CAMINO DE SANTIAGO 2006

MI PRIMER CAMINO











Máximo Velado
León, Mayo de 2006


El Inicio

Nací en León, ciudad muy vinculada al Camino, y siempre tuve el deseo de hacerlo algún día. Mediados los noventa, conocí a Miguel A. Cardiel, Míchel, que un día me dice que organiza un tramo desde algún lugar de la provincia de León, para hacerlo en 12 días, a primeros del mes de mayo y lo van a institucionalizar. Le digo muy convencido que algún año les acompañaré.

Ya ha llegado el momento de cumplir mi promesa. Este año Míchel ha planificado un tramo del Camino del Norte, desde Luarca, menos concurrido y novedoso para un grupo que lleva siete años haciendo casi el mismo itinerario por el Camino Francés.

Emprendo viaje hasta Luarca en un tren de cercanías de León a Oviedo, de esos que paran en todas las estaciones y te dan tiempo a leer, pensar... y que te ayudan a ir relentizando el tiempo y la actividad. Cruzo la sierra de Pajares, tan familiar para mí, cuya majestuosidad me sigue impresionando siempre como si la contemplara por primera vez. Tras dos horas de viaje, llego a Oviedo a las 15:00 con intención de enlazar hasta Luarca en un tren de FEVE, pero ha salido a las 14:50. Como no hay mal que por bien no venga, cargo la pesada mochila y me voy, buen conocedor de Oviedo, hacia la estación de autobuses de ALSA, que ha cambiado de ubicación, por lo que tengo que dar un rodeo que alarga un poco el trayecto. Parece que la mochila no va a ser mi mayor problema. Repongo fuerzas con una tapita en la cafetería y espero hasta las 17:30, hora a la que saldrá el autobús que me llevará hasta Almuña, lugar donde está instalado el albergue de Luarca.

Nada más echar pie a tierra en Almuña empieza a llover, premonición de que las cosas no van a ser tan fáciles, ya que hasta esa hora, las 19:00 aproximadamente, hemos disfrutado de un día espléndido. Llamo al hospitalero, un colombiano muy amable que me hace la recepción y me sella la credencial por primera vez. Ya soy un peregrino a Santiago.

Llueve en el Occidente asturiano durante toda la noche y no concilio fácilmente el sueño en el albergue solitario.


Luarca (Asturias)

Asturias

No se cumple mi deseo y el día 4, primer día de Camino, amanece lluvioso. Cae suavemente la lluvia de mayo y auténticos rebaños de caracoles alfombran la solitaria calle de Almuña; parecen indicarme que me fije en ellos y emprenda mi peregrinaje con la viscosa lentitud de los gasterópodos que van dejando en el suelo una estela de paciencia. En los dos kilómetros largos que me bajan hasta Luarca no cesa la lluvia y llego a la estación de FEVE con las perneras del pantalón bien empapadas por debajo de las rodillas. En el andén, dos mochileros me anuncian que estoy en zona de peregrinos. Uno de ellos es una especie de Indiana Jones, con más de un anillo en cada dedo de las manos. Viene peregrinando desde el Vaticano a Compostela y me hace dudar de mi capacidad para llegar a Santiago, pues no me veo yo con ese aura de héroe suprahumano. Mientras espero el tren que traerá a mis compañeros de viaje, el Señor de los Anillos se desayuna una lata de fabada del tiempo.

A las 10:00 llega el trenecillo que escupe a los cuatro segovianos. A Míchel ya le conocía; no así a Ángel, Primi y Chema, pero haber visto su foto me les hace familiares, aunque no sé poner la etiqueta del nombre a cada cara.

Después de un frugal desayuno iniciamos la que va a ser dura etapa. Arranca con una fatigante escalera que enlaza con una dura subida hasta la ermita de San Roque.

