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CAPÍTULO VII: LA MONTAÑA Y EL MAR
VIAJE A LA COSTA ASTURIANA (VILLAVICIOSA-CARAVIA), CABRALES Y SAJAMBRE (PICOS DE EUROPA), DEL 11 AL 14 DE AGOSTO DE 1995



Asistentes: Candy y Joaquín; Michel y Carlos; Angel, Cristina y Raquel; TOTAL .... 7

PLAN DEL VIAJE:

Viernes, 11 de Agosto de 1.995:

Salida de Segovia sobre las 15,30 en dirección a Oviedo y desde allí, por Pola de Siero hasta Villaviciosa y Colunga para llegar (sobre las 21 ó 21,30 horas) al camping "Costa Verde"; en la Playa de la Griega. Montamos las tiendas, cena y a dormir.

Sábado 12 de Agosto de 1.995.

Desayuno en el camping sobre las 8,30 ó 9 de la mañana.

Excursión a los Picos de Europa, zona de Cabrales.

*Salida del camping en dirección Arriondas (25 Km.), pasando por el Mirador del Fito. Parada en el mirador si el día está bastante despejado, porque se ve desde la distancia buena parte de los tras macizos de los Picos, que luego veremos de cerca.

*Desde Arriondas, por buena carretera nos dirigimos a Cangas de Onís (7 Km.), y seguimos por buena carretera hasta La Robellada (22 Km.). A partir de aquí y hasta Arenas de Cabrales (unos 15 Km.) la carretera se hace mas sinuosa y pararemos un par de veces para ver el desfiladero del río Casaño y subir al pueblo de Asiego, desde donde veremos mas de cerca los Picos.

*Desde Arenas de Cabrales nos dirigimos a Puente Poncebos (6 km.) y desde allí una excursión a pié de 45 minutos hasta Camarmeña, desde donde se puede contemplar el Naranjo de Bulnes.

*Volvemos a Puente Poncebos y comemos por allí y para hacer la digestión nos damos una paseo por el lado asturiano de la Garganta del Cares o hacemos una excursión en coche hasta Tielve y Sotres (unos 12 Km.) por carretera de montaña.

*La vuelta la hacemos por el mismo sitio hasta La Robellada, y allí cogemos el desvío hasta Posada (unos 16 Km.) ya en la costa. Seguimos por la carretera de la costa, pasando por Ribadesella hasta llegar al camping, (unos 50 Km.).

*Si llegamos a buena hora nos podemos dar un baño en la Playa antes de cenar, y si no ducha, cena y a dormir.

Domingo, 13 de Agosto de 1.995.

Desayuno en el camping sobre las 8,30 ó 9 de la mañana.

Excursión por la costa, visitando la Playa de "La Isla", Lastres, la ría de Villaviciosa, playa de Rodiles, Tazones (donde comeremos y compraremos la sidra y las fabes), etc. Todos estos sitios están muy cerca unos de otros y no haremos mas de 30 ó 35 Km. de ida y otros tantos de vuelta (en coche), aunque son carreteras estrechas y con mucha curva.

De vuelta al camping nos podemos dar un baño en la playa, a cenar y a dormir.

Lunes, 14 de Agosto de 1.995.

Desayuno en el camping sobre las 8,30 o 9 de la mañana. Desmontamos las tiendas y viaje de vuelta.

Podemos venir por Arriondas, Cangas de Onís, Desfiladero de los Beyos siguiendo el curso del Sella, puerto del Pontón en dirección a Riaño (70 Km. de carretera estrecha y con muchas curvas, pero merece la pena ver el panorama). Para que se nos haga mas corta la subida del Pontón podemos parar a comer y darnos un paseo por la zona de Soto de Sajambre, ya en la provincia de León y muy cerca de la Peña Santa de Castilla.

Después continuamos por Cistierna y Mansilla de las Mulas hasta coger la carretera León-Benavente, y desde allí por autovía hasta Arévalo y Segovia, donde podemos llegar sobre las 9 ó 10 de la noche.

LUGARES VISITADOS:

Concejo de Cabrales (Poncebos-Camarmeña).

La extensión total del concejo asciende a 237,76 km2. y la población del mismo es de 2.500 habitantes. La capital de Cabrales es la localidad de Carreña y otros núcleos importantes del municipio son los de Arenas, Poo, Berodias, Tielve, Sotres, Bulnes, Puertas, Arangas y Ortigueiro. El relieve que presenta este concejo es sumamente accidentado, con gran número de cotas que se elevan por encima de los 2.000 m. Este concejo limita al norte con la Sierra del Cuera, separando a Cabrales del concejo de Llanes, en el centro la Sierra de Dobros y al sur el corazón del Macizo Central de los Picos de Europa. El Cares, es el principal río de Cabrales, con sus afluentes Casaño (Arenas), Duje (Poncebos) y Bulnes, además hay otros múltiples riachuelos que enriquecen las aguas del Cares. Como recursos más importantes debemos destacar la ganadería, industria artesanal quesera y turismo.

Debido a la configuración del territorio, la principal riqueza del concejo de Cabrales es la ganadería; no obstante en la tierras bajas, las vegas que se originan son de una gran fertilidad y extraordinarias para la agricultura. De gran fama e indiscutible calidad es la fabricación artesanal en este concejo; el Queso Cabrales, de fuerte y excitante sabor.

