando que parecía suciedad pero al acercarnos nos percatamos de que eran millares de larvas de una especie de mosquito que saltaban a la vida.

Desde allí la cara norte del Curavacas se mostraba más seria que su vía normal del Callejo Grande. Estuvimos media hora contemplando el paisaje después de lo cual salimos hacia el campamento base a por nuestra "cruz", aunque ya menos pesada. Llenamos nuestras cantimploras y nuestros estómagos directamente boca-agua en el arroyo con el cual habíamos cogido más confianzas ya que su agua era recién nacida y de fiar.

Hacía un día estupendo. Comenzamos una dura subida hasta los 2.200 m. en la crestería que va al Hoyo Contina desde el Collado del Ves. Nos encontramos con un paso bastante aéreo y un poco sospechoso de pedirnos el pasaporte. No hubo problemas, nos dejó pasar. Al llegar a la desviación permitimos a las pobres amigas de espalda que descansaran un rato y fuimos hasta la cima del Pico Hoyo Contina (2.392 m.) En él estábamos a las 14:22 h. De nuevo sentimos que merecía la pena el esfuerzo ya que era un lugar de observación fabuloso de la Montaña Palentina. Abandonamos el Pico entre nubes de mosquitos que no picaban pero sí molestaban chocando contra nosotros.

Ya de regreso ascendimos el último Pico de la ruta: Pico del Vallejo de 2.160 metros. Comimos resguardados del viento e iniciamos una dura bajada para nuestros pies de 720 m. dejando a la derecha el cauce de un arroyo. Al final, durante 10 minutos tuvimos que atravesar un bosquecillo entre arbustos que nos ponían difícil el paso. Cuando llegamos al camino de Cardaño sentimos el deleite de andar por llano y en liso.

A las 17:35 terminamos la marcha, estábamos en Cardaño de Arriba junto al coche. Nos despedimos de la zona hasta la próxima visita diciendo: "Antes de repetir esta hazaña, tomaremos muchas cañas". La primera de ellas fue en el bar Espigüete de Cardaño de Arriba.

Esta travesía la realizamos Baudilio Salvador y Alejandro Pérez de Palencia los días 3 y 4 de Junio de 1995".

EXPERIENCIAS DEL VIAJE.

Viernes, 26 de Septiembre de 1997:

A la hora de salir estábamos todos los que éramos y éramos todos los que estábamos, es decir, no hubo ni altas ni bajas de última hora para este viaje; pero hemos de dar la bienvenida a Mari-Tere, que es la primera vez que viene a este tipo de excursiones (porque la del pasado mes de Julio a Andorra fué mas de compras que de montaña) y esperamos que la experiencia le resulte grata.

Quedamos a las 3 de la tarde en la Residencia Asistida y cuando llegamos Juan-Pablo y yo a las 3 en punto, ya estaban allí Jesús, Mari-Tere y Raúl, Paco, Francisco y Blanca y por supuesto Miguel Angel Marqués. Mientras llegaban los demás, Pilar nos preparó unos cafés; a los pocos minutos llegaron Moña y Chiqui con Pablo Lourdes y Sara y un poco mas tarde Michel con Carlos y Angela. Terminamos los cafés, quedamos de acuerdo en las paradas por el camino para reagrupamiento y nos pusimos en marcha cerca de las 3 y media. La tarde estaba nublada, pero hacía una temperatura excelente.

En Arévalo, cogimos la autovía del noroeste en dirección a Benavente y poco después de Tordesillas nos empezó a llover; al principio con carácter intermitente, pero poco mas tarde la lluvia era continua. En Benavente tomamos la carretera de León y unos 12 ó 14 Km. después, a la altura del pueblo de Villaquejida, hacemos la primera parada, bajo una lluvia pertinaz. Miguel-Angel y yo sacamos los chubasqueros y los paraguas y nos paramos al borde de la carretera para que nadie se pasase de largo; a los pocos minutos apareció Paco, poco después Jesús (que parece que entraba en "boxees" de lo fuerte que tomó la desviación) y Michel y por último Chiqui. Nos metimos en el bar a tomar unos cafés y tras media hora de parada continuamos la ruta.

