Asistentes: Michel y Carlos; Jesús y Raúl;
Miguel-Angel Marqués; Paco y Kiko; Marcelino y Javi; Angel, Juan-Pablo y Jesús
de Santos. TOTAL ..... 12
F - 1 : Casa Rural La Ardilla Real, en Sta. Marina de
Valdeón.
Alojamiento:
En casa de turismo rural "La Ardilla Real", situada en el pueblo de Santa
Marina de Valdeón, Tfno. 987 / 74.26.77.
Las habitaciones son de 4 plazas en literas de 2. La casa es nueva (la
estrenamos nosotros prácticamente hace dos años) y tenemos hecha la reserva de 3
habitaciones; en el piso inferior tiene las duchas y los cuartos de baño, por lo
que tenemos que llevar una toalla cada uno.
El precio total del alojamiento por los dos días son 34.000 ptas., es decir,
3.400 ptas. cada uno. Los desayunos son a 300 ptas. y las cenas pueden oscilar
entre 700 y 1.400 ptas., dependiendo del menú. En resumen, el precio de los dos
días nos puede salir entre 6.000 y 6.500 por persona, y se cena bastante bien;
además, si queremos algo especial, avisando con tiempo nos lo hacen.
No debéis olvidar:
Cámara de fotos. Prismáticos. Chubasquero. Paraguas. Buen calzado para
caminar, posiblemente por nieve.
Distancias:
Segovia - Arévalo = 60 Km.
Arévalo - Medina del Campo = 36 Km.
Medina del Campo - Tordesillas = 23 Km.
Tordesillas - Villardefrades = 35 Km.
Villardefrades - Benavente = 47 Km.
TOTAL SEGOVIA-BENAVENTE= 201 Km.
Benavente - Ardón = 55 Km.
Ardón - Mansilla de las Mulas = 17 Km.
Mansilla de las Mulas - Riaño = 74 Km.
Riaño - Puerto de El Pontón = 16 Km.
El Pontón - Posada de Valdeón = 20 Km.
Posada - Sta.Marina de Valdeón = 2 Km.
TOTAL ...... 385 Km.
PLAN DEL VIAJE.
Sábado, 29 de Marzo de 1997:
Salida de Segovia, como muy tarde a las 9 de la mañana, con objeto de llegar
sobre la una al puerto del Pontón y Panderruedas, y si el día está claro
acercarnos al mirador de Piedrashitas (10 min. andando), desde donde se ven las
cumbres principales de Los Picos.
Bajamos a comer a Posada de Valdeón y, después de comer podemos bajar hasta
Caín, para que los que no conozcan la Garganta del Cares puedan ver el tramo
inicial, que es el mas espectacular.
Sobre las 7 de la tarde llegamos a Santa Marina, ducha, cena, tertulia ó
partida de mus y cama.
Domingo, 30 de Marzo de 1997:
Nos levantamos pronto, entre 8 y 8,30 y después de desayunar subimos en coche
hasta el puerto de Pandetrave (12 Km. desde Santa Marina, aproximadamente) y ya
nos situamos a mas de 1500 m. de altitud; allí hay una pista que lleva hasta la
zona llamada Caben de Remoña (5 Km.), que posiblemente podamos hacer en los
coches y si no, andando.
Desde Caben de Remoña nos dirigimos a la llamada Vega de Liordes, dejando a
la izquierda la Torre del Friero y Peña Remoña a la derecha. Desde allí cogemos
el camino que lleva hasta el Collado Jermoso (2046 m.), a los pies del Pico
Llambrión, donde hay un Refugio. Nos comemos los bocadillos y vuelta hasta los
coches.
Llegamos a la casa rural, ducha, cena, tertulia o partida y cama.
Lunes, 31 de Marzo de 1997:
Después de levantarnos, hacer las maletas, desayunar y liquidar las cuentas
con la casa rural, nos dirigimos a Potes, por el puerto de San Glorio, con
intención de comer pronto en el Mesón del Oso (entre Potes y Fuente De). Después
de comer iniciamos viaje de regreso por el puerto de Piedras-Luengas, haciendo
alguna paradita y esperando llegar a Segovia entre las 9 y 10 de la
noche.
LUGARES VISITADOS:
Cain y Garganta del Cares (Ver Cap. VI).
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA: Desde Posada de Valdeón seguimos la carretera hasta
Cordiñanes; pasado el pueblo encontramos el mirador del Tombo, con una escultura
de la más emblemática especie de los Picos, el rebeco. La carretera sigue
paralela al río Cares, y poco después, pasando junto al Chorco de los Lobos,
atravesamos la majada de la Corona, donde según la leyenda fue coronado Don
Pelayo, primer Rey de Asturias, para llegar al pueblo de Caín, típico pueblo de
pastores que son famosos por su facilidad para trepar por la roca.. Después del
puente sobre la presa, una vez pasado Caín, la senda se estrecha, pues las
paredes de los dos macizos forman ya la verdadera garganta. Varios túneles
excavados en plena roca nos conducen hasta el puente de los Rebecos y el puente
Bolín, desde donde vemos discurrir el Cares en las profundidades de la garganta.