La primera experiencia que me aporta el Camino es constatar la simpatía que los lugareños muestran al peregrino. Para el caminante de largo recorrido, el contacto es con la naturaleza y la soledad; poco es el contacto con los humanos, si bien te puedes cruzar con el hombre que no ha querido sacrificar a su perro de columna vertebral rota y le ha adaptado un carrito, a modo de silla de ruedas, que sustituye a sus patas traseras paralizadas.

Pasadas las tres, arribamos a Navia tras 18 Kms. de marcha y urge buscar dónde comer en una ciudad en la que los restaurantes advierten en sus carteles que, a partir de las 15:30 no se sirven almuerzos. Con todo, casi a las cuatro de la tarde, nos da de comer Lucía en lo de Antolín; nos hace fotos, se hace fotos con nosotros y nos acompaña en la tertulia.


Lucía, con Primi, en Navia (Asturias)

A las 17:30 reemprendemos la marcha subiendo la cuesta que remonta la vaguada de la ría de Navia y ponemos rumbo a La Caridad. Hacemos el tramo divididos de dos grupos: en cabeza Ángel, Chema y yo; por detrás, Míchel y Primi a los que pronto perdemos de vista.

Tardan en llegar a la Caridad los dos rezagados, que justifican la demora con una llamada recibida de Iberia que quiere concretar el punto en que se encuentran para entregar los bordones que no llegaron en el vuelo que llevó hasta Ranón a mis compañeros esta mañana. Luego sabremos que también contribuyó al retraso la afición de ambos a la bebida de malta y a su afán por hacer contactos en el Camino. Esta vez se trataba de Marta, que les sirvió unas cervezas en el conjunto Las Camelias, se ofreció para acercarles hasta la caridad en coche, ya que iban cargados con los bordones -oferta que rechazaron de plano- y les vaticinó que se verían por la noche en el restaurante Quinto, donde una excelente merluza en la cena, nos recordó que íbamos bordeando el Cantábrico.


Cena en La Caridad

La segunda etapa es más suave en kilometraje y en perfil orográfico. El Camino se va haciendo más rural y, a veces, atravesamos prados y riachuelos. Caminamos en los dos grupos que se formalizaron ayer a partir de Navia. En Porcía, el Camino se bifurca. Nosotros optamos por el que nos encaminaba a Figueras. Una hora más tarde, la telefonía móvil nos permite saber que Míchel y Primi han tomado hacia Tapia de Casariego; también nos da noticia de que Luis Barrio ha llegado a La Caridad y ha iniciado el Camino.

Atravesamos a buen ritmo un páramo que puede andar por las dos leguas en el que hay muy pocos vestigios de asentamiento humano: apenas alguna carretera asfaltada que cruzamos y algún silo a lo lejos. Cuando la etapa pedía un descanso, llegamos al pueblecito de Tol, donde, por fin, Ángel toma sus merecidas cervezas y Chema y yo sendas botellas de sidra.


Pequeña I.T.V. en Tol (Asturias)

Como vamos de espaldas al mar, nuestra añoranza es divisar la ría del Eo, lo que ocurre en las inmediaciones de Figueras.

Dejamos Asturias por el Puente de Los Santos a las 14:00 del día 5 de mayo.

Hasta la "Terra Chá"

Accedemos a Ribadeo por el inmenso puente sobre la ría, sacudidos por la brisa viva del Cantábrico. Míchel, Primi y el recién incorporado Luis Barrio no han podido resistir la fuerte llamada del mar y llegan a media tarde. Aquí se incorporan Yolanda y Ramón, los sevillanos, y Luis Martín y Jose, el camionero maestro de mus. Ya somos 10 en el grupo. Los veteranos, machos, no resisten la tentación de visitar y entregar una foto tomada en la visita del verano para estudiar este recorrido a la hermosa muchacha rusa, de nombre Masa.

