Asistentes: Paco, Francisco y Blanca; Jesús y Carlos;
Raúl y Jaime; Ángel y Juan-Pablo.
Alojamiento:
Camping "Las Veguillas", en la localidad de Navaconcejo
(Cáceres).
PLAN DEL VIAJE:
Fin de semana de acampada con los chicos, haciendo nosotros las
comidas y tratando de conocer la zona, un valle plagado de cerezos, y
a ser posible ver el Monasterio de Yuste, aunque según nos han
contado, los 20 Km. de carretera a través del Piornal, son de cuidado,
por lo estrecha y los precipicios que hay.
Si tenemos tiempo, podemos ir hasta el Parque Nacional de
Monfragüe, un poco mas allá de Plasencia, una zona de pantanos en el
río Tajo.
Hemos llamado al camping y nos han dicho que está abierto y que no
habrá problemas de ocupación.
Recorrido: Segovia-Avila, y desde allí se toma la carretera en
dirección a El Barco de Ávila; se suben los puertos de Villatoro y
Tornavacas, y en la bajada del puerto de Tornavacas ya empieza el
Valle del Jerte. Unos 25 o 30 Km. mas allá llegaremos a
Navaconcejo.
LUGARES VISITADOS:
Tornavacas.
Municipio cacereño situado al N de la provincia, a 135 km. de la
capital y a 871 m de altitud, en el nacimiento del río Jerte; cuenta
con 1.367 habitantes sobre 76,79 km². Destaca la iglesia de la
Asunción, levantada entre los siglos XVI y XVII en estilo
barroco.
Valle del Jerte.
Depresión formada entre los montes de Tras la Sierra y las sierras
del Piornal y Tormanto; recorrido en toda su extensión por el río
Jerte, las laderas de las montañas están plagadas de cerezos. En los
primeros días de Abril el valle se tiñe de blanco debido al
florecimiento de los cerezos, lo que constituye un auténtico
espectáculo y un motivo especial que atrae turismo al valle y
alrededores. El núcleo principal de población en la zona es Cabezuela
del Valle, debiendo destacarse igualmente los pueblos de Jerte y
Navaconcejo.
Plasencia.
Municipio cacereño situado en una gran vega, a 352 m de altitud, en
la margen derecha del río Jerte, rodeada de escarpados peñascales. A
81 km. al N de su capital provincial, a su vez es capital comarcal del
Valle de Plasencia. Cuenta con 36.004 habitantes, sobre una extensión
de 220,94 km².
F - 1 : Vista de las murallas de
Plasencia
Patrimonio Artístico. Su casco urbano conserva el trazado
típicamente medieval, con pintorescos rincones e interesantes
edificaciones que la han conferido una identidad propia muy especial.
De sus originales murallas, construidas en el año 1197, sólo se
conservan 21 de sus 71 torres cúbicas, algunas de ellas ocultas por
diversos edificios, y cuatro de sus ocho puertas de ingreso: la Puerta
del Sol, la más grandiosa de todas ellas; la de Berrozanas, con escudo
de los Reyes Católicos; la de Coria; y el postigo de Santa María.
Catedral, situada en las proximidades de la Plaza Mayor; está
constituida por un tramo comenzado en el siglo XIII, al que se adosó a
finales del siglo XV la Catedral Nueva, que no llegó a concluirse. La
Catedral Vieja, también denominada iglesia de Santa María, se
construyó entre los siglos XII y XIV, y a finales del XV comenzó a
derribarse para levantar sobre el mismo lugar la Nueva.
Parque Natural de Monfragüe.
Parque natural situado en la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar,
en el centro de la provincia de Cáceres. Creado el 4 de abril de 1979,
es también Zona de Especial Protección para las Aves. Tiene una
superficie de 17.852 ha y se encuentra a una altitud comprendida entre
los 220 y los 775 m. Posee un relieve accidentado, y aparece dividido
en dos partes por el río Tajo. Constituye uno de los principales
enclaves ibéricos del bosque mediterráneo, formado predominantemente
por encinar y alcornocal, con matorral de brezos, madroños y tomillos.