La carretera de León tenía bastante tráfico y como además, la lluvia continuaba, no había demasiada visibilidad, por lo que se nos hicieron bastante largos estos kilómetros hasta la autopista. Por otra parte, no se podía contemplar bien el paisaje debido a la neblina que había; el pantano de Los Barrios de Luna estaba bastante mermado de agua (a pesar de lo que llovía); no obstante, nos llevamos una sorpresa agradable cuando atravesamos el túnel mas largo de los 8 ó 10 que hay en la autopista, puesto que ya estaba completamente terminado y se circulaba en una sola dirección; además, a la salida del túnel ya había dejado prácticamente de llover. A la altura del segundo peaje hacemos una nueva parada de reagrupamiento.

Continuamos por toda la cuenca minera del Caudal y Mieres en dirección a Oviedo y sin entrar en la ciudad, por cierto cubierta por una mezcla de bruma y humo, tomamos la circunvalación en dirección a la carretera de Santander; ya nos habíamos despistado unos de otros debido al intenso tráfico, pero como tan solo nos faltaban unos 60 Km. continuamos la ruta por la autovía hacia Pola de Siero, donde ya se nos estaba haciendo de noche y la carretera es de doble dirección. Con bastante tráfico y bastantes curvas, que impiden el adelantamiento, en 40 ó 45 minutos nos presentamos en Arriondas, donde abandonamos la carretera de Santander y tomamos la desviación hacia Cangas de Onís. Al cabo de 6 ó 7 km. mas nos presentamos en el hotel "El Capitán". Eran las 9 de la noche aproximadamente.

Esperamos un poco en recepción a que fueran llegando todos, mientras preguntábamos a los camareros el menú de la cena y nos tomábamos unas cañas; en 15 ó 20 minutos estábamos todos allí, excepto Paco, que se retrasó un poco mas y cuando llegó a la altura del hotel se pasó de largo, por lo que tuvo que dar media vuelta; estaba chispeando un poco. Nos distribuimos las habitaciones, 7 dobles y una triple, unas mirando a la carretera y otras mirando al río Sella que pasaba justamente por la parte de atrás del hotel, con buenos cuartos de baño y televisor, aunque alguna un poco pequeña y, al cabo de un rato, volvimos a bajar al bar del hotel hasta que nos juntamos todos de nuevo para pasar a cenar; hicimos las correspondientes llamadas telefónicas, nos tomamos unas cañas en la terraza, que estaba a cubierto y sobre las 10 y cuarto entramos al comedor. El menú para esta noche era: sopa de pescado, huevos revueltos y pollo asado, todo ello muy bien guisado, aunque se trate de platos no muy al gusto de los chicos, por lo que enseguida pidieron la carta; no obstante, les echamos el alto y les dijimos que habíamos venido con un menú y había que comer de todo, por lo que devolvieron la carta y se comieron la cena, unos mejor que otros.

Después de cenar, nos salimos a la terraza a tomar los cafés y las copas, y enseguida empezó a rondar el fantasma del mus; los chicos formaron su partida y los padres la suya, pero como éramos 5 padres, yo decidí proponer a Mari-Tere, Chiqui y Moña el ir a dar una vuelta por Cangas de Onís. Así lo hicimos, cogimos el coche y nos fuimos hasta Cangas, donde tuvimos nuestras dificultades para encontrar aparcamiento, pero al cabo de un rato quedó un hueco libre en la zona donde estaba concentrado el ambiente, una calle pegando al Ayuntamiento, con bares, alguna sidrería, discoteca, etc. y donde se ve que se había concentrado la juventud del pueblo de una forma parecida a como ocurre en Segovia en "Las Rocas". Nos acercamos hasta el puente romano, lo cruzamos y volvimos a coger la calle principal, paseando tranquilamente hasta la iglesia frente a la que está la estatua de D. Pelayo y al cabo de un rato de paseo decidimos volver al hotel que estaba a poco mas de un km.

Cuando llegamos, la partida de los padres estaba en plena ebullición; los chicos mirando y aprendiendo y el tanteo 3 a 2. Los pequeños y las mujeres se subieron a las habitaciones y los demás nos quedamos en la terraza del hotel mientras terminaban la partida. Al poco rato salió uno de los camareros a decir que había clientes que se habían quejado de las voces y el escándalo y que por favor, hablásemos mas bajo. A partir de ese momento, la partida se hizo muda, los órdagos y los envites se echaban al oído y la suerte cambió de pareja, porque al final ganaron Paco y Miguel-Angel Marqués a Jesús y Michel, que tuvieron que pasarse por la barra a pagar las copas. Poco después de la una nos fuimos todos a la cama.