El día 6 de mayo nos espera una dura etapa de 39 Kms. Avanzamos en dirección Norte-Suroeste en tres grupos. Yo me he integrado en el de Ángel, Chema y, a partir de Ribadeo, Luis Barrios. Ángel y Luis son dos excelsos caminantes con diferente estilo: Ángel camina con el aplomo de un ágil paquidermo que se distancia un tanto del grupo y mantiene un ritmo fácil de seguir; Luis flexiona las piernas elásticas de forma que marca el ritmo a los de atrás de una forma muy plástica; a su estela cualquiera puede ser peregrino a Santiago y acabar con éxito. Hecha una legua, rebasamos al austriaco de 78 años, sordo, que ha compartido albergue con nosotros la pasada noche.

Transitamos un camino de monte, serpenteante en sentido vertical, en el que muy de tarde en tarde aparece una pequeñísima aldea. Debemos de estar atravesando una zona muy poco poblada, pero siempre nos acompaña el ronroneo de la maquinaria agrícola que laborea invisible entre la floresta. Es día de soledad y de caminar sin descanso.

La etapa ha sido durísima, pero a las seis de la tarde, el reloj de la torre de la catedral de Mondoñedo nos dice con tañer de bronce que nuestra jornada ha acabado. Contrariamente a lo que nos ha dicho la Policía Municipal, encargada del albergue, éste está cerrado. Solamente la presencia de un hermoso burrito nos informa de que alguien está aposentado. Chema ha indagado por el entorno y detecta un matrimonio de austriacos con pinta de peregrinos: ellos tienen la llave del albergue. La cena nos la provee una amable señora, estupendo contacto hecho por los relaciones públicas del grupo Míchel y Primi, a base de unas suculentas tortillas que no podemos de acabar.

Hubo moderado concierto de ronquidos en Mondoñedo sin que nadie asumiera haber formado parte del coro. El francés dueño del asno con el que se encariñó Míchel apuntó a éste y a mí como dos de los varios cantores nocturnos.

El día 7, aunque es domingo, hay que madrugar, pues nos esperan de nuevo 37 Kms. y no habrá tiempo para la contemplación. Hay que despedirse del animalito, suave como un peluche; el dueño llama estentóreamente a Míchel para la preceptiva fotografía, pues a él también le apremia el tiempo para ponerse en camino.


El burro francés en Mondoñedo

A las ocho de la mañana de un domingo, sólo los peregrinos cruzan las retorcidas carreteras locales y las trochas de los montes. Sólo un domingo a hora muy temprana se puede disfrutar del campo gallego, atravesando carballedas y hayedos acompañado por los cantos de las aves y el rumor del agua que se precipita con premura hacia el fondo del valle en torrentes. En este momento pienso que puede que ya nos quede poca naturaleza, pero también creo que frecuentamos muy poco la que aún queda.

A las 15:00 pasadas, una churrasquería nos salva del desfallecimiento, a 8 Kms. de Vilalba. Aquí se Incorpora Pilar, de Segovia, y completamos el grupo de 11. A Pilar le ha traído a nuestro encuentro su marido, que se ha ofrecido para acercar las mochilas hasta el albergue ya cercano, ofrecimiento que todos han rechazado con gesto de dignidad ofendida.

Los domingos por la tarde, Vilalba está extenuada por la feria matinal. En un escaparate de esos establecimientos que se encuentran en Galicia que son tienda y bar, nos sorprende una botella que postula a Manuel Fraga Iribarne como Gran Reserva de España. Ángel quiere documentar el hallazgo y entramos para la procedente fotografía.


LA GRAN RESERVA DE ESPAÑA

Le digo al dueño del establecimiento que tuve un compañero, buen amigo ya fallecido, hijo de esta villa, llamado Manuel Álvarez Fraga. No sólo lo conoció, sino que fueron compañeros en un equipo juvenil de fútbol. Hablamos con tristeza del común amigo muerto demasiado joven.

De Vilalba a Baamonde es una etapa corta después de los dos días tan tremendos que han precedido y que hace honor al nombre de la comarca: Terra Chá (Tierra Llana en castellano). Hoy encontramos un lugareño en el Camino, policía que fue en Vallecas y que nos informa con precisión de la ubicación del bar más próximo.