Sigue el camino y dejamos atrás la pequeña majada de Culiembro, donde parte la
canal que lleva su nombre, y en fuerte ascensión nos deja muy por encima en las
majadas de Ostón, en el macizo del Cornión. La senda sigue bordeando el río, y
después de una ligera subida nos acerca ya al final de la ruta en Poncebos.
Quizás sea la Ruta del Cares la más conocida por propios y extraños. El
enorme corte que el río Cares ha ido abriendo en la roca con el paso de miles de
años forma hoy una senda de indudable atracción turística y es un acontecimiento
paisajístico de primer orden. Tradicionalmente la ruta comienza en Posada de
Valdeón (León) y tras 17 km. se llega hasta Poncebos, cerca de Arenas de
Cabrales (ya en Asturias). Hacer la ruta así, sin embargo, resulta complicado
porque si dejamos el coche en Posada de Valdeón, sería muy duro hacer el
trayecto de ida y vuelta. Hay que destacar que por carretera hay que recorrer
más de 100 km. entre ambos puntos. Lo más aconsejable es llegar con el coche
hasta la aldea de Caín, como hemos comentado anteriormente, pero hay que tener
en cuenta las dificultades que se nos pueden presentar en estos 10 km. de
"carretera", debido a lo estrecho e irregular de la calzada. En Caín dejamos el
coche y comenzamos a andar por la Garganta del Cares hasta aproximadamente una
zona en la que la senda se vuelve cuesta arriba. En ese punto podemos regresar
con la certeza de haber visto lo más espectacular del recorrido. El camino es
muy cómodo, sin desniveles notables y apto para todos los públicos, si bien hay
que recomendar precaución con las piedras que algún animal puede arrojar sobre
nuestra cabeza y también advertir que en caso de padecer vértigo, el paseo puede
ser un calvario, ya que no hay barandillas y el abismo es en algunas zonas,
realmente escalofriante.
Otra opción válida es empezar el recorrido desde Poncebos, cerca de Arenas de
Cabrales, caminar hasta Caín y regresar. En este recorrido tenemos el aliciente
de que encima de Poncebos está la aldea de Camarmeña, que ofrece una buena vista
del Naranjo de Bulnes.
Valdeón, entre Pandetrave y Panderrueda (ver Cap.
VI).
Peña Remoña y Vega de Liordes.
F - 2 : Teleférico de Fuente De: Mirador del
Cable.
Este lugar es idóneo para los que comienzan a ir a los Picos. Si somos
primerizos en la montaña accederemos a la Vega subiendo los Tornos de Liordes
que son visibles desde Fuente De. Se pueden ver, si fijamos nuestra vista hacia
arriba, en dirección al teleférico y giramos la vista a la izquierda. Esta ruta
no tiene perdida ya que una vez subidos los Tornos, entraremos en la Vega. Si
somos un poco mas audaces accederemos a la vega por el Teleférico, ya que en la
subida de "La Canal de Pedabejo" hay un pequeño desnivel al principio, en el que
los que tienen miedo a las alturas se "acoj.." , se asustaran un poco debido a
que hay que escalar dos o tres metros, pero no es difícil, solo hay que quitarle
el miedo y no mirar para abajo. Una vez pasados los neveros que se encuentran en
la cima, debemos pasar uno muy famoso, el cual esta en cuesta y todos los años
se forma; quienes no poseen botas adecuadas se darán sus buenos revolcones. Una
tercera vía de acceso a Liordes comienza en Pandetrave, desde donde una pista
nos lleva hasta el Caben de Remoña; a partir de aquí empieza la verdadera
ascensión por una canal entre el macizo de Remoña y el Friero; a nuestra derecha
podemos observar un precioso panorama, con Fuente Dé a nuestros pies y todo el
valle de La Liébana. Nos rodean grandes montañas cargadas de nieve, y un gélido
viento mueve la tienda. Solo se oye el viento, y el caer de piedras en algún
pedrero al pasar los Rebecos. Riachuelos de un agua fría corren por el fondo de
la vega, que al final se juntan para entrar en un sumidero. Lo único malo que
tiene la Vega, es la intervención del hombre. Un poco antes de la bajada de Los
Tornos, han hecho unos agujeros tremendos, Dios sabe para que, que distorsionan
el paisaje agreste. Le parece a uno que se encuentra en una cantera por la
cantidad de piedra suelta.
Fuente De y Mirador del Cable (ver Cap. XIII).
San Glorio, La Liébana, Potes y Cosgaya (ver Cap.
XIII).