Sábado, 27 de Septiembre de 1997.

Amanece el día con una niebla cerrada; quedamos en bajar a desayunar a las 8 y media de la mañana y puntualmente estuvimos todos con los trastos preparados para iniciar la marcha. Carlos tenía un "compromiso social" en Avilés y le llevó su padre a Arriondas a coger un autobús, por lo que no vino a la marcha. En principio pensamos en dejar uno de los coches en el hotel, porque 16 personas en cuatro coches íbamos cómodas, pero al intentar arrancar mi coche no funciona; lo arrancamos a empujón y quedamos en que Paco, Michel y Chiqui, con sus coches, se iban hasta Cangas de Onís para comprar el pan, mientras Jesús se venía conmigo hasta un taller que había en la carretera de Arriondas con objeto de solucionar la avería y llevarme hacia los Lagos.

Llegamos al taller, me miraron el coche y dijeron que era cosa de la batería, por lo que en 15 ó 20 minutos la cambiaron y me volví a llevar el coche; pusimos rumbo a Cangas de Onís y en la calle principal nos encontramos con los demás, excepto con Miguel-Angel Marqués, Juan-Pablo y Pablo que se habían adelantado un poco mas. En resumen, que con la avería del coche perdimos algo mas de media hora. Desde Cangas nos dirigimos a Covadonga, y sin parar en el santuario iniciamos la subida a los Lagos; el día estaba empezando a despejar, tal y como nos había anunciado el dueño del taller, que nos dijo que cuando la niebla está abajo, en los Lagos estaba completamente despejado. Efectivamente así fue, cuando llegamos a la altura del lago Enol lucía un sol espléndido e incluso hacía bastante calor. En los últimos tramos de carretera había una vista preciosa de los valles inferiores cubiertos de niebla entre la que destacaban pequeñas cumbres.

Tomamos la pista de tierra que bordea el lago hasta la altura del refugio de Enol (unos 300 m.) y allí aparcamos los coches, en la zona denominada Vega de Enol; la pista no está demasiado mal, salvo un bache que hay que salvar con cuidado y justo a la entrada de la misma había un autocar maniobrando para no meterse por allí, lo cual nos retrasó un poco mas. Nos acoplamos las mochilas, llenamos las cantimploras de agua en una fuente cercana donde hay un letrero que dice que el agua no está garantizada sanitariamente e iniciamos la marcha. Eran en torno a las 11 de la mañana. Podíamos haber avanzado poco mas de un km. con los coches, pero hay algunos tramos de la pista que están bastante mal, con grandes baches llenos de agua.

Iniciamos la marcha a pie por la pista de tierra hasta la zona denominada Pan del Carmen donde llegan algunos turismos y sobre todo coches todo terreno; allí mismo, iniciando una pequeño cuesta abajo empezamos a ver pequeñas vallas de madera, justo en la mitad del camino, con un letrero que decía "barrera temporal contra la erosión", que interpretamos que eran para evitar el paso de personas y animales puesto que al pisar siempre por el mismo sitio deterioran las praderas. Atravesamos una pequeña cadena y un puente sobre el río, del que solo se veían algunas charcas y el resto del cauce seco; estamos en la zona llamada Pozo del Alemán y a partir de aquí el camino empieza a ponerse cuesta arriba y Jesús, Raúl, Juan-Pablo, Pablo, Angela y Francisco a rueda, cargado con una mochila de ropa, empiezan a tirar del grupo. Las señoras con sus conversaciones se van quedando rezagadas con las chicas y en medio Paco con Blanca, Michel, Miguel Angel Marqués y yo; en esta situación hicimos el resto del camino hasta el refugio de Vega Redonda, atravesando la Vega La Piedra, donde vuelven a aparecer las vallas de madera con los letreros y que aproveche para sacar una foto de una de ellas de cara a un trabajo que tiene que hacer Juan-Pablo sobre la erosión.