Llegamos antes de las dos de la tarde a Baamonde, donde nos recibe Concha, hospitalera que habíamos visto ayer en Vilalba. La tarde libre nos permite visitar la iglesia románica y, a Míchel; cumplir su ansiado sueño de vérselas al mus con Jose "El Maestro" de compañero contra Chema y Luis Barrio. Resultó ganadora la pareja de Míchel y Jose.

Comimos y cenamos en el restaurante "Galicia", recomendado por Concha la hospitalera y regentado por el pintoresco Xoan Corral. Por la noche le pedimos que nos preparara una queimada. Lo hace en un acto entre histriónico y ridículo que introduce con el ‘conxuro’ grabado. A continuación nos dispensa con un espectáculo pretendidamente humorístico y que nos mueve más a la tristeza y nos dispensa una homilía en la que nos informa de que su principal virtud, y la más preciada para él, es la humildad, él que es un artista conocido por el ancho mundo.


Poema de Xoan Corral

Hasta Compostela

En Miraz, la asociación Fraternity St. James que regenta el albergue no nos ha dado aposento. La cantina nos sirve para dar cuenta de las viandas que hemos acarreado, avisados como estábamos de que nada íbamos a encontrar por el camino, luego resultó ser una mala información interesadamente suministrada por Concha. Repuestas las fuerzas y dado que la etapa ha sido muy corta, unos 16 Kms., decidimos continuar otros 12 Kms. más, hasta Marcela. Tomamos esta decisión ya que Concha, la hospitalera de Baamonde, resultó ser una hábil comisionista que nos fundió cualquier alternativa ante la situación que nos encontramos en Miraz. Desde Marcela bajamos en taxi hasta Sobrado dos Monxes y al día siguiente, 10 de mayo, se reiniciaría el camino desde el punto donde paramos hoy.

En Sobrado rehusamos dormir en el albergue, ya que los monjes cierran el acceso a las 22:00 y hoy habrá cena con Quico, alcalde de Rábade y Chys, amigo de Quico y buen gaitero. Contratamos un diminuto apartamento que cuenta con dos cuartos de a dos camas que sólo daban para cuatro, así que convertimos la cocina-salón en una "jaima" donde dormimos los siete que no teníamos catre. La cena fue de buena camaradería y amenizada con un excelente concierto de zanfona, instrumento muy difícil de escuchar en vivo, y gaita.


Gaita gallega

Durante la noche el tobillo izquierdo se me hinchó hasta el punto de despertarme el dolor que casi me impedía andar; antiinflamatorios recetados en el Centro de Saude de Sobrado vinieron a salvar mi tibillo y mi viaje.

En Arzúa consigo ver al amigo Miguel que tanto me ha ayudado a profundizar en el conocimiento de la Galicia ‘meiga’ y ‘feiticeira’ que él cuenta cantando.

La visita a Carmen, la del bar Manuel, era obligada, por lo que dormimos en el albergue de Ribadiso. Parece ser que Luis Barrio y Chema tuvieron un despiste a la altura de Boimorto y dieron un rodeo que les hizo llegar algo más tarde que a los demás. Malas lenguas lo atribuyeron a la ofuscación que les provocaban las dos partidas perdidas al mus. En Ribadiso se juntan ya el Camino del Norte y el Camino Francés. Hemos recorrido 209 Kms. y nos faltan 38. Ya se ha instalado en el grupo la mentalidad de que esto está acabado.


Labacolla

Camino de Pedrouzo-Arca rugen los aviones sobre el cielo el día 11 de mayo, informando de la cercanía de Labacolla y Santiago. Es tiempo de reflexión. Superados los 225 Kms. a pie, sin prisas ni programas empiezo a rumiar que yo, que estudié a Bergson con tanto interés para saber que el tiempo no existe sin conseguir entenderlo, empiezo a tener la percepción real de que verdaderamente el tiempo es una convención humana; tengo la sensación de que para mí hace ocho días que se paró ese reloj y que nos hemos movido por necesidades muy primarias: fisiológicas, caminar sin prisa y sin pensar que hay que llegar a una hora y a una meta.