En las zonas más húmedas crecen alisos, fresnos y sauces.
Entre los mamíferos deben destacarse el lince ibérico y el
meloncillo, abundando además los ciervos, jabalíes, gatos monteses,
jinetas y nutrias, entre otros. En cuanto a las aves, el parque cuenta
con importantes poblaciones de tres especies ibéricas de enorme
importancia y en peligro de extinción: el buitre negro, el águila
imperial y la cigüeña negra. Existe asimismo una gran colonia de
buitres leonados, así como alimoches, águilas reales, halcones
peregrinos y búhos reales. Dada la gran importancia de este ecosistema
representativo del bosque mediterráneo, se ha solicitado la
declaración de Monfragüe como parque nacional.
EXPERIENCIAS DEL VIAJE:
Viernes, 27 de Mayo de 1994.
Salimos de Segovia sobre las 3 de la tarde en dirección a Ávila;
luce el sol, e incluso hace calor. Atravesamos Ávila junto a las
famosas murallas, pasamos por el puente sobre el río Adaja y cogemos
la carretera de Plasencia en dirección a Barco de Ávila. A medida que
vamos avanzando, la sierra de Gredos aparece cada vez mas cerca, a
nuestra izquierda. Subimos el puerto de Villatoro, que no es mucho
puerto que digamos, porque la carretera es ancha y buena, con algunas
curvas y no mucha pendiente, cruzamos el puente sobre el río Tormes a
la altura de Barco de Ávila y empezamos la subida hacia Tornavacas,
que tampoco es mucho puerto por este lado. Desde la cima de Tornavacas
ya se ve todo el valle del Jerte; empezamos a bajar el puerto y aquí
la pendiente ya es mucho mayor, abundancia de curvas y carretera
bastante mas estrecha, por lo que despacito y buena letra llegamos
hasta el pueblo de Tornavacas, situado en una zona de fuerte desnivel;
la carretera sigue bajando hasta el pueblo de Jerte y discurre
paralela al río Jerte, donde las últimas lluvias han incrementado
notablemente el caudal, ya que sale el agua por cualquier sitio y el
río baja, en algunos tramos, torrencialmente. Continuamos hasta
Cabezuela del Valle, que es aparentemente el pueblo mas grande de esta
zona y desde allí hasta Navaconcejo; paramos a la salida del pueblo
para preguntar donde está el camping y nos indican que unos 200 m. mas
allá.
La entrada al camping, no se si por las lluvias o por las obras de
acondicionamiento que estaban haciendo en el camino, estaba penosa, de
polvo, de barros y de estrecha, por lo que había que tener mucho
cuidado en un tramo de unos 100 m. por si venía algún coche de
frente.
Llegamos al camping, y tras dejar un carnet de identidad para que
nos hiciesen la ficha, nos pusimos a elegir parcela, ya que quitando
dos o tres tiendas y alguna caravana, teníamos todo el camping para
nosotros. Por fin nos ponemos de acuerdo y decidimos montar al fondo,
junto a un pequeño campo de baloncesto que había, y bastante próximos
al río Jerte, ya que había una pequeña portezuela en la valla que
permitía el acceso.
Eran sobre las 6 y media de la tarde cuando nos pusimos a las
tareas de montaje de tiendas, inflado de colchones, cuerdas entre los
árboles para colgar el lumigas y ventilar los sacos de dormir, mesas y
sillas para cenar, e incluso la barbacoa de Jesús, para hacer algo a
la parrilla. Los chicos, mientras tanto, distribuyéndose las tiendas,
que si uno duerme aquí, que el otro duerme allí, de vez en cuando se
iban hasta el bar a ver un poco la televisión o comprarse una fanta y
así, entre unas cosas y otras fuimos pasando la tarde.