Al fondo veíamos a algunos componentes de un grupo que había salido antes que nosotros, posiblemente los del autocar y en un recodo del camino hago una parada para hacer un "pisito" y antes de terminar oigo unos comentarios cercanos: había un par de chicas del grupo anterior que se habían quedado rezagadas tomando el sol en la hierba. Que le vamos a hacer. Con este motivo espero a Miguel Angel y Michel, que venían unos 100 metros detrás y continuamos los tres juntos un rato hasta una pequeña sombra junto al camino en que decidimos parar un poco a descansar. Aunque hacía bastante calor, a la sombra el sudor se nos quedaba frío, por lo que cuando llegaron a nuestra altura Paco y Blanca reanudamos de nuevo la marcha.

Atravesamos la zona de La Rondiella y en algo mas de dos horas, paradas incluidas, estábamos en el refugio de Vega Redonda. Los chicos dijeron que habían llegado hace media hora y Jesús algo menos; nos refrescamos un poco en la fuente que había allí y nos sentamos a esperar a las señoras, aprovechando el momento para sacar algunas fotos. Tardaron entre media hora y tres cuartos en llegar y Sara venía "agotadita", colorada como un tomate y creo que todas ellas pensando que ese era el final de la marcha. El refugio está situado a los pies de la Torre de Santa María o Peña Santa de Enol y mirando hacia la derecha se veía un poco el camino en dirección a Ordiales, salvando en principio un fuerte desnivel; animamos a las señoras a continuar, pero Sara se negaba en rotundo, ni con unos ni con otros quería subir, por lo que se quedaron Moña y Chiqui con ella, ya que Lourdes decidió venir, mientras Jesús y los chicos delante y un poco después los demás reanudamos de nuevo la marcha. Al principio, atravesando pequeñas praderas que hay detrás del refugio, pero enseguida el camino empieza a ponerse cuesta arriba, atravesando un verdadero pedregal mediante las típicas "zetas". La pendiente en este tramo es fuerte, pero llevadera; Jesús se quedó a esperar a Mari-Tere y Blanca enseguida se despegó de su padre y se puso a mi altura, por lo que fuimos un buen rato juntos, hasta llegar a la zona denominada "El Forcau", donde hicimos una parada para que Blanca sacase una foto de su padre en la zeta anterior y ya se quedó con él.

F - 3 : En la fuente, junto al refugio de Vegarredonda.

El camino continua por una zona pedregosa pero con muy poca pendiente, lo que sirve de descanso y poco después llegamos a una ladera de hierba, de esas que a primera vista engañan porque no parece demasiado empinada, pero a medida que va uno subiendo se da cuenta del desnivel que tiene; la pradera termina junto a un refugio de ICONA, semiabandonado y desde allí ya se da vista al mirador, puesto que sobre las rocas estaban sentados, además de Pablo, Juan-Pablo y Francisco, otro montón de gente; no obstante para llegar faltaba por subir una pequeña cuesta que a mi, particularmente, se me hizo eterna. Controlé exactamente el tiempo que había tardado desde el refugio y fueron 55 minutos. Me senté allí con los chicos a esperar a los demás y Paco con Blanca llegaron enseguida; un poco mas tarde Michel con Angela y Miguel-Angel Marqués, que dijeron que habían visto unos cuantos rebecos por el camino y poco después Jesús con Mari-Tere, a la que animábamos desde arriba para que salvase el último tramo, pero recuerdo que, cuando la faltaban 15 ó 20 metros para llegar, comentaba que no volvería a una marcha de estas.

La vista desde el mirador es impresionante; un cortado casi vertical, de unos 800 metros es lo que nos separa del Valle de Angón y el curso del río Dobra, con el pueblo de Amieva al fondo y al otro lado del valle innumerables cumbres destacando entre la bruma; a nuestra izquierda el pico Cotalba y mas al fondo una especie de brecha que se veía entre dos cumbres y que unos montañeros que estaban allí nos dijeron que se llamaba la Horcada de Santa María; el panorama es de esos que uno no se imagina, que hay que verlo y, a pesar de ello, resulta difícil de describir, con los buitres, las águilas y los cuervos por allí rondando. Nos acoplamos junto a la tumba de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, allí enterrado desde hace algunos años, pudiendo leer el siguiente texto esculpido en la roca que da cobijo a la sepultura y que fue escrito por él mismo en el prólogo de la "Guía del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga" editada en el año 1932:

"Enamorado del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él desearía vivir, morir y reposar eternamente; pero esto último en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y de las águilas, allí donde conocí la felicidad de los cielos y de la tierra, allí donde pasé horas de admiración, emoción, ensueño y transporte inolvidables, allí donde adoré a Dios en sus obras como Supremo Artífice, allí donde la Naturaleza se me apareció verdaderamente como un templo".