F - 1 : El Cares en las inmediaciones de Poncebos

El subsuelo es rico en hulla, plata, cobre y manganeso. El territorio es apto para la práctica de los deportes de caza, pesca y montaña esta última actividad gracias a que este concejo da entrada a los ya renombrados Picos de Europa, y no menos el mítico Naranjo de Bulnes.

La villa-capital, Carreña, es un pueblo con edificios que conjunta un trazado muy apropiado al paisaje. Tiene hospedajes y servicios sanitarios. Las Arenas es otra población importante del municipio del que parte la carretera a Poncebos, lugar este para las salidas a excursiones de montaña. Tanto Arenas como Poncebos, cuentan con biblioteca pública.

El concejo de Cabrales es, sin duda, hogar propicio y vestíbulo adecuado para quienes optan por esta otra manera de acercarse a un mundo distinto, más directa y sin contemplaciones, con temeraria insolencia, incluso, y de la mano, en este caso de un tiempo escaso. Con más de la mitad de sus 236,4 km2 de superficie ocupadas por el macizo Central de los Picos de Europa, los rebordes de los del Cornión y Andara, y las estribaciones meridionales de la sierra del Cuera, el concejo de Cabrales encarama sus nueve parroquias y sus veintidós núcleos de población por valles y laderas, aprovechando las pocas tierras aluviales de los márgenes de los ríos, a lo largo de la carretera AS-17 (de Cangas de Onís a Panes) que atraviesa el concejo de 0 a E, o literalmente colgadas por las pendientes de los contrafuertes montañosos.

Por el término municipal de Cabrales, corren dos ríos principales sobre cuyas riberas y cercanías se asientan buena parte de los núcleos de población del concejo: el Cares y el Casaño, que confluyen en Arenas, a tan solo 145 metros sobre el nivel del mar, después de recoger infinidad de arroyos, ríos y riegas que caen desde las alturas, horadando el terreno en umbrías gargantas. Por una de ellas, de nombre y fama sacralizada con el adjetivo de "divina", entra en el concejo, de S a N, el primero de ambos ríos, partiéndolo a la mitad después de recoger las aguas de sus afluentes del Bulnes (o Riega del Texu) y del Duje. El Casaño, por su parte, viene de las montañas del vecino y occidental concejo de Onís por un cauce impracticable hasta la breve vega donde se asienta la capital del concejo, Carreña. Lejos de la corriente, las aldeas y pueblos adoptan aquí los rellanos de las vertientes más moderadas, como Berodia, Inguanzo o la Molina, y collados abiertos, como Ortigueiro. Antes de confluir con el Cares en la fértil vega de las Arenas, el Casaño permite otro ensanchamiento, donde todavía es posible intentar lograr los cultivos y donde se levanta la localidad de Poo.

Desde los 145 metros de altitud en que se encuentra la población más numerosa del concejo, Arenas, hasta los 2.648 metros de la cumbre del Torrecerredo (la mayor altura de Euzkadi a Finisterre), solo cuatro núcleos que no llegan, en conjunto, a los 400 habitantes - según los datos del último Nomenclátor de Asturias, de 1.986 - se asientan sobre "la peña " (que es como llaman aquí a los Picos) en el concejo de Cabrales: Camarmeña, encaramada sobre el Cares, en una vertiginosa vertiente a trescientos metros sobre el cauce y prácticamente invisible desde la senda de acceso que parte cerca de Puente Poncebos; Bulnes, escondida dentro de un hoyo profundo entre las vertientes de Peña Maín, el monte de la Varera y la parte posterior del murallón de Amuesa y con un acceso relativamente complicado a través de la Canal del Texu; Tielve, a orillas del Duje, entre la foz de la Rumiada y las gargantas de las Indias; Sotres, el pueblo más elevado del concejo, a 1.050 metros sobre el nivel del mar, también en el valle del Duje, pero algo alejada de sus riberas.

Garganta del Cares (Ver Cap. VI).
Villaviciosa, Lastres, Tazones.
VILLAVICIOSA.

F - 2 : Ria de Villaviciosa

Municipio de la provincia de Asturias situado a 4 m de altitud en la ría del mismo nombre, a 75 km. de Oviedo. Es capital del municipio homónimo, con 272 km² de extensión, en el que conviven hermosas zonas costeras con los más bellos paisajes verdes de Asturias. Está limitado al N, por el mar Cantábrico; al S, por los municipios de Sariego y Cabranes; al E, por el de Colunga; y al O, por el de Gijón. Este territorio es la puerta del centro de Asturias hacia su zona oriental, y cuenta 15.094 habitantes sobre una extensión de 271,48 km². Su límite costero, de unos 28 km. de longitud, es en su mayor parte acantilado y contrasta con las cortas llanuras del norte y las elevaciones montañosas del sur.

El concejo está atravesado por el río Linares cuyo caudal se ve engrosado por la aportación de varios riachuelos hasta conformar la ría de Villaviciosa, categoría que recibe desde la capital del concejo hasta su desembocadura en El Puntal.

Patrimonio Artístico

Iglesia de Santa María de la Oliva, protogótica de finales del siglo XIII, con planta y cabecera rectangular, sacristía y pórtico diáfano, adosados al muro sur. Destaca el pórtico románico con rica ornamentación figurativa del siglo XII; en el tímpano del arco hay una imagen sédente de la Virgen, y sobre el arco un rosetón gótico. En el costado oriental se abre un ventanal, también románico, con arcos y capiteles ornados. Está declarada Monumento Nacional.