Llegó la hora de cenar, para lo que habíamos comprado una hogaza de
la Venta de Pinillos, con su tortilla de patata, chorizo y lomo de la
olla y nos pusimos a la tarea; no obstante, a alguno de los chicos
hubo que freírle un huevo, con lo que tarea no nos faltaba. Como la
temperatura era buena, alargamos bastante la cena, ya que, como no
podía ser menos, la nobleza o el clero estaban presentes y, entre
parrafada y parrafada, dimos buena cuenta del Gran Duque de Alba.
Hicimos tímidos intentos de echar una partida, pero estaba mas animada
la conversación que la partida.
Al final la distribución de tiendas se hizo del siguiente modo:
Jesús, con Carlos y Juan-Pablo en una; Paco con Francisco y Blanca en
otra y Ángel con Raúl y Jaime en la otra. Además, debajo de la tienda
de Paco estaba instalado un grillo. En estas condiciones nos fuimos a
dormir.
F - 2 : Cogiendo cerezas en el Valle del
Jerte
Sábado, 28 de Mayo de 1994:
Nos levantamos y después de asearnos un poco nos pusimos a preparar
el desayuno, ya que también llevamos repostería (madalenas,
rosquillas, etc.), por lo que nos desayunamos a gusto. Después de
fregar los cacharros y mientras los chicos se entretenían un rato en
el campo de baloncesto jugando un poco al fútbol, ordenamos un poco
las tiendas y el "comedor" y después nos pusimos con ellos a dar unas
patadas al balón; por cierto, Jaime cogió una llorera de cuidado,
porque decía que los demás no le dejaban tocar el balón.
Cuando estuvimos todos listos cogimos los coches para dar una
vuelta por la zona; nada mas salir del camping ya había unas fincas
con cerezos, repletos de fruta, pero muchas de las cerezas estaban
abiertas en el propio árbol; nos explicaron que había sido por efecto
de las tormentas de granizo que se sucedieron durante varios días, y
que un año con excelente cosecha se había perjudicado bastante, ya que
la presencia de las cerezas no era buena.
Continuamos con los coches por una carretera estrecha, pero de buen
firme, que trepaba montaña arriba; son los llamados Montes de
TrasSierra; toda la ladera estaba plantada de cerezos, en unos casos
la fruta estaba ya madura y en otros amarillas todavía. Hicimos una
parada y nos bajamos de los coches; los chicos se acercaron
inmediatamente a uno de los árboles, que tenía las ramas mas bajas y
empezaron a coger cerezas y a comérselas; nos dimos un pequeño
banquete de cerezas. Mientras estaban en esas tareas, yo me cogí el
coche y continué por la "carretera" subiendo la montaña, en algunos
tramos con fuerte desnivel, con objeto de ver el valle desde arriba;
se divisaba la ciudad de Plasencia así como un pantano sobre el río
Jerte poco antes de llegar. Volví a bajar donde estaban los demás y
les animé a que subiesen para ver el panorama, pero Raúl dijo que se
bajaba al camping con Jaime porque se estaba poniendo un poco pesado y
Jesús también se bajó con intención de ir encendiendo la barbacoa y
poniendo algo en la parrilla.
Paco y yo con el resto de los chicos volvimos monte arriba,
aparcamos los coches junto a un indicador que decía algo así como
"camino peligroso" y continuamos subiendo a pie, hasta una zona donde
prácticamente se acababan los cerezos y entrábamos en monte pelado;
dimos una vuelta por allí arriba, contemplando la amplitud del valle,
los montes que teníamos enfrente y los arroyos de agua cristalina que
bajaban como torrentes en algunos tramos a desembocar en el Jerte;
sacamos las fotos correspondientes y volvimos a bajar hasta el
camping.