El enclave geográfico de La Liébana, en el occidente de Cantabria, se
configura como un extensa área cerrada por altas montañas, determinante de su
aislamiento en el pasado, y cuyos límites naturales los establecen
impresionantes macizos montañosos: los Picos de Europa y las sierras de Peña
Sagra y Peña Labra. El río que atraviesa su territorio, el Deva, serpenteante en
su discurrir hacia el mar, ha socavado las entrañas de la tierra, formando una
angosta garganta conocida como el Desfiladero de La Hermida. Este conjunto de
fortificaciones naturales supuso a lo largo de la historia que Liébana fuera el
último reducto contra la invasión de los romanos, primero; y la de los árabes y
los franceses, después. Cinco grandes valles componen la comarca: Valdebaró,
Camaleño, Cillórigo, Cereceda y Valdeprado. Acogen en sus dominios algunas de
las más emblemáticas muestras del arte antiguo de Cantabria: la iglesia románica
de Sta. Mª de Piasca; el monasterio de Sto. Toribio, y la iglesia mozárabe de
Sta. María de Lebeña. Desde Espinama, en el valle de Camaleño, se tiene acceso a
los Picos de Europa por medio del teleférico en Fuente Dé, o bien, atravesando
una complicada pista en vehículo todo-terreno; ambos caminos conducen hasta los
Puertos de Áliva donde habita una rica fauna autóctona (rebeco, urogallo, oso
pardo, ...). Pero los paisajes más paradisíacos se suceden en pequeñas aldeas de
montaña como: Bores, Dobarganes, Dobres, Cucayo, Ledantes, ... camino de León,
por el Puerto de San Glorio; o en Lomeña, Caloca o Perrozo. En la confluencia de
los valles se encuentra Potes, la capital lebaniega, que cuenta con la «Torre
del Infantado» y un hermosísimo casco urbano.
EXPERIENCIAS DEL VIAJE
Antes de salir:
Unos días antes de salir, Marcelino decide venir con Javi, por lo que la
lista definitiva de asistentes es la que figura al principio del
capítulo.
Sábado, 29 de Marzo de 1997:
Con puntualidad británica, tal y como habíamos quedado, a las nueve menos
cuarto de la mañana estábamos todos en la Residencia Asistida, por lo que cinco
minutos mas tarde nos ponemos en marcha por la carretera de Santa María de
Nieva.
Lucía un sol espléndido y la temperatura era buena, y lo único a destacar por
el momento era el fuerte viento que soplaba en la autovía del noroeste, durante
casi todo el camino, pero como había muy poco tráfico la conducción era
cómoda.
Unos 15 Km. después de Benavente hacemos la primera parada, tal y como
habíamos quedado, en un bar de carretera situado a la entrada del pueblo de
Villaquejida, donde ya habíamos parado en veces anteriores; nos tomamos unos
cafés y unos bollos que nos había traído Jesús de Santos y continuamos ruta en
dirección a Riaño.
Con objeto de no atravesar León capital y teniendo en cuenta que nos
ahorramos algunos kilómetros, abandonamos la carretera general a la altura de
Ardón y por unos "atajos" llegamos hasta Mansilla de las Mulas, donde tomamos la
carretera que nos lleva hasta Cistierna y Riaño.
En Riaño hacemos una paradita "técnica", para echar gasolina y contemplar la
belleza del paisaje, con las cumbres de las montañas nevadas reflejándose en el
agua del pantano, que por cierto estaba lleno. Como andábamos bien de tiempo
(era sobre la una del mediodía), decidimos no parar en Posada de Valdeón y bajar
a comer hasta Caín; por tanto, tomamos la carretera en dirección al puerto del
Pontón y poco antes de llegar arriba nos desviamos a la derecha en dirección al
puerto de Panderruedas, donde hicimos una pequeña parada para ver parte del
Macizo Central de los Picos.
Bajamos el puerto en dirección a Posada de Valdeón y sin parar enfilamos el
camino de bajada a Caín; el primer tramo, hasta Cordiñanes (3 Km.), sigue igual
que siempre, muy estrecho y con muchos baches, pero despacito y buena letra lo
pasamos sin incidentes. El segundo tramo, de unos 6 Km., tiene zonas mas anchas
y fuertes pendientes, unas hacia arriba y otras hacia abajo, y aunque nos
encontramos con algún que otro coche de frente, siempre había un hueco para
orillarnos, por lo que también de pasó sin dificultades; el último tramo, de 1
Km. aproximadamente, es el mas estrecho y con la dificultad añadida de que el
río Cares discurre formando barrancos por la parte izquierda y por la derecha la
"carretera" va pegada a la pared. Aquí nos encontramos con alguna dificultad,
porque un Land Rover Taxi no se paró en el sitio adecuado cuando venían coches
de frente y no podíamos dar marcha atrás para que pudiesen pasar, había coches
aparcados en los pocos huecos que hay para orillarse, etc., por lo que estuvimos
allí un rato haciendo maniobras junto al barranco, dirigidas por Miguel-Angel
Marqués, hasta que por fin nos acoplamos todos y se restableció la
circulación.
Por fin llegamos a Caín, que estaba "abarrotao", tanto de coches como de
gente; eran sobre las dos de la tarde y presumíamos que podíamos tener
dificultades para comer, ya que todas las terrazas de los bares estaban llenas,
por lo que en cuanto aparcamos nos metimos en un restaurante, con tan buena
suerte de que había una mesa grande que estaba libre; sin pensarlo mas nos
sentamos allí a comer.