A pesar de las reflexiones filosóficas, vamos a cenar donde Guillermo, viejo conocido de los veteranos, criado en Bilbao y que, gracias a ellos, una vez al año puede jugar al mus y ... perder, con lo que está encantado. Volvió a ganar la pareja Míchel-Jose "El Maestro".

El día 12, la etapa es muy corta y llegaremos a Monte do Gozo. La mañana está ‘neboenta’ y cuando el sol vence a la niebla aparece el bochorno. Ya tenemos a la vista el Monte do Gozo, así que almorzamos en San Marcos y llegamos a buena hora a la antesala de Santiago, culminados 240 Kms. que, ahora, empiezan a parecerme un paseo.

En la recepción del albergue me topo con un viejo compañero, de nombre Juan Carlos Abajo, burgalés que viene desde Roncesvalles y al que hacía 30 años que no veía. También se ha incorporado al grupo una vieja conocida de los veteranos, Helena.

En la cafetería hubo partida-revancha de mus. Ahora ganaron Chema y Luis, con lo que pudieron resarcirse de los escarnios antaño recibidos.

CONCLUSIÓN

Desde Monte do Gozo se divisa Santiago que está a tiro de piedra, esa Santiago desarrollista que ha pasado a tener empaque de capitalidad de autonomía y ha perdido el encanto de la ciudad recoleta pero universal que no había perdido del todo esa pizca de aderezo pueblerino que la hacía tan entrañable y que conocí en el año 1969.

Hacemos en la hora prevista los escasos 5 Kms. que nos quedan hasta la catedral compostelana. Como novato ingenuo que soy, me hacen echar una moneda de espaldas a una fuente, "la Fuente de los Deseos", como si de la Fontana de Trevi se tratara, a la vez que formulo un deseo. El mío es que se me aparezca Anita Ekberg tal como era en la famosa película de Fellini. Una fresca rociada de agua de la fuente, esparcida sobre mí por mis compañeros me vuelve a la realidad.


Petición de un deseo

Recogemos la ‘Compostella’ o compostelana; misa del peregrino con botafumeiro a las 12:00. El Camino ha concluido. No me parece posible. ¿Qué fue de las duras etapas de más de 30 Kms? ¿Qué fue de las duras subidas extenuantes y de las precipitadas bajadas rompe piernas? ¿Qué hay de los cuerpos rotos con pies llenos de ampollas y tobillos doloridos? Todo ha desaparecido o al menos ya no importa.

Concluido con éxito nuestro objetivo, nos concedemos un pequeño homenaje: comida del grupo en "O Desvío", donde somos trece, pues el marido de Pilar llegó ya a recogerla. Por la poblada mesa desfilaron nécoras, centollas, percebes, gambas y rodaballo en homenaje a ese mar que el Camino del Norte va bordeando, pero que tan pocas veces vimos. También apareció la excelente carne de las rubias gallegas y corrieron torrentes de vino de treixadura, auténtico Ribeiro, en un festín que se alargó desde las tres de la tarde hasta cumplidas las seis.


La mariscada

Reponemos algo el sueño con la llamada siesta del burro, lo que nos permite afrontar la noche que es de despida y para algunos parece será larga. Yo tengo que recogerme a hora prudencial, las dos de la madurgada, ya que saldré a las 09:00.

Camina mi tren hacia la meseta por la Galicia interior y en el recuerdo me acompaña un grupo que hace 11 días me era totalmente desconocido. A lo largo de estos pocos días el contacto y la convivencia han sido tan cercanos, casi físicos, que creo que ha producido algo más que amistad, yo diría que ha surgido el afecto.

León, mayo de 2006

Máximo