Cuando llegamos al camping, ya tenía Jesús la parrilla preparada
con buen chorizo a la brasa que nos sirvió de aperitivo para la
comida. Para los chicos habíamos llevado macarrones, por lo que
encendimos el camping gas y nos pusimos a cocerlos; teníamos, además,
chuletas en abundancia y las correspondientes botellas de vino con
etiqueta de algún Marqués, por lo que hambre y sed no pasamos. Lo malo
que tiene el camping es que después de comer hay que recoger y hay que
fregar, por lo que también les dimos responsabilidad a alguno de los
chicos en estas tareas, aunque con el río allí al lado, se pusieron
los bañadores y estaban deseando de meterse en el agua, ya que el sol
también ayudaba. Como la corriente era muy fuerte, les dijimos que
hasta que no estuviésemos nosotros allí, que ni se les ocurriese
meterse en el agua; al final, nosotros nos pusimos también los
bañadores y procurando controlar a los chicos unos mas que otros,
todos nos dimos un chapuzón, alguno incluso vestido. Lo cierto es que
el agua estaba bastante fría y la corriente hacía incómodo el
baño.
Después de cambiarnos decidimos ir hasta el pantano próximo a
Plasencia, por lo que cogimos los coches y nos pusimos en marcha. Eran
20 ó 25 Km. de buena carretera y con algunas curvas, por lo que al
cabo de un rato estábamos en el pantano. Aparcamos los coches y nos
dimos una vuelta por los alrededores.
Al cabo de una hora aproximadamente, decidimos regresar al camping,
y a mitad de camino nos metimos en un merendero que había junto a la
carretera, cuya terraza terminaba en una playita de arena junto al río
Jerte, que pasaba bajo un puente de 5 ó 6 metros de altura. Justo
debajo del puente se formaba un bodón y había unos cuantos jóvenes
tirándose desde el puente al agua; mientras nos tomábamos unas
cervezas, los chicos seguían teniendo ganas de baño y como algunos se
habían traído el bañador, no lo pensaron dos veces y de nuevo se
metieron en el agua; no había forma de sacarles, a pesar de que les
insistíamos en que no les iba a dar tiempo a secarse y nos iban a
mojar los coches; por fin salimos del merendero y regresamos al
camping.
Era la hora de empezar a preparar la cena, para lo cual habíamos
llevado huevos y panceta, así es que nos pusimos manos a la obra;
primero la cena de los chicos y cuando estos hubieron terminado la
cena de los padres; mientras nosotros cenábamos los chicos ya estaban
con la tarea de como iban a dormir esa noche, ya que Francisco quería
dormir con Juan-Pablo, Blanca no se iba a quedar atrás, Jaime quería
irse con Francisco y Blanca y Carlos querían venir a dormir con
Juan-Pablo a nuestra tienda. Total que Paco les dijo que se metiesen
todos en su tienda y cuando nos fuésemos a dormir ya nos
distribuiríamos las camas. Ya se sabe lo que pasa, los chicos
enredando con las linternas, entraban y salían de la tienda y se
metían en otra, hasta que sin saber como ni porqué Jaime apareció
metido en el coche de su padre llorando; tratamos de poner un poco de
orden, porque Carlos y Juan-Pablo querían venir a dormir a nuestra
tienda, pero Jesús quería que se quedasen a toda costa en la suya y, a
todo esto, Raúl no sabía en que tienda tenía que meterse a dormir con
Jaime, por lo que la situación se estaba poniendo un poco tensa. Al
final, las aguas volvieron a su cauce y nos distribuimos las camas
igual que el día anterior.
Domingo, 29 de Mayo de 1994.
Después de levantarnos y desayunar, empieza la operación
desmontaje, ya que teníamos idea de aprovechar el día con una
excursión al Parque Nacional de Monfragüe, que estaba a unos 60 Km. de
allí, tomando dirección a Plasencia.