Iglesia de San Francisco, actualmente iglesia parroquial. Es de finales del siglo XVII, y presenta dos notables escudos en la parte alta del pórtico.

Palacio de la Torre, del siglo XVII. Cuenta con una fachada principal de excelente fábrica en la que se centra el portal de ingreso y un balcón con voladizo y balaustre de hierro.

Capilla de la Concepción, data del siglo XVII. Es una construcción aneja al Palacio de la Torre.

Casa-palacio de Valdés, del siglo XIII, tiene una bella fachada equilibrada que presenta una magnífica distribución de huecos.

Casa de José Caveda y Nava, construida en el siglo XVIII, posee, también, una perfecta fachada de piedra con sillares bien labrados.

LASTRES.

Población de la provincia de Asturias perteneciente al municipio de Colunga, situada en la costa oriental en una resguardada ensenada, entre las puntas de la Misiera y la de Penote, que dista 59 km. de Oviedo.

Patrimonio Artístico

Iglesia parroquial de Santa María de Sádaba, con retablo barroco; Cristo de los Agonizantes; capilla del Buen Suceso, y la de San José.

Palacio del Barrio de la Fontana, data del siglo XVIII. En la fachada principal tiene una puerta con bellísimas molduras, y una balconada con tres huecos centrales y un voladizo pronunciado.

TAZONES.

Al final de la ría de Villaviciosa, en su margen izquierda, encontramos el pueblo de Tazones, famoso por ser el lugar donde desembarcó Carlos I cuando llegó a España en 1517. Típico puerto pesquero y excelentes pescados y mariscos.

Cangas de Onís.

F - 3 : Puente romano sobre el Sella en Cangas de Onís

Municipio de la provincia de Asturias, cuya población cabeza es Cangas de Onís, situado a 63 m de altitud en un vado entre los ríos Sella y Güeña, que dista 72 km. de Oviedo y cuenta con 6.484 habitantes y una extensión de 210,20 km².

Historia: El descubrimiento de la cueva del Buxu, con interesantes grabados y pinturas rupestres, es la huella inestimable de la existencia de un asentamiento humano desde la Prehistoria.

Su gran hito histórico es el haberse convertido, a comienzos del siglo VIII, en el primer núcleo de resistencia al Islam.

Tras la derrota sufrida por los visigodos en la batalla de Guadalete, en el año 711, algunos nobles y parte de la población se refugiaron en las montañas asturianas. En el año 718 nombran a don Pelayo su caudillo, quien al mando de una pequeña hueste protagoniza el primer triunfo de la Reconquista. Son los primeros momentos del Reino asturiano, que establece su capital en Cangas de Onís. En el siglo X se traslada la capital a León, lo que propicia el origen del Reino astur-leonés.

Sajambre (Ver Cap. IX)
Riaño (Ver Cap. IX)

EXPERIENCIAS DEL VIAJE:

Viernes, 11 de Agosto de 1995:

Quedamos para salir en torno a las 3 de la tarde y nos pusimos en marcha por la carretera de Santa María de Nieva en dirección a Arévalo; allí cogemos la autovía del noroeste en dirección a Benavente. Unos 25 ó 30 Km. después de Benavente, atravesando el pueblo de Toral de los Guzmanes, vemos a un guardia civil que se va adentrando en la carretera; en ese momento circulábamos en caravana, 10 ó 12 coches todos detrás de un camión. Pasados unos kilómetros y viendo que Candy no venía, Michel y yo nos paramos en el arcén de la carretera para esperarle. Transcurridos unos minutos le vemos aparecer, para junto a nosotros y nos cuenta la odisea; le había parado la Guardia Civil porque decían que circulaba a 70 Km. por hora en un sitio donde la velocidad estaba limitada a 50 Km. por hora, ya que estábamos atravesando un pueblo; le hicieron la correspondiente denuncia y le comentaron que el paquete podía ser de 25.000 ptas.

Continuamos el viaje en dirección a León y unos kilómetros antes de llegar tomamos la autopista astur-leonesa con dirección a Oviedo; en una zona de servicio, a la altura de Rioseco de Tapia, hacemos una parada para tomarnos un café y aprovechamos para comentar con mas detalle el incidente con la Guardia Civil; continuamos viaje por la autopista, construida para salvar la Cordillera Cantábrica entre León y Asturias evitando el puerto de Pajares y que podemos considerar como una verdadera obra de ingeniería, ya que atraviesa la montaña mediante 10 ó 12 túneles (uno de los cuales, de mas de 4 Km. de largo, sigue siendo doble dirección, porque aun está en construcción su gemelo) y un enorme puente colgante sobre las aguas del embalse de Los Barrios de Luna, todo ello por unos parajes preciosos.

A la altura de Campomanes, la autopista se convierte en autovía y dejando atrás el pueblo de Pola de Lena, entramos en la cuenca minera del Caudal, pasando junto a Mieres y pocos kilómetros después entramos en la circunvalación de Oviedo; como no veía venir a Michel y a Candy, reduzco un poco la velocidad hasta que de nuevo nos agrupamos todos; dejamos atrás Oviedo y, en lugar de dirigirnos hacia la costa de Gijón, cogemos la autovía hacia Pola de Siero, puesto que en alguna ocasión anterior nos habían dicho que para llegar a Villaviciosa estaba mejor y con muchas menos curvas la carretera del interior que la de la costa. Unos 6 Km. después de Pola de Siero, cuando ya se nos había acabado la autovía, vemos una desviación a la izquierda hacia Villaviciosa, donde llegamos en torno a las 8 de la tarde; sin parar en el pueblo cogemos la carretera por el margen derecho de la ría hasta la playa de Rodiles.