En la roca contigua se ha grabado lo siguiente:

" † Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, Marqués de Villaviciosa de Asturias. XVII - XI - MCMXLI".

F - 4 : Tumba de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa de Asturias, en el Mirador de Ordiales.

Tras los correspondientes cambios de camisetas y de ponernos alguna prenda de abrigo, porque el aire arriba era fresquito, nos pusimos a preparar los bocadillos, a base principalmente de chorizo, algo de jamón y queso y nuestras latas de cerveza para los mayores y refrescos para los chicos; que pena que las latas no estuviesen frías, pero en esta ocasión no había nieve en los alrededores. Estuvimos allí al menos una hora, transcurrida la cual vemos aparecer a lo lejos a tres personas, que los prismáticos nos confirmaron que eran Moña, Chiqui y Sara, por lo que esperamos a que llegaran. Nos dijeron que se habían comido los bocadillos en el refugio y que despu&eacut e;s de comer Sara se había animado y decidieron subir, de lo cual nos alegramos todos porque hubiera sido una pena que no pudieran contemplar el panorama desde Ordiales. Estuvimos allí un cuarto de hora mas e iniciamos el descenso, quedando en reagruparnos en el refugio de Vegarredonda.

Como siempre los chicos se ponen en cabeza, esta vez Pablo, Juan-Pablo, Ángela, Raúl y Francisco (sin mochila); en una parada que hice para quitarme ropa, porque ya apretaba el calor, se me fueron unos metros y ya no hubo forma de alcanzarlos; de vez en cuando los veía a lo lejos, especialmente a Ángela delante y a Raúl, que se había quedado un poco rezagado, detrás de mí; en poco mas de tres cuartos de hora estaba en el refugio y los chicos ya llevaban unos minutos allí, sentados junto a la fuente. Nos echamos buenos tragos de agua y esperamos a los demás, que fueron llegando escalonadamente, alguno con enormes ganas de tomarse una cerveza fría.

Tras un rato en los alrededores del refugio, iniciamos el descenso hacia la Vega de Enol y a pesar de que Paco le dijo a Francisco que ya estaba bien de ir por libre y que bajase un rato con él, no le hizo caso y en cuanto Pablo y Juan-Pablo se pusieron en marcha Francisco se fue con ellos, de tal forma que en medio minuto habían desaparecido de nuestra vista y Paco estaba preocupado porque no sabía si habían cogido el camino correcto. Me adelanté un poco y los vi en la cima de un pequeño repecho, por el camino adecuado, por lo que tranquilicé a Paco, que venía un poco mas atrás con Blanca. No obstante, traté de no perderlos mucho de vista, puesto que al atardecer resulta mucho mas problemático que se pierdan y cuando los accidentes del terreno lo permitían, los veía a lo lejos, Pablo y Juan-Pablo delante, mientras Francisco en pequeñas carreras trataba de ponerse a su altura.

En la zona de La Rondiella, veo que toman un camino a la izquierda que no era el adecuado, por lo que les doy una voz, pero debido a la distancia que nos separaba y a que ellos iban a lo suyo, no me oyeron; desde mi posición no apreciaba hacia donde se dirigía el camino que habían tomado, por lo que acelero la marcha un poco preocupado hasta que al final de la siguiente pradera los veo de nuevo en la dirección correcta, ya que el camino que habían tomado volvía al mismo valle. Me quedé mas tranquilo, sobre todo porque a partir de allí la ruta está bien marcada por hileras de piedras clavadas en el suelo.