Una vez en la mesa, con unas cañas para refrescarnos (los chicos ya se sabe,
coca-colas y batidos), empezó el recital de Marcelino:
*Que como se puede circular por esas carreteras ó caminos de cabras.
*Que él había venido a andar y no a pasear el coche por esos caminos.
*Que no le extrañaba que las mujeres no viniesen con nosotros.
etc., etc.
Le contestamos que no se preocupase por lo de andar, que tiempo había para
ello y que nada mas comer nos daríamos el primer paseito, eso sí, por zona
llana, para que no se le cortase la digestión.
Entre unas y otras bromas nos sirvieron la comida; casi todos los mayores
comimos judías blancas y huevos con chorizo y patatas; los chicos macarrones y
huevos con chorizo y patatas, excepto alguno que se comió un filete o chuleta.
Todo ello con postre, pan, vino y cafés por 14.500 ptas., por lo que salimos a
unas 1.210 ptas. cada uno.
Nada mas comer nos pusimos en marcha hacia la "Garganta del Cares", que
empieza allí mismo, en el pueblo de Caín, donde se canaliza el río a través de
la roca, excepto una pequeña parte del caudal que discurre para conservar el
cauce; El primer tramo de la ruta se hace por unos pequeños túneles excavados en
la roca, por los que hay que andar agachados para no dar con la cabeza en el
techo; a la salida de los túneles el camino sigue horizontal, pero el río va
quedando cada vez mas abajo, encajonado entre dos paredes verticales que en
algunos tramos tienen mas de 1000 metros de altura mirando hacía arriba y unos
200 o 300 metros mirando hacia abajo, siendo la distancia que separa una de otra
de unos 4 ó 5 metros en algunas zonas. Paralelo al camino discurre el canal,
unas veces bajo la roca y otras al descubierto y ya se advierte al paseante en
varios letreros que dicen "Peligro, aguas rápidas".
El camino tiene por término medio unos 2 metros de ancho y mucha gente, entre
ellos Marcelino, se pegan a la pared porque dicen que les da vértigo mirar hacia
abajo. De vez en cuando hicimos alguna parada para tirar unas fotos, ya que el
panorama merece la pena sobre todo mirando al cielo, ya que no debemos olvidar
que la "Garganta" discurre entre las cumbres mas altas de los Picos, algunas de
las cuales se ven allá arriba con pequeños neveros y dándoles el sol de
plano.
Atravesamos el río por el Puente de los Rebecos y nos situamos en la margen
derecha; un poco mas adelante volvemos a atravesar el río por el Puente de
Bolín, junto a la zona donde mas se estrecha la garganta (2 ó 3 metros de
anchura) y se hace mas espectacular porque estamos a unos 200 metros encima del
cauce del río. Continuamos un cuarto de hora mas hasta unos pequeños túneles,
donde está la separación de las provincias de León y Asturias y como algunos ya
se estaban poniendo pesados, solo de pensar que tenían que volver de Caín a
Posada de Valdeón, nos dimos la vuelta.
Marcelino y Jesús con algunos chicos parece que tenían mucha prisa, porque
pusieron paso ligero de regreso a Caín, donde llegaron un cuarto de hora antes
que los demás. Cogimos los coches, y nada mas empezar la "carretera" de regreso
nos encontramos con otro atasco, provocado precisamente por el mismo "Land
Rover" que a la ida. Allí nadie se movía, 12 ó 14 coches parados entre la pared
y el barranco, hasta que llegó otro Land Rover Taxi y empezó a poner orden;
después de un cuarto de hora empezamos nuevamente a circular y llegamos a Posada
de Valdeón sobre las 7 y cuarto de la tarde.
Nos fuimos a un bar a tomar unos chatos y a llamar por teléfono a casa y a
continuación tomamos la "carretera" en dirección a Santa Marina de Valdeón (2
Km.), parecida a la de Caín, pero sin barranco. Sobre las 8 u 8 y cuarto
llegamos a la casa rural "La Ardilla Real" en Santa Marina, donde teníamos
contratado el alojamiento.
La casa se compone de tres plantas; en la baja está la cocina y los aseos y
duchas; en la entreplanta está el bar y salón comedor, con su televisión y
mecedoras y una buena estufa de leña y en la planta alta los dormitorios.
Subimos a deshacer el equipaje y a distribuirnos las habitaciones, que
quedaron de la siguiente manera: en una Marcelino y Paco con Javi y Francisco;
en otra Carlos, Raul, Juan-Pablo y Jesús de Santos, ya que prometieron que no
iban a dar guerra y nos pidieron por favor que les dejásemos dormir a los cuatro
chicos mayores en la misma habitación; en la tercera, llamada de Gregorio Pérez
"El Cainejo" (en honor del pastor de Caín que subió por primera vez el Naranjo
del Bulnes), Miguel-Angel Marqués, Jesús, Michel y Angel. Así las cosas, nos
bajamos al bar y nos sentamos un rato en las mecedoras comentando las
incidencias del día mientras tomábamos unas cañas; los chicos subían y bajaban a
las duchas o estaban viendo el fútbol en la televisión, etc.