Cuando llegamos al camping se veía mucho movimiento de gente por la zona e, incluso, dificultades para aparcar fuera, pero pensamos que como ya estábamos en fin de semana la gente de los alrededores había bajado a la playa. A la puerta del camping, había un letrero que indicaba "completo"; no obstante preguntamos en recepción y nos confirmaron que efectivamente estaba completo, que no tenían plaza ni para una sola tienda; nos dijeron que había un par de campings entre 10 y 20 Km. de allí y además nos hicieron el favor de llamar por teléfono para ver si tenían plazas; la respuesta fue la misma, es decir, que estaban al completo.

Viendo que la cosa se nos complicaba, porque eran en torno a las 8 y media de la tarde y no teníamos sitio donde acampar, nos pusimos en marcha por la carretera de la costa en dirección a Ribadesella, con intención de buscar sitio para dormir donde fuese, camping, pradera, casa de huéspedes, etc. Al llegar a la altura de Caravia, vemos un pequeño indicador en la carretera hacia un camping; nos metemos por el camino y llegamos hasta el camping "Caravia"; aparcamos los coches a la puerta y preguntamos en recepción; en principio nos dijeron que no tenían sitio, ya que tan solo estaba libre una parcela que tenían reservada para unos clientes; el caso es que la mujer que nos atendió llamó por teléfono a otra, que apareció por allí y dijo que dada la hora que era, probablemente ya no vendrían los clientes, por lo que si acoplábamos las tres tiendas en la parcela, nos podíamos quedar allí.

Dicho y hecho, metimos los coches y nos pusimos a montar las tiendas, ya anocheciendo y con las nubes por allí rondando. Candy, que no sabía que tienda llevaba, porque se la había prestado su hermano, tenía dificultades para montarla, porque le faltaba alguna pieza y además era muy pequeña, aunque para ellos dos les podía servir. Hicimos los apaños correspondientes, inflamos los colchones y preparamos las camas con nuestras sábanas, almohadas y sacos correspondientes, colocamos las sillas y las mesas, el camping gas y el lumigas, etc. y por fin quedamos instalados. Nos dimos una ducha con agua medio fría, ya que la caliente solo duraba hasta las 10 de la noche y a continuación yo me fui a dar un paseo hasta la playa, que aunque era de noche y, tal vez porque la marea estaba muy baja, se la veía inmensa; allí había un chiringuito bastante animado.

Después, nos tomamos unas cervezas en el bar y nos pusimos a cenar con las existencias de comida que llevábamos, comentando las incidencias del viaje y las peripecias para encontrar sitio donde montar las tiendas. Michel con su guitarra y sus armónicas, Carlos y Raquel haciendo pinitos con la guitarra, etc. nos amenizaban la cena y aunque el ambiente era húmedo, no hacia frío, por lo que el rato fue bastante agradable; no obstante, en torno a las 12 de la noche casi todo el mundo estaba en la cama, por lo que todo el camping estaba en silencio; nos tomamos unos cafetitos de Nescafé y nos fuimos a dormir.

Sábado, 12 de Agosto de 1995:

Nos levantamos sobre las 8,30 de la mañana, algunas (Cristina y Raquel) un poco mas tarde y, tras darnos un chapuzón para quitarnos las legañas, nos pusimos a preparar los trastos para el desayuno. Aunque había bastante humedad en el ambiente y algunas nubes en las cumbres de los montes cercanos al camping, el día tenía buena pinta; sacamos el Cola Cao, Nescafé, madalenas, bollos, etc. calentamos la leche y nos pusimos a desayunar unos, mientras Carlos, Cristina y Raquel seguían remoloneando en las tiendas; por fin conseguimos que se levantasen y se pusiesen a desayunar.

Mientras fregábamos los cuatro cacharros del desayuno y recogíamos un poco el campamento, planeamos tomar una desviación que tenía que haber por allí cerca para subir al mirador del Fito y dirigirnos hacia Cabrales; consultamos los mapas de carreteras, preguntamos en el camping que donde teníamos que tomar la desviación y nos pusimos en marcha por la carretera de la costa en dirección a Ribadesella. A 3 ó 4 Km. del camping, sale una pequeña carretera junto a un hórreo que tras otros 2 ó 3 Km. va a parar a la que une Colunga con Arriondas; tras estas peripecias, al cabo de unos 20 minutos llegamos al Mirador del Fito, donde aparcamos los coches en el lugar habilitado al efecto. En realidad el mirador son dos miradores, uno a la izquierda de la carretera, consistente en una plataforma de hormigón a la que se llega subiendo por un camino y unas escaleras y otro a la derecha, al que se llega por unos caminos que suben la ladera de la montaña desde el aparcamiento; decidimos subir al derecho y aunque el trayecto son unos 10 minutos, hay algunos tramos en los que se empina bastante; es una pena que el día estuviese un poco nuboso y con bruma de fondo porque aunque la zona cercana de la Cordillera del Sueve y la costa se veían perfectamente, las cumbres de Los Picos nos las teníamos que imaginar envueltas en la bruma; había por allí unas construcciones en la piedra, con algo de cemento, aparentemente abandonadas y estuvimos un rato dando una vuelta y haciéndonos unas fotos.