Durante el resto del trayecto nos cruzamos con algunos grupos de montañeros, con las mochilas bien cargadas, que se dirigían al refugio y no hacíamos mas que preguntarnos que donde se iban a meter tantos a dormir, porque escuchamos una conversación a los guardas del refugio de que esa noche tenían "overbooking". Sobre las siete menos cuarto llegué a la Vega de Enol, junto a los coches y los chicos me dijeron que llevaban allí unos 20 minutos; se habían descalzado y estaban jugando por la pradera, por lo que les dije que se pusieran las botas y que les invitaba a una Fanta en el chiringuito; así lo hicieron y nos subimos con el coche, cuando vemos aparecer a Jesús y Raúl, poco después a Michel con Angel y Miguel-Angel Marqués y a continuación a Paco con Blanca y Mari-Tere. Mientras unos se quitaban las botas otros subían con nosotros al chiringuito y Paco cogió el coche y se fue a buscar a Moña, Chiqui, Lourdes y Sara por la pista de tierra. Blanca, parece que estaba poco cansada, porque no hacía mas que corretear por la pradera, entre las vacas, mientras los demás nos tomábamos unas sidras.

Poco mas tarde de las siete estábamos todos en el chiringuito, contando nuestras experiencias particulares mientras nos refrescábamos con la sidra, que entraba solita. No obstante, Paco quería bajar con Francisco y Blanca para que vieran la basílica de Covadonga y la Cueva de la Santina; Mari-Tere se fue con ellos mientras los demás nos quedamos otro rato en el chiringuito. Sobre las ocho de la tarde iniciamos el regreso al hotel, donde llegamos poco después de las ocho y media, porque los chicos estaban ansiosos por ver el partido entre el Valencia y el Real Madrid que televisaban esa noche y cuando llegamos acababa de empezar. Como teníamos televisión en las habitaciones, cada uno nos metimos en la nuestra, excepto Juan-Pablo que se fue a la de Pablo y Miguel-Angel Marqués a ver el partido con ellos; yo me duché y poco antes del descanso estaba en el bar del hotel, viendo el partido y charlando con el camarero. Poco después del descanso bajaron Francisco y Blanca, al rato bajó Paco y casi al final del partido Jesús, Mari-Tere, Moña y Chiqui. Los demás, hasta que no pitó el árbitro el final no aparecieron por allí. Nos sentamos un rato en la terraza a tomar unas cervezas, antes de entrar a cenar y a continuación pasamos al comedor. Carlos no había llegado de Avilés y Michel estaba esperando a que le llamase para ir a buscarle a Arriondas.

Esta noche el menú para la cena era el siguiente: Sopa castellana, verdura rehogada y trucha; no muy del agrado de los chicos, pero se nos olvidó por la mañana decir en el hotel que les pusiesen filetes con patatas, que parecía mas del gusto de todos, por lo que tuvieron que aguantarse y cenar lo que había. No obstante les prepararon una buena fuente de patatas fritas. Cuando estábamos con el primer plato llegó Carlos desde Avilés; le habían traído los padres de su amiga, que estaban tomando café en la barra del bar, por lo que Michel tuvo que ausentarse durante un cuarto de hora y se le quedó fría la sopa.

Después de cenar nos salimos a la terraza a tomar café y copa; como la gente parece que estaba cansada no había mucho ambiente de mus, por lo que tras un rato de tertulia nos fuimos a la cama; no obstante los chicos se animaron a echar la partida y se metieron dentro del hotel, Carlos y Juan-Pablo contra Raúl y Pablo. Creo que les duró hasta las 3 de la mañana y terminaron en tablas.

Domingo, 28 de Septiembre de 1997:

F - 5 : Todo el grupo a la puerta del hotel "El Capitán".

El día amanece con la misma niebla que el anterior. Quedamos en bajar a desayunar sobre las 9 de la mañana con los equipajes preparados y así lo hicimos; tras el desayuno, liquidación de cuentas con el hotel y liquidación de nuestras cuentas particulares, pusimos rumbo hasta Cangas de Onís, donde hicimos una parada para visitar un poco la ciudad y hacer alguna compra; estuvimos por allí aproximadamente media hora, tras lo cual cogimos la carretera del puerto del Pontón y Riaño. A medida que nos íbamos alejando de Cangas de Onís el tiempo iba mejorando y al cabo de 10 ó 12 Km. la niebla se había convertido en sol espléndido. Antes de entrar en el desfiladero de los Beyos pasamos por el pueblo de Corigos, donde había una feria de ganado, con muchos coches aparcados a los bordes de la carretera, que teniendo en cuenta lo estrecha que es, dificultaban bastante la circulación. Hicimos una parada en pleno desfiladero, en un sitio precioso pero no muy recomendable por los posibles desprendimientos de rocas y continuamos ruta en dirección a Oseja de Sajambre, donde hicimos una nueva parada en el Hostal "El Pontón", para tomar un cafetito y dar una pequeña vuelta por el pueblo, recordando la casa rural en la que estuvimos hace un par de años.