Antes de cenar salimos un rato fuera de la casa para ver el cometa que anda
por los cielos estos días y, la verdad es que se veía perfectamente a simple
vista y mucho mejor aun con los prismáticos, pero en la calle refrescaba y
enseguida nos metimos dentro.
Llegó la hora de la cena y nos dijeron que tenían unas pocas patatas guisadas
con costillas, que junto con espárragos, buenos filetes y alguna chuleta nos
cenamos los mayores; los chicos a base de sopas de cocido o de ajo, algún filete
y platos combinados. Todo ello con la correspondiente bebida, postres y cafés
nos salió por 18.325 ptas., es decir a unas 1.530 ptas. cada uno. Las patatas,
muy buenas y la carne, como corresponde a la zona, exquisita.
Después de cenar se empeñaron en darme un nuevo cursillo de mus, en el que
nos jugábamos lo siguiente: los perdedores pagaban las copas, los segundos unos
décimos de lotería y los ganadores quedaban libres. Un sorteo decidió que las
parejas fuesen las siguientes: Jesús y Michel; Paco y Miguel-Angel Marqués;
Marcelino y Angel. Mientras tanto, como Carlos siempre se lleva el "loro", los
chicos andaban por allí escuchando música o jugando al ajedrez ruso que llevó
Miguel-Angel, etc. Ya les advertimos que la casa estaba llena y había gente que
quería dormir, por lo que no deberían armar jaleo.
La partida se alargó hasta las dos de la mañana, que con el cambio de hora
que se producía esa noche eran las tres y el resultado fue que Marcelino y Angel
pagamos las copas y Jesús y Michel los décimos de lotería.
Nos subimos a dormir y se oían murmullos en algunas habitaciones, entre ellas
la de los chicos, por lo que hubo que llamarles un poco al orden y se callaron
inmediatamente; pero seguía habiendo jaleo en alguna otra habitación, por lo que
dado lo avanzado de la hora alguien tuvo que ponerse un poco serio, sin que la
cosa pasase a mayores.
Domingo, 30 de Marzo de 1997:
Nos levantamos sobre las 8 y media de la mañana; algunos, al parecer,
bastante antes, porque habían extrañado la cama y otros porque entraba el sol
por el "velux" y les despertó. Unos dormimos mejor e incluso roncamos, según nos
dicen al día siguiente y otros duermen peor. Tras los aseos correspondientes y
preparación de mochilas, nos bajamos a desayunar. Cafés con leche o Cola-Cao,
zumos de naranja, tostadas con mantequilla y mermelada, por cierto riquísimas,
madalenas y sobaos pasiegos.
Repartimos en las mochilas las barras de pan que habíamos encargado junto con
el chorizo de la olla y la vuelta de chorizo casero que llevó Jesús de Santos,
llenamos las cantimploras en la fuente que hay a la salida del pueblo y cogimos
los coches en dirección al puerto de Pandetrave (12 Km. aproximadamente). Como
nos habían dicho en la casa rural que la pista forestal que va desde el puerto
hasta el Caben de Remoña estaba transitable para turismos, al llegar a
Pandetrave nos adentramos en la pista; lo cierto es que tiene bastantes baches y
en algunas zonas se forman charcos por el deshielo de la nieve que se acumula en
algunas laderas, por lo que circulando despacio no presenta mas dificultades.
Pero como veía que algunos iban sufriendo, antes de llegar al Caben de Remoña,
en el punto donde se cruza esta pista con la que baja hasta Fuente De, decidimos
aparcar los coches y continuar a pie.
F - 3 : Todo el grupo en el Caben de Remoña
Como había un sol espléndido, y el panorama era extraordinario (a la
izquierda el macizo de la Torre Bermeja, de frente el macizo de la Torre del
Friero, un poco mas a la derecha el Macizo de Remoña y a continuación se veían
las casetas del teleférico de Fuente De), nada mas bajar de los coches sacamos
las cámaras de fotos e hicimos el correspondiente reportaje. A continuación,
siguiendo por la pista forestal nos ponemos en marcha en dirección a la zona
llamada Caben de Remoña; la pista se ponía cuesta-abajo, lo que no es buena
señal, sobre todo para la vuelta, porque "todo lo que se baja después se sube".
Por fin se acaba la pista, que discurre por un paraje de maleza y pradera, y
llegamos a la roca.
El camino empieza a ponerse cuesta arriba, entre dos paredes casi verticales
(los macizos del Friero y de Peña Remoña), con mucha piedra suelta y sin que
desde abajo pudiera adivinarse el trazado; pero lo cierto es que un caminillo sí
que había, por lo que decidimos seguirlo. Marcelino, sudando como un pollo, ya
empezaba a protestar, diciendo que como nos metíamos por estos caminos de
cabras, que no podía mirar hacia arriba, ya que con ver donde ponía el pie tenía
bastante, etc. etc.
F - 4 : Encima de la Vega de Liordes.