F - 4 : En Camarmeña. Al fondo la Riega del Tejo

Bajamos de nuevo a los coches y continuamos ruta en dirección a Arriondas; allí tomamos la carretera que va hacia Cangas de Onís y sin parar el pueblo continuamos en dirección a Panes; a la altura de Arenas de Cabrales cogemos la desviación hacia Puente-Poncebos, donde aparcamos los coches a la entrada, junto a la presa, en el puente sobre el río Cares, ya que se veía mucho movimiento de gente y vehículos por allí y el asunto del aparcamiento no parecía estar fácil. Nos compramos unas barras de pan "hechas al horno de leña", al menos así rezaba en un letrero que había en la tienda-bar y, con el chorizo que llevábamos nos preparamos unos bocadillos antes de empezar la subida hacia Camarmeña. Lo cierto es que según íbamos preparando los bocadillos, algunos ya los iban probando ya que parece que el desayuno había sido ligero o que la subida al Mirador del Fito había abierto el apetito y, antes de empezar la cuesta arriba, casi todos estábamos con el bocadillo en la mano.

Había un pequeño indicador hacia Camarmeña y por allí nos pusimos a subir; poco a poco la cuesta se hacía mas empinada y entre el calor que hacía, el bocadillo que a mi particularmente se me estaba "añusgando" y el caminito en cuestión, que también tenía sus vericuetos, no veíamos el momento de llegar arriba; pensábamos que a quien se le habría ocurrido instalar un pueblo en esas alturas. Hicimos una parada técnica a mitad de trayecto, a la sombra de una roca, para reagruparnos y coger un poco de aire y no hacíamos mas que comentar que si al llegar arriba no había bar, nos íbamos a deshidratar. La verdad es que nos lo tomamos con calma, Joaquín subía a "regañadientes" y un trayecto de poco mas de media hora lo alargamos hasta casi una hora.

Por fin llegamos a Camarmeña y lo primero que vimos fue una casuca encima de una peña, con un toldo verde bajo el cual había unas mesas de terraza de bar y sus correspondientes sillas, donde inmediatamente nos sentamos. Nos asomamos a una puerta que vimos entreabierta y dentro había una pequeña barra de bar; en principio no vimos a nadie dentro, pero al poco rato apareció un hombre; inmediatamente pedimos unos refrescos para los chicos y unas sidras para los padres, pero nos dijo que para las sidras debíamos esperar un poco ya que estarían mas frescas. Por tanto, para aplacar nuestra sed, nos tomamos unas cervezas que nos supieron a gloria; mientras tanto estuvimos sacando unas cuantas fotos desde la terraza que, en cierto modo, era un mirador del Naranjo de Bulnes, ya que sin mucha nitidez debido a la bruma, pero se veía perfectamente; al poco rato vinieron las sidras y unos mas que otros, todos hicimos nuestros pinitos en el arte de escanciar. Michel comentaba la alegría que le había dado encontrar el bar allí y lo bien que se estaba tomando las sidras.

Mientras estábamos allí apareció un hombre con un burro, cuyas alforjas iban cargadas de patatas y no se si algo mas y pensamos que, como no había carretera para subir hasta allí, tenían que llevar las provisiones en burros; no obstante, desde la terraza mirando hacia abajo veíamos otras pequeñas casas junto a las cuales había unos coches aparcados, por lo que pensamos que tenía que haber otro camino para subir, ya que por donde habíamos venido nosotros era imposible que subiese un coche y un burro, con dificultades. Estuvimos allí un rato mas y luego nos dirigimos hacia el mirador del Naranjo, donde había una buena fuente y un anciano que nos decía que estaba allí para cobrar las tasas del Ayuntamiento por beber agua y que había que pagar la voluntad. No le hicimos mucho caso, y la vista del Naranjo era prácticamente la misma que desde la terraza del bar.

Como se iba acercando la hora de comer, fuimos pensando en bajar a Poncebos y entonces descubrimos una pista de tierra mucho mas cómoda que el camino-atajo que habíamos tomado a la subida, por lo que decidimos bajar por ella. Se notaba que la pista será en el futuro una pequeña carretera, porque estaban haciendo obras de sujeción para evitar desprendimientos, arreglando el firme, etc.; por tanto, la bajada de Camarmeña a Poncebos se nos hizo mucho mas entretenida, a pesar del calor.

Una vez en Poncebos, nos metimos en el bar-restaurante que hay junto a la presa y nos pusimos a comer; la comida, de tipo casero como suele ser frecuente por esta zona. Después de comer, como era bastante pronto, decidimos iniciar la ruta del Cares, pensando que el camino no tendría pendiente; pero lo cierto es que se pone cuesta arriba, con bastante calor y el estómago lleno, por lo que no estábamos en las mejores condiciones para esa marcha. Al poco rato ya empezó Joaquín a quejarse, que estaba muy cansado, que no podía subir, etc. Le animamos una y otra vez, le prometimos un diploma de montañero y poco a poco íbamos avanzando hasta que nos hicimos con el tramo inicial cuesta arriba. Luego la pendiente se suaviza bastante, con algunos altibajos, pero ya se va viendo el camino que discurre pegado a la pared y bastante llano. Por esta zona la Garganta del Cares es bastante ancha y salvo en algunos puntos concretos no presenta cortadas a pico como ocurre por la parte de Cain; en el fondo creo que todos le agradecimos a Joaquín su lentitud, porque nos permitía descansar de vez en cuando aunque no podemos decir que a la sombra, porque no había ni un árbol.