Desde Oseja, continuamos subiendo el puerto, por cierto, con la carretera recién arreglada y por tanto sin un solo bache, aunque no haya ganado en anchura y, una vez en lo alto del Pontón bajamos hasta Riaño. Repostamos gasolina y nos paramos junto al pantano, cuyo nivel de agua estaba mucho mas bajo que en otras ocasiones, ya que le faltaban cerca de 10 metros e incluso se veían las antiguas carreteras que el su día quedaron cubiertas por las aguas. Hicimos algunas fotos y continuamos en dirección a Boca de Huérgano, entrando ya en la Tierra de la Reina, para desde allí tomar la desviación en dirección a Guardo, con intención de hacer un recorrido por la montaña palentina, de cara a futuras excursiones.

La carretera desde Boca de Huérgano hasta Velilla de Carrión está recién arreglada y por tanto en muy buenas condiciones, pero al llegar a este último pueblo tomamos una nueva desviación hacia Cervera de Pisuerga. A partir de este momento la carretera se estrecha y el firme está en peores condiciones, pero poco a poco vamos haciendo el trayecto de unos 50 Km., pasando por los pueblos de Otero de Guardo, Camporredondo del Alba, Cardaño de Abajo, etc. todos ellos al borde de los pantanos de Compuerto y Camporredondo, que estaban igual que el de Riaño, con un nivel de agua muy bajo, a pesar de que ha sido un año bueno de lluvias y, teniendo a nuestra izquierda, las cumbres del Espiquete y el Curavacas en plena Cordillera Cantábrica.

Tras una parada técnica a mitad de camino para reagruparnos, continuamos hasta Cervera de Pisuerga, pasando junto al Parador Nacional y el pantano de Cervera (este si estaba lleno), cercanos ambos a esta población; cuando llegamos eran aproximadamente las dos y cuarto de la tarde y como habíamos leído en la guía Campsa que la carne del Restaurante "El Resbalón" era excelente, hacia allí nos dirigimos para comer. Nos tomamos unas cañas en una pequeña barra que había a la entrada del restaurante y como tenían dos comedores, uno muy bonito y otro de batalla estuvimos un rato dilucidando si nos quedábamos o nos marchábamos, porque parece que ponían pegas para sentarnos en el comedor bonito, porque éramos muchos y tenían las mesas reservadas. Al final llegamos a un acuerdo y nos montaron dos mesas, una para los mayores y otra para los chicos en el sitio que queríamos, aunque tuvimos que esperar un rato, lo que aprovechamos para dar una vuelta por el pueblo.

Por fin nos sentamos a comer; los chicos a base de entremeses, chuletas y chuletones y los padres algo parecido, con jamón de Jabugo, pimientos del piquillo, revueltos, ensaladas y queso de primero y chuletas y chuletones de segundo; en honor a la verdad hay que decir que la carne era excelente. Con algunos postres, agua, vino y refrescos para los chicos, además de las cañas que nos habíamos tomado en la barra, la factura sumó 43.873 ptas., es decir, salimos a unas 2.585 ptas. por persona, por lo que nos pareció una muy buena relación calidad/precio. Nos invitaron a los cafés y las copas y en plena sobremesa Paco dijo que se venía para Segovia, ya que tenía un poco de prisa; los demás estuvimos allí otro rato de tertulia y en torno a las 5 de la tarde pusimos rumbo a casa, pasando por Herrera de Pisuerga y continuando por Palencia y Valladolid. Hicimos una parada en el Arrabal de Portillo, para comprar unos bollos y rosquillas y como no nos habíamos mojado en todo el viaje, aproveche para echar un chorro de agua a Michel con una botella. Llegamos a Segovia sobre las ocho y diez de la tarde.