Hicimos una paradita intermedia y al cabo de una media hora de fuerte
pendiente entramos en contacto con la nieve, que de momento era poca y no
planteaba problemas, ya que estaba dura. Unos metros mas arriba nos situamos en
un montículo de piedra entre los dos macizos, desde donde se divisaba un
panorama precioso, por lo que estuvimos allí un buen rato descansando y sacando
unas fotos; estábamos encima de la Vega de Liordes y a unos 100 metros estaban
unos cuantos rebecos observándonos; de frente, el Collado de Liordes, del que
nos separaba una gran pradera atravesada por varios arroyos; un poco mas a la
izquierda todo el Macizo del Llambrión, a cuyos pies y como continuación de la
Vega, una especie de valle de roca y nieve, por donde pensábamos continuar la
marcha en dirección al refugio de Collado Jermoso y, junto a nosotros, cerrando
el círculo, los ya mencionados macizos del Friero y Remoña.
Estando allí pasaron unos montañeros a quienes preguntamos que que tal estaba
el camino hacia el refugio y nos contestaron que por el momento bien, ya que la
nieve estaba dura y que en dos horas y media, a buen paso, podíamos estar allí
siguiendo las huellas marcadas.
Al poco rato nos pusimos nuevamente en marcha, intentando reagruparnos cada
poco tiempo, ya que con los chicos ya se sabe, enseguida aceleran la marcha; en
una de las paradas de reagrupamiento aparece Jesús en un recodo diciendo que
Marcelino se da la vuelta porque a Javi le duele la cabeza, pero que no nos
preocupásemos porque tenía claro el camino de vuelta y también tenía comida para
los dos. Por tanto, decidimos continuar la marcha.
Las huellas en la nieve eran cada vez mas difusas e iban en distintas
direcciones, por lo que no teníamos claro el camino del Refugio; por otra parte
había buenos tramos cuesta abajo, lo que no era buena señal sobre todo para el
regreso, con el estómago lleno; además, la marcha era lenta, porque tratábamos
de seguir unas huellas que posteriormente se perdían y teníamos que rectificar
la ruta, pero por otra parte muy agradable a través del valle encajonado entre
paredones de roca, con una temperatura excelente y sin meter la pata porque la
nieve aun estaba dura.
Mirando los planos sabíamos que debíamos encontrar un par de lagunas antes de
llegar al Refugio, que podían ser un buen sitio para comer, ya que el agua no
nos faltaría; en efecto, tras dos horas de marcha aproximadamente divisamos una
pequeña laguna en el fondo del valle, aunque la otra, que también figura en el
plano, no aparecía por ningún lado. Como en la ladera sur de la laguna había una
zona de pradera, decidimos sentarnos allí a comer, ya que si continuábamos se
nos podía hacer muy tarde; por tanto, así lo hicimos y mas teniendo en cuenta
que a algunos parece que les apetecía darse un baño, aunque el agua estaba
helada.
Jesús, Paco, Miguel-Angel, etc. se metieron hasta la rodilla para
relajamiento de pies, pero como el frío les hacía "cosquillas" en las piernas no
pasaron a mayores, aunque Jesús, por un traspiés, casi se baña vestido.
Juan-Pablo y Francisco lo estaban dudando, pero por fin se metieron de cuerpo
entero y, por último, Paco, que quería enseñarnos sus calzoncillos de mariposas,
también se bañó del todo. Como ya se sabe, habiendo agua por medio, no faltaron
los salpicones y remojones para el resto de la concurrencia.
A continuación, nos preparamos los bocadillos correspondientes y nos pusimos
a comer con tranquilidad, mientras contemplábamos la agilidad de algunos rebecos
para subir y bajar por las paredes de roca.
Después de comer Jesús se subió por la ladera que había junto al lago y desde
lo alto de la roca nos hizo señas para que subiésemos a ver el panorama; aunque
las cuestas arriba recién comidos no son de lo mas recomendable, Paco y yo
decidimos subir, y cuando llegamos a la roca donde estaba Jesús nos dimos cuenta
de que no habíamos cogido el camino adecuado para llegar al refugio de Collado
Jermoso, ya que a partir de allí la pendiente hacia abajo era de mas de 1000
metros y en el fondo se divisaba la carretera de Valdeón a Caín, por lo que
llegamos a la conclusión de que estábamos en lo alto de la Canal de Asotín y que
el Refugio estaría al otro lado de las paredes de roca que teníamos a nuestra
derecha. De frente, teníamos el macizo de Torre Bermeja y Torres de Arestas.
Estuvimos allí un rato, hicimos unas fotos y volvimos a bajar a la laguna, con
intención de recoger e iniciar el regreso. Carlos y Raul estaba subidos en otra
peña y la ladera que llegaba hasta la laguna estaba cubierta de nieve, por lo
que decidieron bajar "esquiando"; a mitad de ladera Raul se cae y Carlos
tropieza con él, por lo que los dos fueron un pequeño tramo con el culo
arrastras hasta que pararon en unas rocas.