Seguimos avanzando ya por la parte llana, con idea de llegar hasta el límite de las provincias de Asturias y León, pero al llegar a una curva donde hay una caseta junto al canal del Cares, había un hombre que vendía refrescos y cervezas, que estaban frescos porque tenía las latas metidas dentro del agua del canal. Nos paramos allí, que era el sitio justo hasta donde habíamos llegado desde Cain en Junio pasado, por lo que en dos tramos, uno por un lado y otro por el otro habíamos cubierto la ruta del Cares completa, nos tomamos las cervezas y refrescos correspondientes, estuvimos un rato sentados en el muro del canal, charlando un poco con el hombre que vendía las latas, que nos dijo que las llevaban hasta allí en burros, transcurrido el cual nos dimos la vuelta hacia Poncebos.

Con un camino llano, con un par de pequeñas rampas cuenta arriba y el resto cuesta abajo, aunque con mucha piedra suelta en el tramo final y con otra parada para tomarnos unos botellines de agua o fanta, llegamos de regreso a Poncebos en torno a las 7,30 de la tarde. Inmediatamente cogimos los coches y volvimos de regreso al camping. Yo iba pensando en darme un baño en la playa, por lo que nada mas llegar me puse el bañador, cogí la toalla y me acerqué a la playa; los demás, unos por pitos y otras por flautas se ducharon en el camping y no bajaron a darse un bañito. Se veía que estaba subiendo la marea, pero desde el borde del agua hasta el comienzo de la arena había mas de 50 metros, por lo que dejé la toalla y las zapatillas junto a una roca y me metí al mar. Como es una playa bastante tendida, aunque había bastante oleaje no me llegaba a cubrir en ningún momento y teniendo en cuenta que el agua no estaba nada de fría, estuve un buen rato. Lo que ocurre es que al salir me faltaba una zapatilla, ya que en esa media hora aproximadamente había subido tanto la marea que el agua llegaba hasta las escaleras del chiringuito que había allí; estuve un rato buscando la zapatilla y por fin la encontré, detrás de unas piedras junto a una pared.

Volví al camping y ya todos se habían duchado, aunque con algunas protestas porque no salía suficiente agua caliente (ya que a todo el mundo le da por ducharse al mismo tiempo); cuando yo me fui a duchar (cerca de las 10 de la noche) no había problemas de agua, porque quitando algunos que se estaban afeitando, las duchas estaban prácticamente para mi solo.

A continuación decidimos ir todos a cenar al chiringuito de la playa; los chicos pidieron unas raciones de calamares y algunas otras cosas; los padres, que teníamos ganas de probar el bonito nos dimos un buen homenaje: bonito a la plancha, bonito con tomate y marmitako de bonito. Al terminar de cenar Raquel, Cristina y Carlos se fueron al camping mientras nosotros nos tomamos unas copas e hicimos un poco de sobremesa. Cuando llegamos al camping todo el mundo estaba acostado y no se oía prácticamente ni un ruido, por lo que nos metimos en las tiendas y a dormir.

Domingo, 13 de Agosto de 1995:

Nos levantamos entre 8,30 y 9 de la mañana, aunque Candy creo que se había levantado algo antes y Raquel, Cristina y Carlos bastante después. Nos pusimos a desayunar nuestra leche, Nescafé, cola-cao, madalenas, etc. mientras planeábamos la excursión del día.

Decidimos visitar la costa, pueblo de Lastres, darnos un baño en la playa de Tazones y comer por allí, comprar unas sidras en Villaviciosa, etc. Cuando por fin los chicos terminaron de desayunar, recogimos el "campamento" y nos pusimos en marcha. El tiempo era bueno, lucía el sol en la zona de la costa aunque se veían algunas nubes y algo de niebla por las montañas.

Nos dirigimos hacia Lastres, que estaba a unos 10 ó 12 Km. del camping y aparcamos los coches junto al pequeño puerto pesquero. Se trata de un pueblo situado en una ladera que desciende hacia el mar, típico de la zona, con algunas construcciones señoriales. Como era domingo, no se apreciaba actividad portuaria, y estuvimos dando una vuelta por los espigones, junto a los cuales se veían buenos peces, algunos cangrejos, etc. y Carlos enseguida se bajó al agua tratando de "pescar" algo; mientras estábamos allí, vimos a un par de personas haciendo una travesía a nado desde una playa que había al fondo hasta el puerto y calculamos que la distancia era superior a 1 Km.