F - 3 : En el Parque Nacional del
Monfragüe
Una vez cargado todo el material en los coches, nos ponemos en ruta
bajo un sol de justicia. A la salida de Plasencia hicimos una parada
ya que alguno se había quedado rezagado echando gasolina y continuamos
por una carretera estrecha, con algunos baches, que atravesaba amplias
dehesas de encinas, hasta que llegamos a un pequeño puerto, llamado de
La Serrana, y superado el mismo entramos en el Parque Nacional por el
pueblo de Villareal de San Carlos. Hacemos una parada en el pueblo,
que yo creo que no es tal, sino mas bien un centro de recepción de los
visitantes del parque, y nos metemos en un bar a tomarnos unas
cervezas y refrescos, porque hacía un calor sofocante. Después de
estar allí un rato, continuamos por la carretera hacia el interior del
Parque y atravesamos un puente sobre el río Tajo que por estos parajes
acaba de salir de un embalse y empieza a formar otro. Continuamos un
poco mas, entre riscos escarpados y en una zona de aparcamiento
volvemos a parar los coches, ya que era un punto de observación de
buitres y rapaces en general; aunque a simple vista se veía el ir y
venir de las aves, con los prismáticos se apreciaban mejor los
detalles, por lo que estuvimos allí un rato, lo que aprovecharon unos
naturalistas que había por allí para hacernos una encuesta.
Continuamos un poco mas por la carretera, porque teníamos
referencias de que había por allí las ruinas de un castillo que había
tenido su importancia en épocas pasadas, pero para llegar has él,
había que dejar los coches y subir un montículo a pie. Con el calor
que hacía y deseando encontrar un sitio adecuado, con agua, para poder
comer, decidimos no subir y nos dimos la vuelta. Poco antes de llegar
al puente sobre el Tajo, había unos indicadores hacia una fuente, por
lo que aparcamos los coches, exploramos el terreno y nos pareció bien
(tampoco había mucho mas donde elegir) porque había incluso mesas y
bancos, pero con el inconveniente de que había poca sombra; no
obstante, cerca de allí estaba la fuente, por lo que sin mas dilación
sacamos el aceite, las sartenes, los platos, el camping gas y la
nevera con las chuletas.
Jesús sacó a relucir su faceta de "pinche" y empezó a freír
chuletas, y como casi siempre pasa "que no tenemos medida", no se si
tocábamos a dieciséis cada uno. Comimos las que quisimos y lógicamente
sobraron, por lo que empezamos a prepara la polémica acerca de quien
se llevaba las chuletas.
Entre tanto, los chicos, que ya habían comido, se fueron a dar un
paseo por un camino que salía junto a la fuente, excepto Jaime que se
quedó allí con nosotros; no pensábamos que se iban a alejar, pero el
caso es que al cabo de un rato, viendo que no volvían por mas voces
que les dábamos y teniendo en cuenta que estábamos en una zona de
maleza y monte bajo bastante tupida, nos fuimos a buscarles. Subimos
un rato por el camino, que por cierto tenía algunas bifurcaciones y no
les veíamos; bajamos luego hasta el río y tampoco, por lo que
empezamos a preocuparnos. Volvimos hasta la fuente donde habíamos
comido y no habían regresado, por lo que bajamos nuevamente hacia el
río, hasta que por fin les vemos aparecer y nos dijeron que se habían
subido por el camino hasta el castillo.
Una vez reagrupados, empezamos a recoger el material y volvió a
plantearse la polémica con las chuletas sobrantes, que habíamos vuelto
a meter en la nevera, lógicamente sin gota de hielo. Como nadie quería
hacerse cargo de la dichosa nevera, Jesús la dejó allí en medio del
camino y nos dirigimos hacia los coches; al final creo que todos nos
pusimos razonables y decidimos tirar las chuletas (no íbamos a caer en
el error del reparto, como las mujeres), porque con el calor que hacía
y sin hielo se nos iban a estropear, haciéndose cargo Jesús de la
dichosa nevera.
Cogimos los coches e iniciamos el viaje de regreso a Segovia,
volviendo a pasar por Plasencia y todo el valle del Jerte, y subiendo
el puerto de Tornavacas, que por este lado si es un señor puerto.
Cuando llegamos arriba hicimos una parada, para contemplar de nuevo
todo el valle y despedirnos de la zona. Desde allí hasta Segovia, todo
seguido, donde llegamos cuando estaba anocheciendo. |