Nos tomamos la vuelta con tranquilidad, ya que la nieve se había reblandecido
y había peligro de meter la pata y darnos un golpe en la rodilla, sobre todo los
que somos mas pesados; de hecho Miguel-Angel Marqués, nada mas iniciar el camino
metió la pata dos veces, sin mayores consecuencias. Por eso, tratando de evitar
la nieve cuando era posible y, pisando con cuidado cuando no había mas remedio,
en poco mas de hora y media nos pusimos de nuevo en el montículo situado entre
la Remoña y el Friero, donde hicimos una buena parada (era aproximadamente las 5
y media de la tarde). Allí sentados vimos unos parapentes planeando en torno al
Collado de Liordes.
A continuación iniciamos la bajada por la pendiente que nos lleva hasta el
Caben de Remoña y nada mas empezar, Jesús de Santos empezó a sangrar por la
nariz, lo que solucionamos con un poco de nieve en un pañuelo a modo de hielo y
diciéndole que se pusiese el dedo para contener la hemorragia; al cabo de un
cuarto de hora ya se le había pasado. Pero en la misma cuesta nos encontramos
con un murciano que iba con una pareja de valencianos, que bajaba con muchísima
dificultad, ya que decía que tenía vértigo. Le ayudamos a bajar como pudimos,
algunos tramos de la mano y poniéndonos delante de él, para que no viese la
pendiente, ya que sus piernas parecían agarrotadas y no tenía seguridad en sus
pasos. Llegamos con él hasta el final de la cuesta y continuamos hasta una roca
que había en el camino, ya cerca del Caben de Remoña, donde nos estaban
esperando los demás para ver si teníamos agua; como se nos había terminado,
continuamos hacia los coches y al poco rato encontramos unos manantiales en el
camino, donde nos aguachinamos por dentro y por fuera.
Llegamos a la pista del Caben de Remoña, lamentándonos de no haber llevado
los coches hasta allí, y continuamos hasta el alto de Valcabao, donde los
teníamos aparcados. Estuvimos allí un rato, dando una pinchada con el chorizo y
el pan que nos quedaba, escuchando los partidos de fútbol en la radio de los
coches y mirando un rato con los prismáticos, ya que se veía perfectamente el
mirador del Cable, donde acaba el teleférico de Fuente De. Hacia el otro lado,
además del macizo de la Bermeja, se dibujaba al fondo la cumbre de Peña Beza, en
el macizo Occidental.
Como Marcelino no estaba, Paco y Francisco se acoplaron en los demás coches e
iniciamos el regreso por la pista forestal; a Francisco le dolía la cabeza y
bajando el puerto de Pandetrave, ya cerca de Sta. Marina de Valdeón, me dijo que
se mareaba, por lo que paramos el coche a un lado de la carretera y echó la
vomitona correspondiente; Paco, que venía detrás en el coche de Michel, se paró
allí con nosotros hasta que se le pasó un poco el mareo a Francisco y al cabo de
unos cinco minutos llegamos a Sta. Marina.
Nos tomamos unas cervezas en La Ardilla Real y allí estaba Marcelino, recién
duchadito y después de echarse la siesta; le preguntamos por Javi y nos dijo que
con dos aspirinas que le había dado se le pasó el dolor de cabeza, que habían
comido donde los coches y que se habían bajado a echar la siesta. Paco intentó
que Francisco durmiese un rato antes de cenar, para ver si se le pasaba el dolor
de cabeza y efectivamente se durmió.
Establecimos los turnos de ducha y una vez aseaditos nos bajamos al bar a
comentar las incidencias de la jornada; mientras estábamos allí nos llamó Mª
Antonia desde Segovia, a quien pusimos al corriente de las peripecias y a
continuación echamos el sorteo de las parejas de mus, siendo caprichosa la
fortuna porque los emparejamientos resultaron ser los mismos que el día
anterior. Los chicos, después de ducharse, se bajaron al bar a echar un mus o un
ajedrez.
Apalabramos con el de la casa rural unas patatas con costillas para cenar los
mayores (ya que a los chicos les gustan mas otras cosas) y con objeto de no
trasnochar mucho, decidimos echar una de las partidas de mus antes de cenar:
Jesús y Michel contra Angel y Marcelino. Esta vez nos tocó ganar.
Llegó la hora de cenar: los chicos alguna sopa, platos combinados, huevos con
filetes y patatas, etc. Los mayores las patatas con costillas y los filetes, que
con pan, vino, postres y cafés nos salió por un total de 19.250 ptas., es decir,
a unas 1.605 ptas. cada uno. Durante la cena comentamos el plan del día
siguiente, ya que lo único que teníamos claro es que íbamos a comer al Mesón del
Oso en Cosgaya y parece que las opiniones se inclinaban por ir a Fuente De.
Después de cenar continuamos las partidas de mus: Paco y Miguel-Angel contra
Jesús y Michel y después Marcelino y Angel contra Paco y Miguel-Angel, quienes
pagaron las copas porque volvimos a ganar, quedando emplazados Jesús y Michel
para comprar unos décimos de lotería; mientras echábamos la última partida de
mus, Michel y Jesús echaron un ajedrez y cuando terminamos allí seguían, por lo
que subieron los últimos a dormir, pasada la una de la madrugada. A esa hora,
con la paliza del día, no se oía ni un murmullo en las habitaciones de los
chicos.