Volvimos a subir hacia el pueblo, que como he comentado antes está en una ladera, y tomamos la carretera en dirección a Villaviciosa, que dista de allí unos 18 Km. Sin parar en el pueblo, donde se veía bastante animación, nos dirigimos hacia Tazones, otros pueblecito de pescadores al que se llega desde Villaviciosa por una carreterina paralela a la ría, en un tramo de unos 10 ó 12 Km. Como pegaba el sol estábamos deseando darnos un baño, pero cual fue nuestra desilusión al ver la playita del pueblo, ya que además de pequeña parece que la marea había traído unas cuantas piedras y algas. Desde la propia carretera de acceso a Tazones habíamos visto el otro lado de la ría, con la playa de Rodiles al fondo, bastante concurrida y tras dar una pequeña vuelta por el pueblo decidimos dirigirnos allí, que en línea recta habrá poco mas de un Km. pero en coche, como hay que dar toda la vuelta a la ría habrá mas de 20 Km.

Al poco de salir de Tazones, paramos en un lagar para comprar unas botellas de sidra y ya que tenía "fabes" aprovechamos y compramos un par de kilos. Total, que llegamos a Rodiles en torno a la una de la tarde; los alrededores de la playa estaban abarrotados de coches y en una inmensa arboleda de eucaliptos que hay junto a la arena intentamos aparcar, aunque la tarea no era fácil ya que los lugareños habían invadido la sombra con sus coches y tenderetes para quedarse a comer allí; por fin encontramos unos huecos para los coches y sin pensarlo mucho mas nos fuimos a dar un baño; la playa inmensa, de arena blanca y limpia, con mas de 100 m. de distancia desde los árboles hasta el agua y otros tantos desde el borde del agua hasta que llegaba a cubrir por la cintura, por lo que Carlos, Cristina y Raquel se metieron hasta donde rompían las olas, que en el fondo era lo que les gustaba y se les veía que disfrutaban de lo lindo. Hicimos algunas fotos durante el baño, pero no era fácil la cosa, en primer lugar porque había que darse un buen paseo para ir a por la cámara de fotos hasta los coches y en segundo lugar porque según estaba el oleaje, aunque cubriese por la rodilla era fácil que se nos mojasen las cámaras. Joaquín no quería meterse mas que hasta los tobillos, porque parece que le impresionaban las olas, a pesar de que su padre y yo no hacíamos mas que animarle.

Después del primer baño, que por cierto, a Michel el agua yo creo que no le pasó de las rodillas, nos fuimos a tomar unas cañas y a explorar en el chiringuito para el asunto de la comida, ya que pensábamos que no era fácil por la cantidad de gente que había en la playa. Pero también es cierto que en esta zona la mayoría de la gente se lleva su propia comida a la playa y, aunque estaba lleno el comedor, pensamos que algunos no tardarían mucho en terminar de comer, por lo que reservamos una mesa para el segundo turno mientras los chicos salían del agua. Al cabo de un rato estábamos sentados comiendo.

Después de comer, las chicas dijeron que se iban un rato a tomar el sol, Carlos a echar una siesta a la sombra y Candy y Joaquín se fueron con ellos; Michel y yo decidimos subir a un monte que bordea la playa y que estaba sembrado de plantones de eucaliptos, por aquello de hacer la digestión, aunque ya sabemos que las cuestas arriba con el estómago lleno no son demasiado saludables. Nos dimos un buen paseito, a pleno sol, y observamos que el monte se había quemado no hace mucho tiempo, porque había restos recientes de árboles y maleza calcinados; había una especie de caminos que parece que los habían hecho para la nueva plantación y en algunos casos no tenían salida, lo que nos obligaba a cruzar entra la maleza quemada y nos pusimos buenos de tizne. Al otro lado del monte se forman unos acantilados cortados a pico hacia el mar y desde donde se veía a los bañistas en la playa como hormiguitas; tras un buen rato por allí arriba, decidimos volver a bajar ya que estábamos sedientos debido a la sofoquina. Llegamos a un edificio junto al chiringuito en el que había lavabos y duchas y que había que pagar 100 ptas. por utilizarlos. Tras quitarnos un poco el polvo y el tizne nos fuimos a tomar unas cañas y allí, en la barra del bar nos encontramos a un segoviano, peluquero establecido en José Zorrilla para mas señas, con el que estuvimos charlando un rato y tomando unas sidras, ya que estaba interesado en hacer la Ruta del Cares y no conocía la zona, por lo que le estuvimos informando.

Después de un rato de charla, en el que cayeron dos o tres botellas de sidra, fuimos a ver que hacían los chicos y cuando llegamos junto a los coches vimos que estaban tumbados en la arena, a la sombra de los eucaliptos, echándose una siesta. Les espabilamos un poco, con intención de recoger y volver de regreso al camping.

Llegamos al camping sobre las 8 de la tarde, con idea de acercarnos todos a la playa, pero al llegar allí los demás se rajaron y el único que fue a la playa, al igual que el día anterior fui yo; y que contrastes se presentan, ya que en una playa tan grande o mas que la de Rodiles, no había mas de 10 ó 15 personas bañándose o tomando el sol; tras un buen baño de refresco volví al camping y como el día anterior nos había ido bien con la cena en el chiringuito decidimos repetir. Pero esta noche, Cristina, Raquel y Carlos decidieron quedarse a cenar en el camping, ya la noche era bastante agradable y todavía nos quedaba bastante comida.

Michel, Candy, Joaquín y yo nos fuimos al chiringuito y creo que alguno hasta repitió de bonito; pedimos unas sidras para amenizar la cena y la camarera nos dijo que solo podía escanciarnos los primeros vasos porque tenía muchas mesas que atender, y que por favor nos derramásemos la sidra en el suelo; así lo hizo y a ella también se la cayó un poco; nosotros nos arreglábamos por la ventana que teníamos junto a la mesa y una de las veces que la camarera se acercó a nuestra mesa, pegó un resbalón con la sidra que había en el suelo que casi se mata. Entre sonrisas de unos y cabreo de la otra continuamos cenando.