Lunes, 31 de Marzo de 1997:
Nos levantamos a medida que nos íbamos despertando, ya que no habíamos fijado
hora el día anterior; aseos, equipajes y a desayunar, en la misma línea que el
día anterior pero con algunos zumos mas, por lo que el importe subió a 5.450
ptas. es decir a unas 450 ptas. cada uno.
Liquidamos las cuentas en la casa rural, bajamos los equipajes a los coches y
antes de ponernos en marcha nos hicimos unas fotos junto al hórreo y en la
puerta de La Ardilla Real.
Como habíamos decidido nos dirigimos por el puerto de Pandetrave hasta
Portilla de la Reina y desde allí iniciamos la subida al puerto de San Glorio,
límite de las provincias de León y Cantabria; hicimos una parada en el puerto y
nos desviamos al Collado de Llesba por una pista en buen estado (Marcelino, Paco
y algunos chicos se fueron andando). Allí, junto al monumento al oso, desde
donde hay una buena panorámica (todo el macizo de Peña Vieja y Horcados Rojos se
ven de frente) hicimos el correspondiente reportaje fotográfico y algunos
dejaron constancia de su presencia en la zona, plantando el correspondiente
"pino". Estuvimos allí un buen rato, tratando de descifrar cuales eran las
cumbres que teníamos a la vista.
De vuelta en San Glorio, iniciamos la bajada del puerto (27 ó 28 Km. de
curvas) hasta Potes. Una vez allí aparcamos los coches, dimos una vuelta por el
mercado, hicimos algunas compras, nos tomamos unas sidras, escanciadas con un
tapón especial para derramar lo menos posible y nos pusimos nuevamente en marcha
hacia el mesón del Oso, donde llegamos cerca de las 2 de la tarde. Nos dijeron
que no podíamos comer hasta las 3 y media, porque de momento tenían todo ocupado
y decidimos, con disgusto de Marcelino, acercarnos hasta Fuente De (7 u 8 Km.),
para que los que no conocían el teleférico pudiesen subir y contemplar el
panorama desde el Mirador del Cable; así lo hicimos y por mas que insistimos a
Marcelino para que subiese, se puso cabezón y dijo que no. Le dio dinero a Javi
para que subiese con nosotros y se quedó abajo con Michel y Carlos que ya habían
subido en ocasiones anteriores.
F - 5 : Junto al Mirador del Cable. Al fondo Peña
Remoña.
No tuvimos que esperar prácticamente nada, y en menos de 5 minutos habíamos
salvado el desnivel de mas de 800 m. que hay entre el Parador de Fuente De y el
Mirador del Cable. Una vez arriba, las cumbres de Peña Remoña, Liordes, Horcados
Rojos y Peña Vieja rodeando los Hoyos de Lloroza con sus pequeñas lagunillas,
nos presentan un espléndido panorama que no vamos a detallar porque ya lo hemos
hecho en relatos anteriores. Decidimos dar un pequeño paseo hasta divisar las
campas de Aliva y Juan-Pablo se quedó poniendo su nombre con piedras encima de
la hierba, como es costumbre por estos lugares. Hicimos algunas fotos a los pies
de Peña Vieja y nos dimos la vuelta para coger nuevamente el teleférico y bajar
a Fuente De, donde nos esperaban Marcelino, Carlos y Michel tomando unas
cervezas.
Cuando llegamos abajo eran ya las 3 y media y aligeramos para llegar al mesón
del Oso a comer ya que nos dijeron que a las 4 cerraban la cocina. Sobre las 4
menos cuarto estábamos en el restaurante, con las mesas preparadas y nos pusimos
a comer. Los chicos chuletas, filetes, entrecots, tortillas, etc. Los padres
cocido lebaniego (para Paco y Miguel-Angel, que no tenían que conducir), sopas,
ensaladas, filetes y rodaballo; todo ello regado con vino o refrescos, según los
casos, mas postres y cafés nos salió por 34.000 ptas., es decir, a unas 2.835
cada uno, creo que bastante bien de precio dada la calidad del restaurante y de
la comida.
Terminamos de comer sobre las 5 y cuarto y cogimos los coches en dirección a
Potes, donde Jesús y Michel compraron los correspondientes décimos de lotería,
para desde allí enfilar la subida al puerto de Piedrasluengas (entre Cantabria y
Palencia), con otros 26 ó 28 Km. de curvas. Llegados al alto hicimos una
paradita en el mirador, a los pies de Peña Labra en la Reserva Nacional de
Fuentes Carrionas, para despedirnos de los Picos y reagruparnos, quedando en
parar en Herrera de Piesuerga para repostar.
Una vez en la provincia de Palencia, la carretera mejora y aun sin ser muy
ancha, está muy bien de firme, no tiene tráfico, algunas curvas pero no
demasiadas, en fin que se avanza bastante. Paramos en Herrera de Pisuerga, nos
compramos unas botellas de agua porque parece que había reseco de la comida y
continuamos viaje por la nacional 611 hasta Palencia, (ya nos habíamos
despistado unos de otros), Valladolid y Segovia, donde llegamos sobre las 10 de
la noche.
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