Después, salimos a la playa a tomar unas copas e igual que el día anterior la marea estaba muy baja y, aunque se veía muy poco porque no había luna, Joaquín tenía una linterna y nos dimos un paseito por la arena para hacer la digestión. Cuando volvimos al camping, Raquel, Cristina y Carlos tenían montada una buena juerga; habían estado tocando la guitarra con unos niños extranjeros y grabando con el "loro" mientras se lo permitieron; al llegar nosotros todavía estaban fuera de la tienda y Carlos se metía de vez en cuando, ponía el radiocassette y se mondaba de risa, aunque apenas entendíamos lo que había grabado. Las chicas hacían de cómplices suyas e igualmente se reían. Con este montaje nos fuimos a la cama sin saber muy bien que es lo que estaba pasando.

Lunes, 14 de Agosto de 1995:

Día del viaje de vuelta, por lo que después de levantarnos y desayunar nos ponemos a recoger el campamento. Una vez que terminamos la recogida y liquidamos la cuenta del camping, cogemos la carretera del interior en dirección al Mirador del Fito, para ver si tenemos mas suerte que hace un par de días, hay menos nubes y apreciamos mejor el panorama; subimos al mirador de la izquierda, al mas cómodo porque tiene escaleras, camino apropiado y es mas corto el trayecto, con una plataforma para observar, pero lo cierto es que dirección a la sierra había mas nubosidad, aunque en dirección a la costa la visibilidad era mucho mayor y había una vista preciosa de las playas de Colunga. Tras unos 10 minutos allí (alguno se quedó durmiendo en el coche y no subió), bajamos el puerto en dirección a Arriondas y desde allí a Cangas de Onís, donde hicimos una buena parada para comprar fabes y demás viandas necesarias para hacer una fabada en Segovia, mientras Michel decidía que cinturón compraba para Mariví. Luego estuvimos dando una vuelta por la zona del puente románico, bajamos hasta el río y nos estuvimos sacando unas fotos.

F - 6 : Comprando unas "madroñas" en Soto de Sajambre

Una vez efectuadas todas las compras enfilamos la carretera del puerto del Pontón, por el maravilloso desfiladero de Los Beyos, hasta que llegamos al cruce de Soto de Sajambre, donde nos desviamos con objeto de parar a comer en el pueblo; si la carretera de Los Beyos es estrecha, los 2 ó 3 Km. hasta Soto de Sajambre son mas estrechos todavía, pero hay un tramo precioso, con un pequeño mirador junto a un túnel excavado en la roca, desde donde se contempla un panorama impresionante de las montañas de Amieva. A la entrada del pueblo aparcamos los coches en una pradera habilitada al efecto y nos dimos un paseo por allí; en una de las callejas, bajo un hórreo, había un viejo tallando unas madroñas y nos quedamos todos mirando como trabajaba la madera con una especie de navaja; junto a él había otro, menos viejo, que o bien era el listo del pueblo, o bien era de esos de capital que va por allí con frecuencia, y no hacía mas que alabanzas del artesano, pues comentaba que con la poca vista que le iba quedando, que habilidad tenía para tallar la madera de haya, etc. etc. Lo cierto es que a Michel le gustaron las madroñas y pidió precio por un par (una de ellas parece que estaba terminada y a la otra creo que la faltaba algún detalle). Al final, la cosa creo que se quedó en 2.000 ptas. y es de esas veces que no sabes si te han dado el timo del toco-mocho, de la estampita o que has hecho una buena compra.

Seguimos dando el paseo y llegamos al Hostal Peña Santa, donde preguntamos que si podíamos comer; nos dijeron que sí, que en una media hora tendría preparados unos macarrones con bonito y unos filetes con patatas; dicho y hecho, mientras nos prepararon la comida nos tomamos unas sidras en un bar/tienda de ultramarinos que había por allí cerca, con unos pinchos de chorizo.

Volvimos al Hostal Peña Santa, nos sentamos a comer y en honor a la verdad hay que decir que los macarrones con bonito y tomate estaban riquísimos (y eso que a mi no me va mucho la pasta); el segundo plato a base de filetes con patatas, en abundancia, todo ello regado con vino y además los cafés y las copas, por un precio que no se si llegó a las 1.300 ptas. cada uno. Lo cierto es que salimos del Hostal, y antes de coger la carretera de regreso a Segovia tuvimos que darnos otro paseo por el pueblo para hacer la digestión.

De nuevo cogemos los coches y bajamos hasta la carretera general, a la altura de Oseja de Sajambre, para enfilar los 11 ó 12 Km. de puerto que nos quedaban, algo mas ancha la carretera, pero con firme estropeado y numerosas curvas; pasamos junto a la Peña Ten y los túneles excavados en la roca que hay a la salida de Oseja y una vez en la cima del puerto ponemos rumbo a Riaño. Paramos un rato junto a los inmensos pantanos de Riaño, para sacar las fotos de rigor y continuamos el viaje de regreso por Cistierna, Mansilla de las Mulas y Benavente, para llegar a Segovia sobre las 10,30 de la noche.